EMIGRACIÓN DE ALEMANIA

Hasta que la Alemania nazi comenzó la Segunda Guerra Mundial en 1939, las leyes antisemitas de Alemania sirvieron para “alentar” y en última instancia para forzar una emigración en masa de los judíos alemanes. El gobierno hizo todo lo posible para inducir el éxodo de judíos de Alemania. Además de hacerles la vida imposible, las autoridades alemanas redujeron los obstáculos burocráticos de manera que los que deseaban irse pudieran hacerlo más fácilmente.

Al mismo tiempo, los nazis consideraban que las pertenencias de los judíos y su capital financiero eran propiedad alemana, y no tenían ninguna intención de permitir que los refugiados se llevaran nada de valor material con ellos. La mayoría de los que huyeron tuvieron que renunciar a los títulos de sus propiedades y negocios, y estuvieron sujetos a impuestos a la emigración cada vez más onerosos que redujeron sus bienes. Por otra parte, las autoridades alemanas restringieron la cantidad de dinero que podía transferirse al exterior desde bancos alemanes, y permitían que cada pasajero sólo pueda sacar del país diez Reichsmarks (alrededor de 4 dólares estadounidenses). La mayoría de los judíos alemanes que lograron emigrar estaban completamente empobrecidos en el momento en que pudieron irse.

OBSTÁCULOS A LA INMIGRACIÓN

Muchas naciones en las que los judíos alemanes buscaban asilo imponían grandes obstáculos a la inmigración. Los procesos de solicitud de visas de entrada eran complicados y exigentes, y requerían que los potenciales inmigrantes suministren información de bancos, médicos y la policía alemana sobre ellos mismos y sus familiares. En el caso de los Estados Unidos, los solicitantes debían presentar declaraciones juradas de múltiples patrocinadores, además de conseguir un número de espera dentro de un cupo establecido para su país de origen, lo que limitaba en gran medida sus probabilidades de emigrar.

Toda esta burocracia existía como telón de fondo de otras penurias: competencia con miles de personas igualmente desesperadas, correo lento que dificultaba la comunicación con los posibles patrocinadores, penurias económicas y medidas opresivas en Alemania que hacían que aun la tarea más simple sea un calvario. Por último, muchos de los que deseaban huir tenían, por necesidad, que presentar solicitudes de ingreso en numerosos países. No es de extrañar que para muchos judíos en Alemania en la década de 1930, el intento de emigrar fuera más que un trabajo de tiempo completo.

LA DÉCADA DE 1930

A fines de la década de 1930, una terrible depresión económica mundial reforzó a través de Europa y los Estados Unidos un temor existente y la desconfianza de los extranjeros en general, así como el antisemitismo en particular. Por sobre todas las cosas, la gente temía que los inmigrantes pudieran competir por sus trabajos, recargar los ya agobiados servicios sociales o verse tentados como trabajadores empobrecidos por las promesas de los agitadores sindicales o movimientos comunistas nacionales.

Incluso los funcionarios públicos de países democráticos no eran inmunes a dichas creencias. La mayoría de los países, entre ellos, Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña, eran reacios a aumentar los cupos de inmigrantes para admitir grupos muy grandes de refugiados, especialmente los empobrecidos y los desposeídos. De hecho, los Estados Unidos se negaron a reducir los numerosos obstáculos para obtener una visa de inmigrante, con el resultado de que hasta 1938, el cupo de inmigración de Alemania no estaba completo. Muchos de los judíos alemanes que estaban en peligro inminente fueron obligados a emigrar a otros lugares, como Francia, los Países Bajos y Checoslovaquia, donde finalmente los alcanzó la conquista alemana.

Los obstáculos burocráticos para la emigración eran abrumadores. En lugar de agilizar el proceso para permitir el ingreso de más refugiados, las naciones exigían mucha documentación que a menudo era prácticamente imposible de conseguir. En algunos casos, los refugiados literalmente se enfrentaban a un callejón sin salida: para conseguir una visa se necesitaba un comprobante de haber reservado un pasaje en un barco, y para reservar un pasaje en barco se necesitaba un comprobante de visa.

CONFERENCIA DE EVIAN

Después de que Alemania anexara a Austria en marzo de 1938 y la violencia callejera impulsada por los nazis tanto en Austria como en Alemania aumentara radicalmente la cantidad de judíos alemanes y austriacos con deseos de emigrar, el Presidente Franklin D. Roosevelt de los Estados Unidos se vio presionado a abordar la intensificada crisis de los refugiados. Su respuesta consistió en proponer una conferencia internacional que se celebrara en la ciudad turística francesa de Evian-les-Bains entre el 6 y el 15 de julio de 1938.

Al mismo tiempo, el tono de la invitación reflejaba la incertidumbre internacional y la de los Estados Unidos acerca de la situación de los refugiados. Treinta y tres naciones fueron invitadas y se les aseguró que "no se esperará que ningún país reciba una mayor cantidad de inmigrantes que lo permitido por las leyes existentes".