Eduard Schulte

Eduard Schulte (1891-1966) fue un destacado industrial alemán y un antinazi encubierto que filtró el primer informe a oriente sobre la intención de los nazis de exterminar a todos los judíos de Europa.

Schulte nació en Dusseldorf en una familia conservadora de clase alta. Para 1925, se había convertido en el director ejecutivo de una corporación grande y diversa que tenía lazos con firmas polacas, suizas y estadounidenses. Con bases en Breslau, la corporación era la más grande productora de zinc en Europa. Debido a la importancia del zinc en la economía de guerra de Alemania, en 1933 el régimen nazi colaboró con la expansión de la firma y, de esta forma, se ayudaba a Alemania a depender menos de las importaciones.

Schulte, como uno de los líderes industriales más importantes del país, tenía contacto frecuente con altos oficiales del gobierno alemán y militares, tanto como con otros industriales que tenían acceso a información importante. Además, su segundo al mando, Otto Fitzner, se había unido al Partido Nazi incluso antes de que Hitler llegara al poder y rápidamente avanzó en los puestos del partido porque era tanto confiable políticamente como un técnico competente. Fitzner fue rápidamente nombrado en varios puestos de alto rango a nivel gubernamental y de asesoramiento. También, se convirtió en un amigo muy cercano de Karl Hanke, el líder del Partido Nazi en el distrito. Fitzner se mantuvo en las nóminas de remuneraciones de la firma de Schulte e, involuntariamente, se convirtió en una invaluable fuente de información delicada. Schulte era independiente y de una fuerte voluntad, y creía que los nazis estaban llevando a la nación hacia una guerra desastrosa y de autodestrucción.

Una vez que estalló la guerra, Schulte decidió filtrar información a los aliados con la esperanza de que eso pudiera apresurar la derrota de Hitler. Debido a que viajaba frecuentemente de Alemania a Suiza, Schulte servía regularmente de informante a los servicios de inteligencia de Suiza y Polonia, que tenían contacto con los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses. Sin embargo, la contribución más famosa de Schulte tiene muy poca relación con la manera de conducir la guerra.

A fines de julio de 1942, Schulte le dijo a su socio en Zúrich, Isidor Koppelmann, que había obtenido información de que el régimen nazi planeaba exterminar a los judíos de Europa, posiblemente mediante el uso de ácido prúsico (el gas que se usó en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau). Schulte quería pasar la información a las organizaciones judías líderes en los Estados Unidos y a los gobiernos aliados, que él esperaba que pudieran impedir la masacre.

Koppelmann se contactó con Benjamin Sagalowitz, quien estaba a cargo de una oficina de información para las comunidades judías en Suiza. Sagalowitz contactó rápidamente a Gerhart Riegner, representante del Congreso Judío Mundial. El 8 de agosto de 1942, Reigner presentó su informe a las legaciones británicas y estadounidenses en Ginebra. Como el tráfico de telegramas privados desde Suiza no era posible, Reigner solicitó que la información fuera reenviada a través de canales diplomáticos a los gobiernos respectivos y a Rabbi Stephen Wise, el presidente del Congreso Judío Mundial con sede en Nueva York. Los telegramas resultantes llegaron a destino con dificultad y con cierta demora.

Reigner supo mucho después de la identidad de Schulte. En solo una ocasión se violó el pedido de anonimato de Schulte. En octubre de 1942, el jefe de la legación de los Estados Unidos en Suiza, Leland Harrison, insistió en que debía tener el nombre de la fuente de información para explicarles a los oficiales en Washington D. C. que los informes eran confiables. Reigner reveló de manera reticente la identidad de Schulte en un apéndice de su resumen concerniente a la persecución de los judíos en Europa.

Schulte continuó con sus viajes de Alemania a Suiza, trayendo con él inteligencia militar y económica importante. Con el arribo de Allen Dulles en noviembre de 1942, los Estados Unidos establecieron una Oficina de Servicios Estratégicos (la precursora de la Agencia Central de Inteligencia) en Suiza. Schulte y Dulles establecieron contacto en mayo de 1943. En su primera reunión, Dulles le pidió a Schulte que preparara un informe con el delineamiento de las condiciones actuales en Alemania e hiciera recomendaciones concernientes a la reconstrucción de la Alemania de posguerra. Se produjeron otros contactos en los que Schulte brindaba información invalorable.

A principios de diciembre de 1943, Schulte se enteró a través de amigos en la inteligencia militar alemana de que era objeto de una investigación de la Gestapo (el servicio secreto de la policía alemana) y de que su arresto era inminente. Se escapó a Suiza. Schulte permaneció en Zúrich durante el tiempo que duró la guerra, trabajó con Dulles y un pequeño grupo de antialemanes para recolectar y analizar información de inteligencia.

Después de la guerra, Schulte trabajó brevemente para las autoridades de la ocupación militar de los Estados Unidos en Berlín, a la espera de que le ofrecieran una función muy importante en la reconstrucción de Alemania. Cuando el cargo nunca se hizo realidad, a pesar del fuerte apoyo de Dulles y de las recomendaciones de varios países por sus esfuerzos durante la guerra, Schulte renunció y regresó a Suiza, donde permaneció hasta su muerte en enero de 1966.

La fuente de información del famoso telegrama de Reigner se mantuvo como un secreto poco conocido hasta que fue desenterrado por historiadores en los años ochenta.

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