Heinrich Himmler: biografía
Heinrich Himmler (1900-1945) fue el líder del Reich (Reichsführer) de las temibles SS del partido nazi, de 1929 a 1945. Himmler presidió un vasto imperio ideológico y burocrático que, para muchos dentro del Tercer Reich y fuera de él, lo definía como el segundo hombre más poderoso de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Al recibir la responsabilidad total por la seguridad del imperio nazi, Himmler fue el funcionario principal y de alto rango a cargo de concebir y supervisar la implementación de la denominada solución final: el plan nazi para asesinar a los judíos de Europa.
Himmler nació en una familia católica, conservadora y de clase media, en Munich, Alemania, el 7 de octubre de 1900. Su padre, Gebhard, era maestro en la escuela secundaria académica (Gymnasium) de Ludwig, en esa ciudad. En 1913, la familia de Himmler se mudó a Landshut, una ciudad ubicada a unos 64 kilómetros al nordeste de Munich, luego de que Himmler padre aceptara el trabajo de vicedirector de la escuela secundaria de esa ciudad. El joven Himmler era inteligente, tenía buena capacidad de organización y era fervorosamente patriótico. Durante la Primera Guerra Mundial, soñaba con servir en el frente como oficial y, utilizando los contactos que su padre le facilitó a regañadientes, dejó la escuela secundaria para comenzar su entrenamiento como cadete del ejército el 1 de enero de 1918. Pero el 11 de noviembre de 1918, antes de que finalizara su entrenamiento, Alemania firmó el armisticio que daba fin a la Primera Guerra Mundial.
Himmler se graduó de la escuela secundaria en Landshut, en julio de 1919. Después de que las restricciones que impusiera sobre Alemania el tratado de paz de Versalles destruyeran sus esperanzas de alistarse en el ejército (Reichswehr), estudió agricultura en la Universidad Técnica de Munich. Allí, ingresó a una fraternidad de alumnos nacionalista alemana y comenzó una profunda lectura de la literatura racista nacionalista (Völkisch), popular en la extrema derecha del espectro político alemán en el período de entreguerras. Cuando recibió su título universitario, en agosto de 1922, Himmler era un nacionalista völkisch fanático y un activista político.
Obligado a trabajar en una fábrica procesadora de estiércol en Schleissheim, cerca de Munich, Himmler se contactó con los nacionalsocialistas a través del jefe de personal de las SA, Ernst Röhm. En agosto de 1923, se unió al partido nazi, al que le dedicó toda su vida profesional luego de renunciar a su trabajo un mes después. El 9 de noviembre de 1923, Himmler marchó con Adolf Hitler, Röhm, Hermann Göring y otros líderes nazis en el Putsch de la cervecería contra el gobierno alemán.
Desempleado y sin nada que hacer después del fracaso del Putsch, Himmler encontró trabajo de secretario y asistente personal de Gregor Strasser, a quien Hitler designó líder de propaganda del Reich del partido nazi en 1926. Himmler también creó su propia reputación de orador y organizador en el partido. Sus discursos ponían énfasis en los siguientes temas: la “consciencia racial”, el culto a la raza alemana, la necesidad de la expansión y los asentamientos alemanes y la lucha contra los eternos enemigos de Alemania. Estos “eternos enemigos” eran el capital “judío”, el “marxismo” (es decir, el socialismo, el comunismo y el anarquismo), la democracia liberal y los pueblos eslavos. Mientras construía su reputación política, encontró tiempo en 1928 para casarse con Margarete Conczerzowo, con quien tuvo una hija, Gudrun, en 1929.
El 6 de enero de 1929, Adolf Hitler, el Führer (líder) del partido nazi, designó a Himmler Reichsführer de las SS. Las SS, que en 1929 contaban con un total de 280 hombres, dependían de las SA y tenían dos funciones principales: ser guardaespaldas de Hitler y otros líderes nazis, y promocionar las suscripciones para el periódico del partido nazi, Der Völkischer Beobachter (El Observador Nacionalista Racial). Desde este insignificante comienzo, Himmler percibió una oportunidad para el desarrollo de un cuerpo de elite para el partido nazi. Para cuando los nazis tomaron el poder en enero de 1933, las SS contaban con más de 52.000 personas. Himmler también introdujo en las SS dos funciones clave relacionadas con las metas centrales a largo plazo del partido nazi: seguridad interna y custodia de la pureza racial.
Después de desplegar sus SS en abril de 1931 para aplastar una sublevación de las SA (guardias de asalto nazis) de Berlín contra el liderazgo de Hitler (lo cual inspiró la adopción del lema de las SS “Mi honor es lealtad”), Himmler creó el Servicio de Seguridad (Sicherheitsdienst, SD) en el verano de 1931. El SD vigilaba a los opositores de Hitler dentro del partido nazi y reunía información de inteligencia sobre los líderes y las actividades de otros partidos políticos, además de funcionarios del gobierno federales y locales. En agosto de 1934, el segundo Führer del partido nazi, Rudolf Hess, anunció que, a partir de ese momento, el SD sería la única agencia que reuniría y evaluaría información de inteligencia política en el Tercer Reich.
El último día de 1931, Himmler también creó la Oficina de Raza y Asentamiento (Rasse- und Siedlungsamt) de las SS para evaluar solicitudes de hombres de estas fuerzas que querían casarse en virtud de un nuevo “Decreto de matrimonio” interno. La “experiencia” desarrollada en este papel de conservación de la “pureza racial” en las SS se utilizó después, durante la guerra, para determinar si una persona era “alemana” o no. Como mínimo, una decisión positiva suponía un puesto trabajo y mejores raciones en el territorio ocupado por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Como máximo, la decisión acerca del origen étnico podía ser de vida o muerte.
En los cinco años a partir de que los nazis tomaran el poder en enero de 1933, Himmler colocó a las SS en una posición inexpugnable al asumir el control de las fuerzas de la policía alemana. El 9 de marzo de 1933, fue designado presidente provisional de la policía en Munich. Tres semanas después, fue nombrado comandante de la Policía Política de Baviera. A fines de 1934, Himmler buscó y obtuvo el mando de cada uno de los departamentos de la policía política estatal de Alemania y los centralizó en una única y nueva agencia en Berlín, la Policía Secreta Estatal Alemana (Geheime Staatspolizei, Gestapo).
Luego de que Hitler lo designara Reichsführer de las SS y jefe de la Policía Alemana, el 17 de junio de 1936, Himmler centralizó las diversas fuerzas de investigación de la policía criminal de Alemania en la Oficina de la Policía Criminal del Reich (Reichskriminalpolizeiamt) y unió a la Gestapo y la Policía Criminal en la Oficina Principal de la Policía de Seguridad (Hauptamt Sicherheitspolizei). En septiembre de 1939, Himmler fusionó la Policía de Seguridad y el SD en la Oficina Principal de Seguridad del Reich (Reichssicherheitshauptamt, RSHA), la agencia que se encargaría de implementar el Holocausto de 1941 a 1942. También unificó y centralizó las fuerzas de la policía uniformada (Ordnungspolizei, Orpo) de Alemania.
De 1933 a 1934, Himmler también se aseguró que las SS tuvieran el control sobre un sistema de concentración centralizado. Si bien diversas autoridades civiles y agencias de policía habían establecido campos de concentración autónomos durante 1933 para encarcelar enemigos políticos del gobierno nazi, Hitler -que estaba impresionado con el campo de concentración de Dachau creado por las SS en marzo de 1933- autorizó a Himmler a crear un sistema centralizado de campos de concentración. Aunque esta Inspección de Campos de Concentración de las SS redujo a cuatro la cantidad de estos establecimientos en 1937, el sistema creció durante la guerra e incluyó de 30 a 40 campos principales y cientos de subcampos. En este sistema, las autoridades de las SS de los campos de concentración mataron a alrededor de dos millones de prisioneros (judíos, prisioneros políticos, romaníes [gitanos], los denominados asociales, condenados reincidentes, homosexuales, testigos de Jehová, etc.).
Como recompensa por su papel en el asesinato de Ernst Röhm y los jefes de las SA, del 30 de junio al 2 de julio de 1934, Hitler anunció que las SS eran una organización independiente y que Himmler era su subordinado en su nueva función de Führer de Alemania, un cargo que colocaba su autoridad fuera de las leyes del estado alemán. Esta relación de mando fue la base para el inmenso poder que Himmler acumuló durante la Segunda Guerra Mundial. Al ligar la organización de las fuerzas de la policía alemana a las SS, Himmler logró eliminar la revisión administrativa o judicial externa del personal, las finanzas, las acciones y las operaciones de la policía. Como Reichsführer de las SS, Himmler recibía órdenes directamente de Hitler para llevar a cabo políticas ideológicas que las leyes del estado no permitirían. Esta “autoridad del Führer” basada en la ideología permitió la autorización de la encarcelación por tiempo indefinido y el asesinato en masa. Los líderes nazis justificaban esta cadena de mando fuera de la ley y las políticas iniciadas con su autorización mediante la legislación de emergencia nacional posterior al incendio del Reichstag en 1933 y la emergencia intensificada creada por la guerra.
Himmler expandió su autoridad durante la guerra. El 7 de octubre de 1939, poco tiempo después de que Alemania conquistara y dividiera Polonia con la Unión Soviética, Hitler designó a Himmler Comisario Político del Reich para el Fortalecimiento de la Reserva Étnica Alemana (Reichskommissar für die Festigung deutschen Volkstums, RKFDV), un cargo que autorizaba a éste y a las SS a planear, iniciar y controlar el avance de los proyectos de reasentamiento alemán en la Polonia bajo ocupación y, más adelante, en la Unión Soviética. En carácter de RKFDV, las organizaciones al mando de Himmler tenían la última palabra en cuanto a quién era alemán, dónde debían vivir las personas de etnia alemana y qué poblaciones debían ser trasladadas o aniquiladas para crear espacio para los pobladores alemanes.
En julio de 1941, Hitler extendió la autoridad de Himmler a las operaciones de seguridad y asentamiento en la Unión Soviética que estaba ocupada por los alemanes. La exclusiva responsabilidad de Himmler en la seguridad detrás de las primeras líneas autorizaba a los equipos móviles de matanza (Einsatzgruppen) y otras unidades policiales y de las SS a iniciar y dirigir el asesinato en masa de judíos, oficiales soviéticos, romaníes (gitanos) y discapacitados que vivían en instituciones con el apoyo de las autoridades alemanas militares y de ocupación civil. Con el consentimiento de Hitler, las SS, dentro de sus responsabilidades en asuntos de seguridad y asentamiento, asumieron el liderazgo en la planificación y la implementación de la denominada solución final del problema judío y en las operaciones de aniquilación en todo el Reich en contra de romaníes (gitanos) y discapacitados que vivían en instituciones.
En 1937, las SS asumieron el control de la Oficina de Enlace para los Alemanes Étnicos (Volksdeutsche Mittelstelle), la cual satisfacía las necesidades de las personas de etnia alemana que vivían fuera del Reich. Estas necesidades incluían vestimenta y equipamiento doméstico para comunidades de personas de etnia alemana instaladas recientemente. Estos artículos que las SS suministraban provenían, en parte, de efectos personales tomados de judíos asesinados en los centros de exterminio.
Quizás como reflejo del creciente poder de las SS en el estado, Hitler designó a Himmler ministro del Interior, en julio de 1943; de igual importancia fue el hecho de que esa designación guardara poco significado en la realidad de poder del Tercer Reich.
A fin de fortalecer la posición de las SS sobre las elites alemanas establecidas después de una guerra victoriosa, Himmler convenció a Hitler, a fines de 1939, de permitir la creación de fuerzas armadas de las SS, conocidas como Waffen SS. Si bien, inicialmente, solo contaban con cuatro divisiones, las Waffen SS finalmente presentaron más de 20 divisiones, armaron a medio millón de hombres y crearon una estructura de mando y operaciones para competir con el ejército alemán. Ese mismo año, Himmler creó un sistema disciplinario independiente para las SS, puesto que ni tribunales civiles ni militares tenían competencia para investigar delitos perpetrados por miembros de las SS y la policía o sus unidades auxiliares.
Como, según la opinión de Hitler, las derrotas militares habían reducido el prestigio de los generales, las SS de Himmler también usurparon la autoridad de las fuerzas armadas alemanas. En febrero de 1944, la Policía de Seguridad y el SD asumieron el control del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas. Luego del fracaso del putsch militar del 20 de julio de 1944, Hitler designó a Himmler comandante del Ejército de Sustitución (un cargo responsable de entrenar y supervisar al personal militar) y le dio el poder sobre los asuntos relacionados con los prisioneros de guerra. En diciembre de 1944, Himmler hizo realidad su antiguo sueño de tener autoridad en el campo cuando Hitler lo designó comandante en jefe del Grupo de Ejército del Alto Rin en el sudoeste de Alemania.
A pesar de las apariencias, Himmler no era todopoderoso en el Tercer Reich. Su rival más importante y poderoso durante el último año de la guerra era Martin Bormann, el secretario de Hitler y el jefe de la Cancillería del partido nazi. El aparato del partido nazi, anclado en el poder político de sus líderes provinciales (Gauleiter) que también ocupaban cargos en el estado como comisarios de defensa regional, ganó importancia cuando la guerra llegó a Alemania con la invasión de los ejércitos aliados. De modo similar, Albert Speer, ministro de Armamentos y Producción Bélica, ejerció un gran poder en los últimos años de la guerra, a pesar de sus protestas de falta de poder ante las SS después de la guerra.
Algunos consideran que Himmler era un chiflado, y que su fascinación con lo oculto, su interés en proyectos poco viables (como la búsqueda de los orígenes de la raza aria en el Tíbet), sus visiones de sí mismo como la reencarnación de un emperador medieval alemán y la manera pedante de su estilo de vida personal, los problemas maritales y los desórdenes financieros de sus hombres y oficiales de las SS permitían que sus subordinados (como el jefe de la Policía de Seguridad y el SD, Reinhard Heydrich) fueran los que realmente dirigían las SS detrás de bambalinas, tolerando las excentricidades de Himmler como tapadera de sus propias ambiciones más prácticas. Esta visión es imprecisa. Himmler era un organizador hábil y un administrador capaz que comprendía cómo obtener poder y utilizarlo, y era la fuerza conductora ideológica y organizativa detrás del surgimiento de las SS. Además, comprendía a sus hombres y sabía cómo conseguir que fueran leales a su persona y al concepto de la elite nazi a la cual pertenecían. Su capacidad para darles libertad a sus subordinados para que ejercieran iniciativas de implementación de la política nazi fue un factor importante del éxito mortífero de muchas operaciones de las SS. Cuando asumió el mando de estas fuerzas, Himmler reconoció la importancia de la seguridad interna y la determinación de la pureza racial para el movimiento nazi y expandió con éxito las funciones de las SS para cumplir estas necesidades ideológicas y prácticas. Himmler comprendía la importancia del poder policial separado de las limitaciones legales y la supervisión estatal. Persuadió a Hitler, con el argumento de que existían poderosos rivales en el partido y el estado, de que la fusión de las SS y la policía forjaría el instrumento para que el régimen nazi alcanzara sus metas ideológicas centrales y a largo plazo.
Fue Himmler a quien Hitler confió la planificación y la implementación de la “solución final”. En su discurso más citado, ese 4 de octubre de 1943 en Poznan, a un grupo de generales de las SS, Himmler justificó en forma explícita el asesinato en masa de los judíos europeos con las siguientes palabras: “Aquí frente a ustedes, quiero referirme explícitamente a un asunto muy serio… Aquí quiero decir... la aniquilación del pueblo judío... La mayoría de ustedes sabrá lo que significa cuando 100 cadáveres yacen uno junto al otro, o 500 ó 1.000... Esta página de gloria en nuestra historia nunca se ha escrito ni se escribirá jamás… Teníamos el derecho moral, estábamos obligados con nuestro pueblo a matar a estas personas que querían matarnos a nosotros”.
Después del fracaso del putsch del 20 de julio de 1944, Himmler jugó con la idea de negociar una paz separada con los aliados occidentales mientras continuaba la lucha contra la Unión Soviética. Durante el invierno de 1944 y 1945, pensó en usar a los prisioneros de los campos de concentración como moneda de cambio para iniciar esas negociaciones. En abril de 1945, Himmler se reunió con el representante del Congreso Judío Mundial en Estocolmo, Suecia, Hilel Storch, para tratar la apertura de negociaciones. En parte, porque los aliados no negociarían con un hombre tan implicado en crímenes nazis y, en parte, porque Himmler no podría separarse de Hitler o de la creencia de que, de algún modo, los alemanes ganarían la guerra, sus desganados tanteos fracasaron. En abril de 1945, Himmler solicitó al conde Folke Bernadotte, vicepresidente de la Cruz Roja de Suecia, que transmitiera un ofrecimiento de rendición en el frente occidental al general Dwight D. Eisenhower, comandante en jefe de las fuerzas aliadas. Hitler recibió la noticia del ofrecimiento en la rodeada Berlín la noche del 28 al 29 de abril de 1945. En uno de sus últimos actos oficiales, Hitler despojó a Himmler de todos sus cargos y ordenó su arresto.
Si bien había asegurado constantemente a sus oficiales y hombres de las SS que, en última instancia, él se responsabilizaría por todas sus acciones, el fin de la guerra encontró a Himmler vestido con el uniforme de la Policía Secreta de Campo con documentos a nombre de Heinrich Hitzinger. Fue capturado por soldados rusos el 20 de mayo de 1945 y entregado a los británicos, a quienes finalmente confesó su identidad. El 23 de mayo de 1945, mientras le practicaban un registro de cavidades corporales, Himmler se suicidó mordiendo una cápsula de cianuro que ocultaba en la boca para ese preciso propósito.