Cuando Alemania invadió Polonia en septiembre de 1939, cientos de miles de refugiados judíos y no judíos huyeron del ejército alemán que avanzaba hacia Polonia oriental, con la esperanza de que el ejército polaco pudiera detener el avance de los alemanes hacia el oeste. Muchos de los refugiados huyeron con un destino específico en mente. Se trasladaron a pie o con cualquier transporte disponible (automóviles, bicicletas, carretas o camiones) por las obstruidas rutas que iban hacia el este. La mayoría se llevó solo lo que podía cargar consigo.

Como huyeron tan de repente, pocos refugiados hicieron planes para imprevistos o dedicaron tiempo a prepararse adecuadamente para un largo viaje. Después de la división de Polonia entre Alemania y la Unión Soviética, las autoridades gubernamentales polacas huyeron del país y en Londres formaron un gobierno en el exilio. Los refugiados que procedían de Polonia oriental se enfrentaron con la posibilidad de un largo exilio de su hogar.

Cuando los soviéticos anexaron Polonia oriental, atraparon a unos 300.000 refugiados judíos de la Polonia bajo ocupación alemana. La gran mayoría de estos refugiados se quedaron en la Polonia bajo ocupación soviética. En 1940 y 1941, los oficiales de la policía secreta soviética arrestaron y deportaron, como “elementos poco fiables”, a cientos de miles de residentes de Polonia oriental, incluidos miles de refugiados judíos de la Polonia bajo ocupación alemana. Los arrestados fueron deportados a Siberia, Asia central, y otros lugares del interior de la Unión Soviética. Unos 40.000 refugiados judíos siguieron huyendo de Polonia, por temor al arresto y la persecución en territorio bajo ocupación alemana o soviética. Más de la mitad de los que huyeron de Polonia fueron a Rumania y Hungría. Otros 15.000 fueron a Lituania, la mayoría a Vilna, Kovno y regiones vecinas.

Miles de refugiados escaparon al sur y reservaron pasajes en barcos que salían de los puertos del mar Negro en Bulgaria y Rumania. Para llegar a la Palestina controlada por los británicos, que era su destino final, era necesario reabastecer los botes de combustible en Turquía. Sin embargo, las autoridades turcas intentaron evitar que los refugiados viajaran por su país a menos que tuvieran permisos de Gran Bretaña para ingresar a Palestina. El Informe Oficial Británico de mayo de 1939 había limitado estrictamente la inmigración judía a Palestina.

La política turca que restringía el tránsito de refugiados a Palestina redujo las posibilidades de escapar y finalmente condujo a la tragedia. En febrero de 1942, el barco “Struma” se hundió en la costa de Turquía. Llevaba a 769 refugiados judíos que intentaban llegar a Palestina. Las autoridades turcas se habían negado a permitir que el bote atracara en Estambul y lo habían llevado a remolque hacia el mar Negro. A las pocas horas el bote se hundió, probablemente como resultado de un golpe de torpedo proveniente de un submarino soviético cuyo comandante quizás lo confundió con un barco de provisiones del Eje. Solo un pasajero del “Struma” sobrevivió.

El gobierno húngaro toleró el ingreso de los refugiados judíos provenientes de las vecinas Polonia y Eslovaquia, y por lo general no deportó a los judíos húngaros a territorio bajo ocupación alemana. Sin embargo, después de la ocupación alemana de Hungría en marzo de 1944, las autoridades húngaras deportaron a los judíos húngaros y los refugiados judíos polacos por igual. Los alemanes asesinaron a la mayoría en Auschwitz-Birkenau en la primavera y el verano de 1944.

De los 15.000 judíos polacos que hallaron refugio en Lituania, un grupo de 2.100 judíos polacos escapó hacia el este. Desde Lituania, su largo viaje de más 9650 km los llevó a bordo del Ferrocarril Transiberiano hacia Vladivostok y luego por buque de vapor hacia Japón. Varios de estos refugiados escaparon gracias al incansable esfuerzo de muchas personas. La ayuda más importante provino de fuentes inesperadas: representantes del gobierno en el exilio holandés y de Japón, aliado de la Alemania nazi. La actividad humanitaria que estos realizaron en el verano de 1940 fue el acto fundamental de rescate para los refugiados judíos polacos que vivían temporalmente en Lituania.

Algunos refugiados no pudieron escapar de Polonia antes de que las autoridades soviéticas y alemanas controlaran el país. Cuando algunos refugiados llegaron a la línea de demarcación alemana-soviética y a las fronteras de Polonia con los países vecinos, las encontraron cerradas y bajo estricta vigilancia. Algunos refugiados intentaron cruzar a escondidas, a menudo corriendo gran peligro. A los que atrapaban intentando cruzar las zonas bajo ocupación o tratando de huir sin documentos, los guardias de las fronteras soviéticas y alemanas los arrestaban y los sometían a violencia arbitraria.

Para otros, la posibilidad del exilio permanente lejos de su hogar resultaba abrumadora. Sin un centavo, cansados de vagar sin rumbo y desesperados por ver nuevamente a sus familias que estaban en la zona de Polonia bajo ocupación alemana, algunos refugiados volvieron a su hogar, cruzando la línea de demarcación alemana-soviética hasta llegar a la Polonia bajo ocupación alemana.