Estelle Laughlin
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Transcripción
Estelle Laughlin:
El pueblo judío comenzó a organizarse para formar una resistencia armada. Empezaron a construir búnkeres. Como señalé, los edificios estaban prácticamente vacíos, así que fuera quien fuera, la mayoría de la gente se mudó a la planta baja. Los combatientes de la resistencia empezaron a construir búnkeres en los sótanos. Mi padre era miembro de la resistencia y también teníamos un búnker.
El piso de nuestro baño se levantaba, el piso completo con el inodoro y todo, y luego bajabas por una endeble escalerita y desaparecías de la vista. Bueno, los combatientes de la resistencia construyeron una red de búnkeres y cavaron túneles para poder moverse de un búnker a otro, y túneles por debajo de las paredes para llegar al otro lado, al lado cristiano, con la esperanza de obtener municiones y armas de la resistencia cristiana.
Los verdaderos combates empezaron cuando los vehículos blindados, los tanques, las brigadas de soldados, los aviones bombarderos, los camiones con altavoces, anunciaron: “Más vale que se reporten todos o los mataremos”. Y por supuesto no obedecimos, nos metimos en nuestro búnker. Y podrás imaginarte, cuando cerramos la puerta y entramos en esta húmeda oscuridad, sentimos que el techo se nos venía encima. Las paredes me oprimían, y las pocas personas que estaban conmigo en el búnker eran mi nación entera. El parpadeo de la luz de carburo sustituía al sol. El tic-tac del reloj era nuestra única conexión con el universo exterior, era así como sabíamos cuándo amanecía, cuándo se ponía el sol. Me sentía tan abandonada. Cómo ansiaba los horizontes abiertos, la nitidez, la nitidez azul del día.
Y mientras estábamos en este búnker, los combatientes por la libertad se enfrentaban a un ejército del siglo XX. Solo era un pequeño grupo de combatientes por la libertad —mal vestidos, mal alimentados y mal armados— que subían a los techos, se encontraban con los tanques en las esquinas, se paraban frente a las ventanas abiertas y lanzaban cócteles molotov y cualquier explosivo que pudieran encontrar. Lucharon con tanta valentía, lucharon durante cuatro semanas; incluso después de que declararon que el ghetto ya estaba libre de judíos, los combatientes judíos seguían luchando. Es realmente digno de mencionar que los combatientes de la resistencia judía en el ghetto de Varsovia lucharon más tiempo del que Francia o Polonia tardaron en capitular. Eso me parece extraordinario.
Pues bien, “¡Boom!” hubo una horrenda explosión. Pensé que me habían volado la cabeza. El polvo volaba, las astillas volaban a mi alrededor. En un instante, un montón de salvajes invadieron nuestro escondite y nos echaron del búnker. En ese momento no había ni siquiera un rincón en el que pudiéramos ocultarnos. No podíamos, ni siquiera teníamos la libertad de caer de rodillas, formar puños y golpear la tierra. Nos hicieron marchar por las calles. El suelo temblaba bajo nosotros. El aire retumbaba con detonaciones. Los edificios se derrumbaban a nuestros pies. Las llamas, las llamas eran enormes, enormes llamas que lamían el cielo y lo teñían de místicos colores iridiscentes. El humo, columnas de humo. Personas que yacían en sangre coagulada. Intenté voltear la cara para no verlo. No podía entender lo que significaba la muerte. Lo único que esperaba era enfrentarla con mi madre, mi hermana y mi padre. Pero no pude apartar la cara de las personas a quienes no puedo olvidar, y nos hicieron marchar hacia Umschlagplatz en trenes de carga, hacinados como sardinas.
Biografía
Estelle (Wakszlak) Laughlin, hija de Michla y Samek Wakszlak, nació en Varsovia, Polonia, el 9 de julio de 1929. Estelle tenía además una hermana mayor, Freda, quien nació en enero de 1928. Michla se ocupaba de la casa y los niños, mientras que Samek administraba una joyería. Estelle y Freda asistían a la escuela pública local.
Alemania invadió Polonia el 1° de septiembre de 1939. El sitio de Varsovia comenzó una semana después de que las fuerzas alemanas invadieran Polonia. El 27 de septiembre se acordó un cese al fuego y, poco después, las fuerzas alemanas entraron en Varsovia. Estelle y Freda ya no pudieron asistir a la escuela pública local. En octubre de 1940, las fuerzas alemanas decretaron el establecimiento de un ghetto. La familia Wakszlak y más de 400,000 judíos de la ciudad y los alrededores fueron obligados a vivir en un área de 1.3 millas cuadradas y a llevar un brazalete blanco con una estrella de David azul. Las raciones de alimentos que las autoridades alemanas asignaban al ghetto no eran suficientes para mantenerse con vida, pero Samek conseguía comida adicional para su familia en el mercado negro. De julio a septiembre de 1942, más de 260,000 residentes del ghetto fueron deportados al centro de exterminio de Treblinka. Durante este tiempo, Estelle y su familia se ocultaron en una habitación secreta para escapar de las deportaciones.
En abril de 1943, las fuerzas alemanas hicieron un último esfuerzo para deportar de 55,000 a 60,000 judíos que quedaban en el ghetto de Varsovia a centros de trabajos forzados o a centros de exterminio. Samek, quien ayudó a organizar el movimiento de resistencia, construyó un búnker en el que él y su familia pudieron ocultarse durante el levantamiento del ghetto de Varsovia. Cuando las unidades de las SS y de la policía comenzaron las redadas, los combatientes de la resistencia les hicieron frente con fuego de artillería. En represalia, las SS comenzaron a arrasar el ghetto manzana por manzana. El búnker donde se ocultaban Estelle y su familia, que estaba en el sótano de una casa, quedó al descubierto por una bomba. Los alemanes sacaron arrastrando a los miembros de la familia Wakszlak a la calle, los llevaron a un punto central de reunión, los obligaron a subir a los vagones de un tren de carga y los transportaron al campo de concentración de Lublin-Majdanek.
A su llegada a Majdanek, las SS separaron a las mujeres de los hombres. Estelle, Michla y Freda fueron elegidas para hacer trabajos forzados, pero a Samek lo asesinaron en las cámaras de gas. Las mujeres movían tierra de un lugar a otro fuera del campo. En una ocasión, a Freda la golpeó duramente un guardia alemán y ya no pudo trabajar. Se ocultó en las barracas, pero la descubrieron. Los alemanes pusieron su nombre en lo que ella sospechaba que era una lista para las cámaras de gas. Para permanecer juntas, aunque eso significara que iban a morir, Estelle y Michla cambiaron de lugar con dos mujeres que estaban en la misma lista. En cambio, a Michla, Estelle y Freda las enviaron al campo de concentración de Skarżysko para trabajar en una fábrica de municiones, y después fueron trasladadas a otra fábrica de armas en el campo de concentración de Czestochowa.
Las fuerzas soviéticas liberaron Czestochowa en enero de 1945. Para escapar de los pogromos de Polonia, las tres mujeres se mudaron a la parte de Alemania ocupada por los Aliados en agosto de 1945 y vivieron ahí hasta 1947, cuando se trasladaron a Estados Unidos para reunirse con las dos hermanas y el hermano de Michla en Nueva York. Estelle es voluntaria en el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos.