Las iglesias alemanas y el estado nazi

La población de Alemania en 1933 rondaba los 60 millones. Casi todos los alemanes eran cristianos, ya sea católicos romanos (aproximadamente 20 millones) o protestantes (aproximadamente 40 millones). La comunidad judía de Alemania en 1933 era inferior al 1% de la población total del país.

¿De qué modo los cristianos y sus iglesias en Alemania reaccionaron al régimen nazi y a sus leyes, especialmente a la persecución de judíos? La ideología nazi que discriminaba a la raza judía convergió con el antisemitismo que estaba generalizado en toda Europa en ese momento y estaba profundamente arraigado en la historia cristiana. Para demasiados cristianos, las interpretaciones tradicionales de las escrituras religiosas parecían respaldar estos prejuicios.

Las actitudes y acciones de católicos y protestantes alemanes durante la era nazi estaban moldeadas no solo por sus creencias religiosas sino también por otros factores, a saber:

•Repercusión negativa contra la República de Weimar y los cambios políticos, económicos y sociales que ocurrieron en Alemania durante la década de 1920;
•Anticomunismo;
•Nacionalismo; y
•Resentimiento hacia la comunidad internacional después de la Primera Guerra Mundial, que Alemania perdió y por la cual fue forzada a pagar cuantiosas compensaciones.

Estos fueron algunos de los motivos por los cuales la mayoría de los cristianos de Alemania acogieron el surgimiento del nazismo en 1933. También fueron persuadidos por la declaración sobre “cristianismo positivo” mencionada en el Artículo 24 de la Plataforma del Partido Nazi de 1920, en la que se leía:

"Exigimos la libertad de todos los credos religiosos en el estado, en tanto que no pongan en peligro la existencia del estado ni entren en conflicto con la cultura y las creencias morales de la raza germánica. El Partido como tal se atiene al punto de vista de un cristianismo positivo sin atarse confesionalmente a ningún credo en particular. Combate el espíritu materialista judío a nivel nacional e internacional y está convencido de que la recuperación permanente de nuestro pueblo solo podrá lograrse desde las bases del bien común antepuesto al bien individual".

A pesar del manifiesto antisemitismo de esta declaración y de su vinculación entre una "libertad" religiosa y una comprensión nacionalista y discriminatoria de la moral, muchos cristianos de Alemania interpretaron esto como una afirmación de los valores cristianos.

IGLESIAS PROTESTANTES EN LA ALEMANIA NAZI

La mayor iglesia protestante en Alemania en la década de 1930 era la Iglesia Evangélica, compuesta por 28 iglesias regionales o Landeskirchen que incluían las tres tradiciones teológicas más importantes que habían surgido a partir de la Reforma: la luterana, la reformada y la unida. La mayoría de los 40 millones de protestantes eran miembros de esta iglesia, si bien existían las llamadas iglesias protestantes "libres" menores, como la metodista y la bautista.

Históricamente la iglesia Evangélica alemana se consideraba uno de los pilares de la cultura y la sociedad alemanas, con una tradición teológica de lealtad al estado. Durante la década de 1920, surgió un movimiento dentro de la Iglesia Evangélica Alemana llamado Deutsche Christen o "cristianos alemanes". Los "cristianos alemanes" abrazaron muchos de los aspectos raciales y nacionalistas de la ideología nazi. Cuando los nazis llegaron al poder, este grupo procuró crear una "iglesia del Reich" nacional y propugnó una versión "nazificada" del cristianismo.

Bekennende Kirche, la "Iglesia Confesionista", surgió en oposición a los “cristianos alemanes”. Su documento fundacional, la Profesión de Fe de Barmen, declaraba que la iglesia debía fidelidad a Dios y a las escrituras, no a un Führer terrenal. Tanto la Iglesia Confesionista como los "cristianos alemanes" siguieron formando parte de la Iglesia Evangélica Alemana, y el resultado fue una Kirchenkampf, o "lucha religiosa" dentro del protestantismo alemán: un debate y una lucha constantes por el control entre los que buscaban una iglesia "nazificada", los que se oponían y los denominados líderes eclesiásticos "neutrales" cuya prioridad era evitar el cisma religioso y cualquier tipo de conflicto con el estado nazi.

Los integrantes más famosos de la Iglesia Confesionista fueron el teólogo Dietrich Bonhoeffer, ejecutado por participar en la conspiración para derrocar al régimen, y el pastor Martin Niemöller, que pasó siete años en campos de concentración debido a sus críticas contra Hitler. Sin embargo, estos clérigos no fueron representativos de la Iglesia Confesionista; a pesar de sus ejemplos, la Kirchenkampf protestante fue principalmente un asunto interno de la iglesia, no una lucha contra el nacionalsocialismo. Incluso en la Iglesia Confesionista, a la mayoría de los líderes religiosos les preocupaba principalmente bloquear la interferencia estatal e ideológica en los asuntos de la iglesia. No obstante, de hecho hubo miembros del clero y laicos que se opusieron al régimen y lo resistieron, incluso hubo quienes ayudaron a los judíos y los ocultaron.

LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA EN LA ALEMANIA NAZI

La Iglesia Católica no se dividió entre facciones ideológicas diferentes tan drásticamente como la Iglesia Protestante, y nunca sufrió una Kirchenkampf interna entre esas partes. Desde un principio, los líderes católicos fueron más recelosos del nacionalsocialismo que los protestantes. El nacionalismo no estaba tan profundamente arraigado en la Iglesia Católica alemana, y el anticatolicismo exacerbado de figuras tales como Alfred Rosenberg, un destacado ideólogo nazi durante el ascenso nazi al poder, planteó un problema entre los líderes católicos de Alemania y el Vaticano. Además, el partido Centro Católico había sido un aliado clave del gobierno de la coalición en la República de Weimar durante la década de 1920 y estaba alineado tanto con los socialdemócratas como con el Partido Demócrata alemán izquierdista, enfrentándolo políticamente contra los partidos de derecha como los nazis.

De hecho, antes de 1933, algunos obispos les prohibieron a los católicos de sus diócesis que se afiliaran al partido nazi. Esta prohibición quedó sin efecto después del discurso de Hitler del 23 de mayo de 1933 ante el Reichstag, en el que describía al Cristianismo como el “cimiento” de los valores alemanes. El partido Centro se disolvió en 1933 como parte de la firma de un concordato entre el Vaticano y representantes del gobierno nazi, y varios de sus líderes fueron asesinados en la purga de Röhm en julio de 1934.

RESUMEN

En ambas iglesias alemanas había miembros, incluidos clérigos y destacados teólogos, que abiertamente apoyaban al régimen nazi. Con el tiempo se desarrollaron sentimientos antinazis tanto en los círculos protestantes como en los católicos a medida que el régimen nazi ejercía cada vez más presión sobre ellos. A su vez, el régimen nazi vio posibilidades de disenso en las críticas de la iglesia a las medidas estatales. Por ejemplo, cuando se leyó una declaración protestante desde los púlpitos de las iglesias confesionistas en marzo de 1935, las autoridades nazis reaccionaron enérgicamente arrestando por poco tiempo a más de 700 pastores. Después de que la encíclica papal de 1937, Mit brennender Sorge ("Con viva preocupación"), se leyera desde los púlpitos católicos, la Gestapo confiscó copias de oficinas diocesanas en todo el país.

La estrategia general de los líderes protestantes y católicos de Alemania fue la precaución con respecto a la protesta y la transigencia con el estado nazi dentro de lo posible. En ambas iglesias hubo críticas internas acerca de la ideología discriminatoria nazi y las nociones de "arianismo", y surgieron movimientos en ambas iglesias para defender a sus miembros considerados "no arios" por las leyes raciales nazis (por ejemplo, los judíos conversos). Sin embargo, durante todo este período, casi no hubo oposición pública al antisemitismo ni voluntad por parte de los líderes eclesiásticos de oponerse públicamente al régimen contra los asuntos de antisemitismo y la violencia oficialmente avalada contra los judíos. Hubo católicos y protestantes que individualmente alzaron la voz a favor de los judíos, y pequeños grupos dentro de ambas iglesias que se involucraron en actividades de rescate y resistencia (por ejemplo, la Rosa Blanca y Herman Maas).

Después de 1945, el silencio de los líderes eclesiásticos y la complicidad generalizada de los "cristianos comunes" obligaron a los líderes de ambas iglesias a abordar los problemas de culpabilidad y complicidad durante el Holocausto-un proceso que continúa a nivel internacional hasta nuestros días.

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