La rosa blanca
En 1942, Hans Scholl, un estudiante de medicina de la Universidad de Munich, su hermana Sophie, Christoph Probst, Willi Graf, y Alexander Schmorell fundaron el movimiento “la rosa blanca”, uno de los pocos grupos alemanes que denunció las políticas del genocidio nazi.
La tiranía nazi y la apatía de los ciudadanos alemanes frente a los “crímenes abominables” del régimen enfurecieron a los miembros idealistas de la “rosa blanca”. Muchos de ellos habían escuchado del asesinato masivo de los judíos polacos; Hans Scholl, cuando era soldado en el frente oriental, había visto de primera mano el maltrato de los judíos haciendo trabajos forzados y escuchó de la deportación de números grandes de polacos a los campos de concentración.
El grupo se amplió a una organización de estudiantes en Hamburgo, Freiburg, Berlín, y Viena. Bajo gran riesgo los miembros de la “rosa blanca” transportaron y enviaron por correo folletos mimeografiados que denunciaban el régimen. En su intento de parar la guerra, abogaron por el sabotaje de la industria de armamentos. “No nos quedaremos silenciosos,” escribieron a sus compañeros. “Somos tu remordimiento de conciencia. La rosa blanca no les dejará tranquilos!” Los estudiantes sabían que solamente la fuerza militar podía parar a los nazis y limitaron sus objetivos a conseguir “una renovación desde dentro del espíritu alemán severamente herido.”
Después de la derrota del ejercito alemán en Stalingrado a fines de enero de 1943, los Scholl distribuyeron folletos exhortando a los estudiantes de Munich a la rebelión. Pero el mes siguiente, un conserje en la universidad que los vio con los folletos los denunció a la Gestapo (la policía secreta estatal).
El régimen ejecutó a Hans y Sophie Scholl y a Christoph Probst el 22 de enero de 1943. Oficiales también finalmente arrestaron y ejecutaron a Kurt Huber, un profesor de filosofía que había dirigido el movimiento, y al resto de los miembros de la rosa blanca.
Durante su juicio, Huber permaneció leal la ética de Immanuel Kant, el filosofo alemán del siglo XVIII, y concluyó su defensa con palabras del discípulo de Kant, Johan Gottlieb Fichte:
Y actuará como si
Sobre Usted y sus hechos
Dependiera el destino de toda Alemania.
Y Usted solo fuera el responsable.