Mientras la familia de Frima estuvo confinada en un ghetto, los nazis utilizaron a su padre como intérprete. Posteriormente, él falleció. Fingiendo no ser judías, Frima, su madre y su hermana escaparon de una masacre perpetrada por una unidad móvil alemana de exterminio. Más tarde las descubrieron y las encarcelaron. De nuevo, su madre ideó una escapatoria. La madre y la hermana de Frima fueron trasladadas de contrabando a Rumania mientras Frima deambulaba en busca de un lugar seguro, hasta que su madre logró organizar su salida. En Rumania, se reunieron y fueron liberadas.
Mi madre miraba a su alrededor y vio a un hombre alto de la Gestapo. Muy, muy alto. Y se arriesgó a salirse de la fila, caminó hacia él y le preguntó: “¿Aquí matan a los que no son judíos?” Él la miró y le dijo: “¿No eres judía?” Y ella le respondió: “No, no lo soy”. Y él le dijo: “Bueno, ¿y qué haces aquí?” Ella le respondió: “Pues a mi marido lo llevaron a la cárcel. Está en algún lugar en una de estas ciudades”, le dijo, “y decidí ir a buscarlo con mis hijas para visitarlo. Así que íbamos por esta calle mientras traían a los judíos, y nos llevaron con ellos y nadie quiso escucharnos”. Con eso... con una de sus manos tomó la mano de mi madre, la mía y la de mi hermana y nos sacó de la fila y dijo: “Vengan conmigo”. Nos llevó a ese pequeño matadero abandonado y nos dijo que nos sentáramos y esperáramos. Mientras tanto, le dijo a mi hermana que debería de llevarnos algo de ropa. Así que la llevó a una de esas montañas (de ropa), y ella se limitó a tomar la ropa que pudo para mi madre, para mí y para sí misma. Y nos la llevó y empezamos a ponernos la ropa. Había otras personas en aquel lugar, y una de ellas era una señora con un bebé en brazos que nos reconoció. Y cuando la Gestapo entró con un ucraniano, porque los ucranianos eran colaboradores y hablaban ucraniano, ruso y polaco, hablaban... y hablaban alemán. Así que, para que la Gestapo entendiera, ya sabes, lo que estábamos diciendo, porque estábamos hablando con ellos... con él en... en ucraniano. Mi madre le hablaba en ucraniano. Entonces esta señora se da la vuelta y le dice: “Son judías. ¿Por qué no las matan?” Así que la golpeó y nosotras nos quedamos ahí sentadas, asustadas. No sabíamos qué decir. No podíamos decir nada. Y él nos sacó. Ya estábamos vestidas. Y nos dijo... le dijo al ucraniano: “Llévalas a la ciudad. Las escoltarás a la ciudad”. Porque no era posible caminar por la calle cuando esto pasaba, cuando llevaban caminando a todos los judíos para asesinarlos. Así que el ucraniano nos dijo que lo siguiéramos y así lo hicimos. Mientras caminábamos de vuelta, a un lado de la calle, del camino, mi madre vio a muchos de nuestros vecinos que caminaban hacia el matadero para ser asesinados. Y lo único que hizo fue suspirar porque era muy doloroso verlos partir.
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