Miriam y su familia huyeron de su hogar cuando los alemanes invadieron Polonia en 1939. Las fuerzas soviéticas los recluyeron y deportaron a Siberia. Cerca de la ciudad de Tomsk, Miriam cortaba madera para ganar raciones de alimentos. Cuando la Unión Soviética entró en guerra con Alemania en junio de 1941, los soviéticos dejaron en libertad a Miriam y a su familia. Para conseguir el pasaje de tren, vendieron las raciones que habían recibido de la Cruz Roja con la intención de regresar a Polonia, pero la mayor parte de la familia se quedó en Kazajstán el resto de la guerra. Allí, su padre enseñaba hebreo a niños judíos.
Fuimos a parar al lado ruso, y lo pasamos mal, porque éramos una familia muy grande. No teníamos comida, no teníamos nada. Tratamos de regresar a nuestra casa, que quedó en el lado ocupado por los alemanes. En ese momento los rusos nos llevaron… Había muchísima más gente como yo. Nos llevaron y nos metieron en trenes, pero no en trenes de pasajeros, sino de carga, y nos llevaron a Siberia. Miles de personas. [Entrevistador: Cuénteme cómo fue el viaje. Describa el tren y el viaje.] En ese tiempo en particular estábamos viviendo en un templo, esperando para poder regresar a casa. Muchas familias, unas veinte familias vivíamos en un templo pequeño, esperábamos un pasaporte para regresar a casa. Hasta que una tarde, más bien una noche, porque fue en medio de la noche, vino el ejército ruso y comenzó a despertar a todo el mundo y decían: "levántense, levántense, levántense", y nos metieron en camiones, nos llevaron hasta donde estaban los trenes y nos encerraron en los vagones hasta la mañana siguiente, cuando partieron los trenes. Viajamos seis semanas, atravesamos toda la estepa rusa. Era otoño, ya hacía un poco de frío, y de repente nos encontramos en Siberia, donde terminaban las vías del tren. Así fue. En el vagón iba mucha gente, y las condiciones sanitarias eran inexistentes. No había un baño ni nada parecido… Tres niños enfermaron. Mi sobrina, la hija de mi hermana, que entonces tenía tres años, también enfermó. Ella era uno de los tres niños, y para cuando el tren se detuvo, dos de los niños habían muerto en el tren, y la hija de mi hermana, mi sobrina aún vivía, y se la llevaron a un hospital. No podíamos ir a ninguna parte, porque estábamos esperando a mi sobrina. Por eso nos dejaron cerca de Tomsk, en Siberia, y allí trabajamos a cambio de nuestras raciones de pan. [Entrevistador: ¿Qué tipo de trabajo hacía usted?] Talaba árboles. Los que no trabajan no recibían su ración de 400 gramos de pan. Por eso, aunque yo era muy joven, tenía que ir a trabajar para poder conseguir mi ración. Mi ración de pan. Fui a trabajar a los bosques de la taiga, talando árboles, a mano, juntando la madera cortada; así nos ganábamos el pan y el agua.
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