Viena fue durante cinco siglos la capital de un gran imperio multinacional bajo la dinastía de los Habsburgo, de habla alemana. Después de 1918, pasó a ser la capital de la pequeña República de Austria. En 1934, en Viena había 1,9 millones de habitantes, lo cual era el 28 por ciento de la población total del país. En 1938, vivían unos 170.000 judíos en la ciudad, además de aproximadamente 80.000 personas de ascendencia mixta judía y cristiana. Incluidos los convertidos del judaísmo, la población judía vienesa puede haber llegado a 200.000, más del 10 por ciento de los habitantes de la ciudad.

Viena era un importante centro de cultura y educación judía. La ciudad era también un centro de pensamiento sionista y Theodor Herzl, el padre del sionismo, había estudiado en la Universidad de Viena. Muchos judíos vieneses estaban bien integrados en la sociedad y la cultura urbana. Los judíos constituían altos porcentajes de los médicos y abogados, empresarios y banqueros, artistas y periodistas de la ciudad.

En marzo de 1938, la Alemania nazi incorporó a la República Austriaca en lo que llegó a conocerse como “Anschluss”. Una vez que asumieron el poder, los nazis rápidamente aplicaron legislación antisemita alemana a Viena y al interior de Austria. El propósito de esta legislación era excluir a los judíos de la vida económica, cultural y social de la anterior Austria. Las autoridades cerraron las oficinas de la comunidad judía y enviaron a los miembros del consejo al campo de concentración de Dachau. Antes del verano de 1939, el gobierno ya había cerrado o confiscado cientos de fábricas y miles de empresas de propietarios judíos.

EMIGRACIÓN DESDE VIENA

Después del Anschluss, Viena se convirtió en el centro de la emigración judía desde Austria. Los que trataban de conseguir visas y otros documentos necesarios para emigrar debían hacer largas filas, día y noche, frente a oficinas municipales, policiales y de pasaportes. A los aspirantes a emigrantes se los obligaba a pagar una tarifa de salida y a declarar todas sus propiedades inmuebles y la mayor parte de sus bienes muebles, los cuales eran confiscados cuando salían del país.

En 1938, el capitán de las SS Adolf Eichmann (quien más tarde sería el más ferviente “experto” en deportaciones del Reich), en conjunto con el Inspector de la Policía de Seguridad y el SD en Viena, General de Brigada Walter Stahlecker (quien más tarde sería comandante de un escuadrón móvil de matanza, Einsatzgruppe A), estableció una Oficina Central para Emigración Judía en Viena. Antes del 17 de mayo de 1939, cerca de la mitad de la población judía total de Austria había emigrado, con lo cual quedaban solo unos 121.000 judíos en Austria (casi 8.000 en Viena). Si bien el ritmo de la emigración disminuyó poco a poco con la creciente amenaza de guerra y su estallido en septiembre de 1939, otros 28.000 judíos pudieron salir de Austria entre mayo de 1939 y mediados de 1942.

LA KRISTALLNACHT EN VIENA

El pogrom de noviembre de 1938, popularmente conocido como la Kristallnacht (“Noche de los vidrios rotos”), fue especialmente brutal en Viena. A los miembros del partido nazi y sus varias organizaciones paramilitares (incluidas las SA y SS) se le unieron civiles, envalentonados por la falta de intervención policial, para formar multitudes “espontáneas” que incendiaron con antorchas la mayoría de las sinagogas y pequeñas casas de oración de la ciudad. Muchas de ellas quedaron totalmente destruidas a la vista del público y el personal del departamento de bomberos, que intervenían solo cuando las llamas amenazaban con llegar a los edificios vecinos. Las empresas judías también fueron destrozadas y saqueadas.

La policía alemana arrestó a unos 6.000 judíos austriacos y los deportaron al campo de concentración de Dachau. Una pequeña cantidad de los arrestados fueron enviados al campo de concentración de Buchenwald. Solo fueron liberados los que prometieron emigrar de inmediato, dejando todos sus bienes. Veintisiete judíos austriacos fueron asesinados durante el curso del pogrom.

DEPORTACIONES DESDE VIENA

Durante la guerra, la política alemana con respecto a la población judía se desplazó desde la expropiación y la emigración hacia la deportación forzosa. Las deportaciones masivas sistemáticas de los judíos vieneses comenzaron en el otoño de 1939 cuando, por orden de Eichmann, las autoridades policiales y de las SS deportaron a unos 1.500 judíos desde Viena a un campo de detención en Nisko, Polonia. A fines del invierno de 1941, los alemanes deportaron a otros aproximadamente 4.500 judíos vieneses a la Polonia bajo ocupación (principalmente a Izbica y otros ghettos de la región de Lublin), donde a la mayoría los asesinaron más tarde. En el otoño de 1941 y la primavera de 1942, los alemanes deportaron a otros miles de judíos desde Viena a ciudades de la Unión Soviética bajo ocupación (Riga, Kovno, Vilna y Minsk). Las autoridades policiales y de las SS ubicadas en el lugar asesinaron a esos judíos, en su mayoría en fusilamientos masivos. Miles de judíos vieneses también fueron deportados a los ghettos de Lodz y Theresienstadt.

En octubre de 1942, solo quedaban unos 8.000 judíos en territorio austriaco. Las autoridades alemanas deportaron a aproximadamente 1.900 de esos judíos en 1943 y 1944. Algunos permanecieron escondidos. Muchos de los que quedaban en Viena estaban casados con personas no judías. En total, las SS y la policía deportaron a unos 47.555 austriacos al este. La gran mayoría de esos judíos, junto con unos 18.000 refugiados en Austria, fueron asesinados durante el Holocausto.

TRABAJOS FORZADOS EN VIENA

En 1944, las autoridades policiales y de las SS de Alemania, con la ayuda de gendarmes húngaros, deportaron a decenas de miles de judíos húngaros a Austria para que realizaran trabajos forzados. Miles de judíos húngaros fueron encarcelados en el campo de trabajo Strasshof de Viena, donde los reclutaron para construir fortificaciones. Varios de los campos de trabajos forzados de Viena estaban bajo la administración del campo de concentración de Mauthausen.

Las fuerzas soviéticas liberaron a Viena el 4 de abril de 1945. Bajo la ocupación conjunta de los aliados, Viena, al igual que Berlín, fue dividida en cuatro zonas. Este acuerdo conjunto de poder compartido terminó formalmente en mayo de 1955.