Vladka pertenecía al movimiento juvenil Zukunft del Bund (el partido socialista judío). Participó activamente en la clandestinidad en el ghetto de Varsovia, como miembro de la Organización Judía de Combate (ZOB). En diciembre de 1942, fue trasladada clandestinamente a la parte aria, polaca, de Varsovia para intentar conseguir armas y encontrar escondites para niños y adultos. Se convirtió en una activa mensajera de la resistencia judía y de los judíos en campos, bosques y otros ghettos.
Una de mis misiones era encontrar lugares para los niños y también encontrar armas. Recuerdo el primer revólver que le compré a un contrabandista, y se lo llevé a Gornoszlonska 3, para que alguien lo revisara. No tenía ni idea de cómo se suponía que funcionara, si estaba bueno o si no servía. Resultó que estaba bien. Pagué una gran cantidad de dinero, lo conseguí a través de contactos y medios ilegales. Pero no tenía ni idea de qué se trataba. En otra ocasión, me enviaron a un lugar donde compré, eh... diría que diez libras de dinamita y también me puse en contacto por teléfono con el ghetto, con ciertas llamadas, para avisar que estaría en tal lugar en particular y que tenían que esperarme ahí, y que yo introduciría esto de contrabando al ghetto. Y así era como se hacía. El lado ario siempre estaba en contacto por teléfono desde ciertos lugares con nuestra gente en el ghetto y les avisábamos, por diferentes medios, cuándo íbamos a meter contrabando, a qué horas y en qué lugares. Uno de los lugares donde el contrabando era más fácil era en la calle Franciszkanska (franciscana). Era un lugar donde una parte del ghetto, del muro, estaba en el lado polaco y la otra parte en el lado judío. Y el contrabando, sobre todo los que compraban ropa y traían comida al ghetto, eran los contrabandistas y lo hacían por precios muy altos. Así que uno de los contrabandistas, el llamado capataz, tenía una escalera y la ponía cerca de la pared y sobornaba a veces a la policía polaca o a la policía judía, pero era imposible sobornar a las patrullas alemanas. Así que habían sobornado a la policía y el contrabando se estaba efectuando, y yo llegué con mi paquete en... papel grasoso que debía parecer mantequilla y le pagué al capataz... y yo era una de las contrabandistas, una de las chicas polacas, y para mi suerte, cuando llegué arriba, subiendo por la escalera a lo alto del muro, de pronto se oyeron disparos a lo lejos, y ellos se asustaron. Y se llevaron la escalera. Y yo me quedé sentada encima, sin poder volver a esconderme. Huyeron. Todos se escondieron. Y yo estaba con mi paquete encima del muro, y el tiroteo se acercaba y yo estaba segura de que este sería mi fin. No veía a nadie del lado judío y no veía a nadie del otro lado (risas), y yo encima. No sabía qué hacer. Tenía miedo de saltar. Tenía miedo de que la dinamita pudiera explotar. Ni siquiera sabía si era posible en este... Yo no sabía mucho acerca de la dinamita. Pero de pronto, desde el lado judío, dos de mis colegas de la clandestinidad judía me vieron y vinieron corriendo hacia el muro. Hicieron una escalera humana y me bajaron.
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