El Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos (USHMM) expresa su profundo pesar por el fallecimiento de Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto, Premio Nobel, y líder internacional del movimiento de recuerdo a las víctimas del Holocausto

Lea los siguientes extractos de los discursos que pronunció Elie Wiesel el Día del Recuerdo.

2001
¿Cómo se llora a seis millones de muertos? ¿Cuántas velas se encienden? ¿Cuántas plegarias se oran? ¿Sabemos cómo recordar a las víctimas, su soledad, su impotencia? Nos dejaron sin dejar rastro, y nosotros somos ese rastro.

Contamos estas historias porque sabemos que no escuchar ni desear saber lleva a la indiferencia, y la indiferencia nunca es una respuesta.

El que odia, odia a todos. El que mata, mata más que a sus víctimas.

Ni siquiera hablábamos. Algunos lo intentamos. Nadie quería escuchar. Pero no nos resentimos. Creímos naturalmente que debíamos dar testimonio. No fue fácil. Sabíamos que el silencio estaba prohibido, pero que hablar era imposible. Sin embargo, ahora todo es diferente. Los jóvenes escuchan; quieren saber. Visitan nuestro Museo, escuchan a los sobrevivientes y quieren saber cómo evitar que nuestro pasado se convierta en su futuro.

... este recuerdo ardiente permanece, y nosotros, ustedes y yo, ustedes y todos nosotros, somos ahora sus privilegiados custodios.

2002
Debemos recordar. Tenemos que recordar los tiempos de crueldad y sufrimiento cuando en los lugares más oscuros, en el mundo de los hombres, día tras día, hora tras hora, los asesinos mataban y las víctimas perecían.

Debemos recordar a los ancianos y ancianas que murmuraban antiguas oraciones, y a los niños; siempre debemos recordar a los niños, tristes y asustados, todos parte de una procesión nocturna que caminaba hacia las llamas y se elevaba hasta el cielo más alto. Entre esos niños había futuros científicos, físicos, eruditos, estadistas, escritores, poetas, filántropos. Alguno de ellos podría haber inventado una cura para el SIDA o redactado un texto de tal humanidad que enmudecería de vergüenza a todos los racistas. Al asesinarlos, los asesinos le robaron futuro a la familia de la humanidad. Un millón y medio de niños judíos.

¿Qué era entonces el coraje? A veces me escuchan decir que tiene que haber una luz al final del túnel. Creo que en esos tiempos había luz EN el túnel. De alguna extraña manera, había coraje EN el ghetto. Y había esperanza, esperanza humana, EN el campo de exterminio. Simplemente un prisionero anónimo que daba un trozo de pan a alguien más hambriento, un padre que protegía a su hijo, una madre que intentaba contener las lágrimas para que sus hijos no vieran su dolor. Eso era coraje.

¿Pero hay esperanza? ¿Hay esperanza en el recuerdo? Tiene que haberla. Sin esperanza, el recuerdo sería morboso y estéril. Sin recuerdo, la esperanza estaría vacía de significado, y por sobre todo, vacía de gratitud.

2003
Todos los ríos van al mar, los días llegan y pasan, las generaciones desaparecen, otros nacen, las ceremonias de recuerdo se suceden y el odio sigue vivo, y algunos de nosotros, los que quedan de los que quedan, nos preguntamos con el poeta Paul Celan: ¿Quién atestiguará a favor de los testigos, quién recordará lo que algunos de nosotros intentamos relatar sobre una época de temor y oscuridad en la que muchas, demasiadas víctimas se sintieron abandonadas, olvidadas, indignas de compasión y solidaridad? ¿Quién responderá a las preguntas cuyas respuestas los muertos se llevaron consigo? ¿Quién se sentirá lo suficientemente capaz y fuerte, lo suficientemente fiel como para confrontar su terrible legado? Lo que fue y sigue siendo claro para algunos de nosotros, aquí y en todas partes, es que si los olvidamos, también nos olvidarán a nosotros.

¿Pero con recordar alcanza? ¿Qué se puede hacer con el recuerdo de la agonía y el sufrimiento? El recuerdo tiene su propio idioma, su propia textura, su propia melodía secreta, su propia arqueología y sus propias limitaciones: también puede lastimarse, robarse y avergonzarse; pero depende de nosotros rescatarlo e impedir que se convierta en algo barato, trivial y estéril.

Recordar significa dar una dimensión ética a todos los esfuerzos y las aspiraciones.

2004
Yo recuerdo: a fines de mayo de 1944, los rusos estaban tan cerca de mi ciudad que, por las noches, podíamos escuchar el estruendo de sus armas. Alemania necesitaba todos los vehículos, todos los trenes, todos los ejércitos para detener al Ejército Rojo. Pero se dio prioridad absoluta al asesinato de los judíos. Cuatro transportes salieron de mi ciudad durante los últimos días de mayo de 1944, poco antes del Día D. Cuando el tren se detuvo en una pequeña ciudad llamada Auschwitz, nunca pudimos imaginar que ese nombre pasaría a la historia y la transformaría en remordimiento y vergüenza.

... recordemos a los que sufrieron y perecieron en ese entonces, a los que cayeron con armas en sus manos y a los que murieron con oraciones en sus labios, a todos los que no tienen tumbas: nuestro corazón sigue siendo su cementerio.