Ideología racial nazi

Desde mucho tiempo antes de convertirse en canciller de Alemania, Hitler ya estaba obsesionado con la raza. Sus discursos y escritos difundieron sus creencias de que el mundo estaba envuelto en una lucha racial sin fin. Los pueblos nórdicos blancos ocupaban el primer puesto de la jerarquía racial; los eslavos, negros y árabes se encontraban en un puesto más bajo; y los judíos, que se pensaba que eran una amenaza existencial para la “raza maestra aria”, se encontraban al fondo. Cuando los nazis subieron al poder, estas creencias se convirtieron en la ideología del gobierno y se difundieron públicamente en carteles, radio, películas, salones de clases y periódicos. También constituyeron una base para la campaña de reorganización de la sociedad alemana, al excluir primero a los judíos de la vida pública, para luego asesinar a alemanes y eslavos discapacitados, y por último, desarrollar el esfuerzo por exterminar a los judíos europeos.

“Sangre y suelo”

“Sangre y suelo” (Blut und Boden) fue uno de los primeros eslóganes nazis que se usaron en Alemania para evocar la idea de una raza “aria” pura y el territorio que deseaban conquistar. El concepto fue fundamental para la ideología nazi y su atractivo, aunque es anterior al régimen nazi. El término “sangre” hacía referencia a la meta de un pueblo ario “racialmente puro”. “Suelo” invocaba una visión mística de la relación especial entre el pueblo germano y sus tierras. También era una herramienta para justificar la confiscación de tierras en Europa Oriental y la expulsión forzada de las poblaciones locales en favor de los alemanes étnicos. El término fue un llamado a la acción durante la década de 1920 y principios de la de 1930, cuando los nazis y otros partidos de extrema derecha se declararon en oposición a la incipiente democracia de Weimar.

“Extranjero”, “parásito”, “degenerado”

Para poder lograr que la persecución de los judíos fuera públicamente aceptable, los propagandistas nazis los tildaron de ser una amenaza biológica para Alemania. La propaganda racista patrocinada por el gobierno se distribuyó ampliamente para denunciar a los judíos como “extranjeros” y “parásitos”, así como responsables de la “degeneración” cultural, política y económica. Estas palabras tuvieron un efecto enorme y crearon un ambiente en el que la persecución y la violencia eran aceptables. Los estudiantes hacían piras para quemar libros de autores judíos, y para purgar obras de arte y música creadas por judíos y otros que eran considerados “no alemanes”. Sin embargo, lo peor de todo fue que los judíos se volvieron menos humanos a la vista de los alemanes, y menos merecedores de protección por parte de la sociedad.

Limpieza étnica

El término “limpieza étnica” se ha utilizado en décadas recientes como un eufemismo para obligar a un grupo de personas a dejar sus hogares, o incluso para asesinarlas con el fin de crear una zona “racialmente pura” para otro grupo. Los efectos han sido devastadores en lugares como la antigua Yugoslavia, donde más de 100.000 personas, la mayoría musulmanes bosnios, fueron asesinadas en la década de 1990. Los nazis usaron un eufemismo similar, Säuberung, que significa purga o limpieza, para referirse a los esfuerzos por asesinar sistemáticamente a los judíos de Europa.

‘Heil’ y el saludo nazi

Después del ascenso de los nazis al poder en Alemania en la década de 1930, se volvió común que los alemanes se saludaran levantando el brazo derecho y diciendo las palabras “Heil Hitler”. El “saludo alemán”, como se le llegó a conocer, era un ritual del culto a Adolf Hitler. Durante el régimen nazi se esperaba que los alemanes declararan lealtad al “Führer” (líder) en formas cuasirreligiosas. Por ejemplo, incluso saludaban ante las estatuas de Hitler.

“Comunistas judíos”

En la década de 1920 y 1930, los nazis se definieron, en parte, por su oposición al comunismo. Después de la Revolución Bolchevique de 1917 en Rusia, Alemania pareció quedar vulnerable a la difusión del comunismo, en particular después de un levantamiento comunista que hubo en Berlín. El gobierno democrático de Weimar estaba inestable, y su economía era un caos. En su lucha contra los socialistas y los comunistas, los fascistas y otros grupos de derecha explotaron el hecho de que algunos comunistas prominentes eran judíos para utilizar el antisemitismo en favor de su causa. Los antiguos lazos falsos entre los judíos y el comunismo también subrayaron las teorías de conspiración antisemitas acerca de la dominación global por parte de los judíos.

Los colores nazis (negro, blanco y rojo)

Los nazis hicieron un uso deliberado del diseño gráfico y el color en formas que hoy podríamos designar como desarrollo de marcas. El mismo Adolf Hitler fue quien creó la bandera, tomando los colores del imperio alemán que cayó al final de la Primera Guerra Mundial, con lo que rechazaba de manera implícita la democracia al evocar un gobierno autoritario. Los colores y el diseño aparecen en incontables banderas, carteles, brazaletes y otras insignias nazis; de manera falsa, transmiten una continuidad entre el “glorioso” pasado imperial y el régimen nazi. Hitler escribió lo siguiente: “En el rojo vemos la idea social del movimiento, en el blanco la idea nacionalista; en la esvástica vemos la misión de la lucha por la victoria del hombre ario”.

Esvástica

La esvástica tiene una larga historia y un poder duradero, predominantemente como símbolo de odio. Este símbolo se utilizó por lo menos 5.000 años antes de que Adolf Hitler se lo apropiara para la bandera nazi, que contiene una esvástica en el centro. La palabra se deriva del sánscrito svastika, que significa “buena fortuna” o “bienestar”. La esvástica, que se identifica mucho con la civilización “aria” de la India (en referencia a los primeros pobladores indoeuropeos, a diferencia de la población nativa), fue adoptada por los grupos de derecha de la Alemania de principios del siglo XX para representar la superioridad racial de los “arios”, a quienes comparaban con los pueblos “nórdicos” o de “sangre germana”, en contraste con los judíos y otras minorías. Se utiliza casi exclusivamente para invocar la tiranía nazi e intimidar a cualquiera que no se adhiera a sus opiniones supremacistas blancas.

Antorchas y fuego

Los nazis fueron maestros de la propaganda, y por lo regular utilizaban antorchas y fuego durante los espectáculos para crear drama y demostrar fuerza. Las marchas con antorchas fueron un elemento frecuente y cuidadosamente organizado de las manifestaciones nazis. El 30 de enero de 1933, los desfiles a la luz de las antorchas anunciaron el inicio del régimen nazi cuando Adolf Hitler se convirtió en canciller de Alemania. El famoso filme de Leni Riefenstahl llamado “El triunfo de la voluntad” incluía dramáticas tomas de las personas que portaron antorchas durante una manifestación del partido nazi en 1934 en Nuremberg, y que marcharon en formación coreografiada para formar una enorme esvástica humana. Además, durante los juegos olímpicos de 1936 en Berlín, como parte de una estrategia calculada para relacionar su visión racista con un pasado más antiguo, los organizadores reintrodujeron el ritual del relevo con antorchas para encender la llama olímpica.

“Alimañas”, “Enfermos”

Los propagandistas nazis trabajaron con los estereotipos existentes y las creencias antisemitas para relacionar directamente a los judíos con la diseminación de enfermedades y pestes. Como parte de su campaña racial para “limpiar” la sociedad, los líderes nazis implementaron políticas de “higiene racial” para proteger a la población no judía. Por ejemplo, en la Polonia ocupada, los nazis reforzaron su política de confinar a los judíos a los guetos al describirlos como una amenaza de salud que requería cuarentena, mientras que al mismo tiempo creaban una profecía autorrealizada al limitar drásticamente el acceso a alimentos, agua y medicamentos para las personas que apresaban ahí. Los filmes “educativos” alemanes, que se proyectaron ante miles de niños polacos en edad escolar, caracterizaban a “el judío” como un portador de piojos y tifo.