Un proyecto del Miles Lerman Center

En muchas ciudades, en los tiempos anteriores a la guerra (en Kalisz, por ejemplo), los grupos sionistas ocupaban, en el mejor de los casos, una posición secundaria detrás de otras organizaciones políticas judías con diferentes orientaciones y metas, tales como el partido bundista socialista o el partido tradicionalista Agudath Israel, el cual representaba a la gran población judía ortodoxa. Sin embargo, durante toda la guerra, miembros de movimientos de jóvenes sionistas adoptaron posiciones de liderazgo en organizaciones de resistencia en ghettos y de lucha de partisanos.

A comienzos de la guerra, en septiembre de 1939, la mayoría de los líderes oficiales judío-polacos huyeron de Varsovia y de las otras ciudades importantes de Polonia rumbo a la Unión Soviética o al extranjero, o fueron capturados, encarcelados y ejecutados. Algunos de los líderes que sí se quedaron durante la guerra fueron obligados a participar en el Judenrat (consejo judío) de sus ciudades y pueblos durante ese período. Sin embargo, después del inicio de la guerra, una cantidad de líderes de la juventud sionista que habían logrado huir hacia el Este decidieron regresar a la Polonia bajo ocupación. Este fue el caso de los líderes del movimiento juvenil de Varsovia, muchos de los cuales habían huido hacia Vilna para escapar de la invasión nazi en Septiembre de 1939. Los líderes juveniles de movimientos (como Hashomer Hatzair, Dror, Betar y He-Halutz), tales como Mordechai Anilewicz , Zivia Lubetkin, Yitzhak Zuckerman, Josef Kaplan, Frumka Plotnicka, Tosia Altman y Samuel Breslaw, eligieron regresar voluntariamente después de varios meses en Rusia y Lituania. Los que regresaron a Varsovia estaban motivados por un sentido de la responsabilidad como líderes locales, no solo con sus jóvenes chanichim (miembros del movimiento) sino con la comunidad judía en su totalidad.

Bajo la ocupación alemana, la juventud sionista organizada trabajó para comprender mejor las necesidades de la comunidad judía en un sentido más amplio. Mientras que, antes de la guerra, sus actividades se habían concentrado en la “elite” de la juventud judía que se capacitaba para la aliyah hacia Palestina, durante ella, su sentido de la responsabilidad y el alcance de sus actividades se ampliaron. Como parte de su esfuerzo educativo, los movimientos de jóvenes sionistas establecieron kibutz y escuelas clandestinas en los ghettos. A través de la actividad continua durante la guerra, la comunicación entre ghettos y la creación de una prensa clandestina, los grupos de jóvenes sionistas mantenían una mejor organización de sus movimientos que otros grupos políticos (los cuales cayeron o fueron seriamente debilitados por el peso de la persecución alemana y las políticas de exterminio). Tosia Altman, por ejemplo, pasó la primera mitad de 1940 viajando a diversas ramas de Hashomer Hatzair en el Generalgouvernement y Galicia para asistir en la organización del movimiento.

A su vez, estos líderes de movimientos juveniles se convirtieron en los líderes de la resistencia de los ghettos y tomaron la iniciativa de determinar la acción política y social en la clandestinidad. Antes de la guerra, los movimientos juveniles dependían en gran parte de los shlichim (emisarios) de Palestina para decidir sobre la creación de políticas. Sin embargo, durante la guerra, al estar mayormente incomunicados con el mundo exterior y ser mucho más independientes y autónomos que antes, los movimientos juveniles funcionaron como fuente de información del mundo exterior y surgieron como alternativa de organización de líderes aparte del Judenrat. Puesto que los líderes de los movimientos juveniles eran mucho más jóvenes que los demás líderes políticos, no se enfrentaron con la tarea extremadamente difícil de formar parte del Judenrat. No obstante, los movimientos juveniles comenzaron rápidamente a criticar mucho al Judenrat y a la policía judía y, a menudo, los convertían en los primeros blancos de sus ataques políticos y físicos en la vida clandestina dentro de los ghettos. En muchos casos, los movimientos juveniles fueron los primeros que evaluaron las primeras masacres judías como parte de un programa exhaustivo y, por lo tanto, fueron decisivos para la organización inicial de la resistencia. La movilidad de los líderes de los movimientos juveniles también les permitió hacer públicas las primeras noticias de las atrocidades en Lituania, como en el caso del regreso de Tosia Altman desde Vilna a Varsovia a fines de 1941. Aún así, muchos miembros de los grupos juveniles fueron muy autocríticos después de la guerra por no haber reconocido el peligro ni haber organizado la resistencia antes. A pesar de esa autocrítica, sus acciones durante el período de ocupación alemana colocaron a los movimientos juveniles en una excelente posición para asumir el liderazgo después de la guerra, tanto desde su propio punto de vista como del de otros sobrevivientes.