Aunque Estados Unidos había aceptado a miles de judíos bajo el cupo combinado de alemanes y austriacos desde 1938 a 1941, no siguió una política de rescate organizada ni específica para las víctimas judías de la Alemania nazi hasta comienzos de 1944.

Si bien algunos activistas estadounidenses tenían la sincera intención de auxiliar a los refugiados, había grandes obstáculos a cualquier flexibilidad en los cupos de inmigración estadounidense, entre ellos, la oposición pública a la inmigración en tiempos de depresión económica, xenofobia y sentimientos antisemitas tanto en el público general como entre algunos funcionarios clave del gobierno. Una vez que los Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, el Departamento de Estado puso en práctica políticas de inmigración más estrictas por miedo a que pudieran extorsionar a los refugiados para que trabajen como agentes para Alemania.

No fue hasta enero de 1944 en que el Presidente Franklin D. Roosevelt, bajo la presión de algunos funcionarios de su propio gobierno y de una comunidad judía estadounidense que ya por entonces estaba completamente al tanto de la magnitud del asesinato en masa, tomó medidas para rescatar a los judíos europeos. Luego de debates con los funcionarios del Departamento del Tesoro, estableció el Consejo de Refugiados de Guerra (War Refugee Board; WRB) para facilitar el rescate de los refugiados en peligro. Con la ayuda del Comité Judío Americano para la Distribución Conjunta y el Congreso Judío Mundial, así como organizaciones de la resistencia en la Europa ocupada por los alemanes, el WRB colaboró en el rescate de varios miles de judíos en Hungría, Rumania y otros lugares de Europa.

En abril de 1944, Roosevelt también ordenó que Fort Ontario, Nueva York, se convirtiera en un puerto libre para los refugiados. Sin embargo, sólo se admitió a unos pocos miles de refugiados allí y eran de zonas liberadas, no de las zonas ocupadas por los nazis. No estaban en peligro inminente de deportación hacia los campos de exterminio en la Polonia ocupada por los alemanes.

Finalmente, la victoria de los aliados puso fin al terror nazi en Europa y a la guerra en el Pacífico. Sin embargo, los judíos liberados, que estaban enfermos y agotados, emergieron de los campos de concentración y de los escondites para descubrir que el mundo no tenía un lugar para ellos. Despojados de sus hogares y familias y renuentes a regresar a sus tierras natales de antes de la guerra, a estas personas desplazadas judías se les unieron en cuestión de meses más de 150.000 judíos que escapaban del feroz antisemitismo en Polonia, Hungría, Rumania y la Unión Soviética.

La mayoría procuró comenzar una nueva vida fuera de Europa. Palestina, seguida de los Estados Unidos, fue el destino predilecto de los sobrevivientes del Holocausto judío. Las restricciones en la inmigración aún estaban en vigor en los Estados Unidos después de la guerra, y la legislación para acelerar la admisión de las personas desplazadas judías era lenta en llegar.

El Presidente Harry S. Truman estaba a favor de una política de inmigración liberal hacia las personas desplazadas. Enfrentado con la inacción del congreso, emitió un decreto, la “Directiva Truman”, el 22 de diciembre de 1945. La directiva exigía que los cupos de inmigración existentes se designaran para las personas desplazadas. Si bien la inmigración general a los Estados Unidos no aumentó, se admitieron más personas desplazadas que antes. Alrededor de 22.950 personas desplazadas, de las cuales dos tercios eran judías, ingresaron a los Estados Unidos entre el 22 de diciembre de 1945 y 1947 bajo las disposiciones de la Directiva Truman.

Para poder aumentar los cupos de inmigración existentes se necesitaba la acción del congreso. En 1948, tras una intensa presión por parte de la comunidad judía estadounidense, el congreso aprobó una ley para admitir a 400.000 personas desplazadas en los Estados Unidos. Casi 80.000 de éstas, o casi el 20 por ciento, eran personas desplazadas judías. El resto eran cristianos de Europa Oriental y los países bálticos, muchos de ellos habían sido sometidos a trabajos forzados en Alemania. No obstante, los requisitos de entrada favorecían en tal grado a los peones agrícolas que el Presidente Truman llamó a la ley “flagrantemente discriminatoria contra los judíos”. El congreso enmendó la ley en 1950, pero para ese entonces la mayoría de las personas desplazadas judías en Europa se habían ido al recientemente establecido estado de Israel (fundado el 14 de mayo de 1948).

Para 1952, 137.450 refugiados judíos (incluidas cerca de 100.000 personas desplazadas) se habían establecido en los Estados Unidos. La ley enmendada de 1948 fue un momento decisivo en la política de inmigración estadounidense y estableció un precedente para crisis de refugiados posteriores.