Sophie nació con el nombre de Selma Schwarzwald, hija de Daniel y Laura, en la ciudad industrial de Leópolis (Lvov), dos años antes de que Alemania invadiera Polonia. Daniel era un exitoso hombre de negocios que exportaba madera y Laura había estudiado economía. Los alemanes ocuparon Leópolis en 1941. Tras la desaparición de su padre en su quinto cumpleaños en 1941, Sophie y su madre obtuvieron nombres y documentos falsos y se mudaron a un pequeño pueblo llamado Busko-Zdrój. Se convirtieron en católicas practicantes para ocultar sus identidades. Sophie olvidó gradualmente que era judía. No fue sino hasta después de su liberación y mudanza a Londres cuando Sophie descubrió la verdad acerca de su pasado.
Ante todo, no enfrenté el Holocausto hasta fines de los años ochenta. Y en realidad lo enfrenté en muy poca medida. Me consideraba una refugiada y también una persona que había perdido a su padre, una especie de semihuérfana. Así era como me identificaba principalmente. Había perdido a mi padre. Había crecido sin un padre. Cuando vine a los Estados Unidos -no estoy segura de cuándo se acuñó el término "sobreviviente del Holocausto", no lo recuerdo exactamente, pero en algún momento durante los años ochenta, fines de los ochenta-, comencé a tener cierto interés en qué estaba sucediendo con otros sobrevivientes. Hubo una reunión con desayuno, una reunión un domingo por la mañana en la sinagoga a la que pertenecíamos en Bell Harbor, y habló una sobreviviente, uno de los niños ocultos. Esa fue la primera vez que en realidad fui a escuchar a alguien hablar, y probablemente fue a fines de los ochenta. Y luego me acerqué para hablar con ella y nos hicimos amigas. A partir de entonces, lo enfrenté gradualmente. Me sentía como si tuviera todo dentro de una caja y, de vez en cuando, abría la caja durante solo algunos minutos y luego la volvía a cerrar y la guardaba. Y luego, poco a poco, lo enfrenté más. En 1991 se realizó la Reunión Internacional de los Niños Ocultos en la ciudad de Nueva York, y vi un anuncio al respecto en una revista llamada Women of Valor, que era publicada -creo- por el grupo de Yaffa Eliach en Brooklyn. No sé cómo llegó a mis manos, pero había un pequeño anuncio y lo encontré y pensé: "Bueno, esto sería interesante, pero no creo que sea uno de los niños ocultos porque realmente no cumplo con los requisitos". Porque vivía con mi madre sin esconderme y creía que un niño oculto tenía que estar en un convento, sin padres y demás, que era lo más frecuente. Pero poco a poco me decidí, llamé, hablé con ellos y me dije: "Bueno, tal vez vaya a una parte, ya veré. Realmente no pertenezco allí, pero tal vez vaya". Finalmente fui y, al igual que para muchos otros, este fue el punto decisivo. Y después de eso, simplemente me describí a mí misma como una sobreviviente del Holocausto. Allí quedó validado que era uno de los niños ocultos.
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