Han surgido algunas controversias acerca de la política estadounidense y el impacto que provocó en los judíos europeos durante la era del Holocausto.

ADMISIÓN DE INMIGRANTES
Una de las controversias involucra la admisión de inmigrantes de la Alemania nazi a los Estados Unidos. Influenciada por las dificultades económicas de la Depresión que exacerbaron el antisemitismo, el aislacionismo y la xenofobia populares, la política sobre refugiados del Departamento de Estado de los EE.UU. y su estricta (y cuestionablemente legal) aplicación de la Ley de Inmigración de 1924 dificultó a los refugiados la obtención de visas de ingreso, a pesar de la continua persecución de judíos en Alemania.

Si bien varios países europeos permitieron la inmigración limitada de judíos (p. ej., Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Holanda) antes de 1938, muchos de esos refugiados desaparecieron a medida que la Alemania nazi conquistó Europa. Los países latinoamericanos también habían sido un destino potencial para los refugiados, aunque después de 1938 estas naciones expresaron cada vez más su rechazo a admitir más inmigrantes. Una excepción importante fue Bolivia, que admitió unos 30.000 desde 1938 a 1941.

A partir de 1940, los Estados Unidos restringieron aun más la inmigración al ordenar a sus cónsules que demoraran las aprobaciones de visas por razones de seguridad nacional. Después del ingreso de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial en diciembre de 1941, el pequeño flujo de inmigración prácticamente se detuvo, justamente cuando el régimen nazi comenzaba sistemáticamente a asesinar a los judíos de Europa. A pesar de los muchos obstáculos, sin embargo, más de 200.000 judíos encontraron refugio en los Estados Unidos desde 1933 a 1945; la gran mayoría antes de finalizar el año 1941.

PUBLICACIÓN DE INFORMES DEL GENOCIDIO
Otra controversia gira en torno a la demora del Departamento de Estado en publicar informes acerca del genocidio. En agosto de 1942, el Departamento recibió un informe telegrafiado de Gerhart Riegner, el representante en Ginebra del Congreso Judío Mundial (WJC, por sus siglas en inglés). Dicho informe revelaba que los nazis planeaban asesinar a los judíos de Europa. Los funcionarios del Departamento se negaron a transmitir el informe a su destinatario, el líder judío estadounidense Stephen Wise, por entonces presidente del WJC. Sin embargo, ese mismo mes Wise recibió el informe a través de canales británicos y solicitó permiso al Departamento de Estado para publicar su contenido.

El subsecretario de Estado Sumner Wellers solicitó que Wise se abstuviera de revelar el contenido del cable de Riegner al público. Wise estuvo de acuerdo y solo reveló la información contenida en el cable a la prensa el 24 de noviembre de 1942, un día después de que Welles le notificara que el Departamento de Estado había confirmado la veracidad de su contenido. El 17 de diciembre de 1942, los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros diez gobiernos aliados emitieron una declaración que revelaba y denunciaba la intención de Hitler de asesinar a los judíos de Europa. La declaración advirtió a la Alemania nazi de que sería considerada responsable de estos crímenes.

RESCATE
También han surgido otras cuestiones. Una de ellas concierne a la falta de acción por parte de los Estados Unidos con respecto al rescate de las víctimas del Holocausto. Desde 1941 hasta 1945, la prioridad absoluta de los gobiernos aliados fue ganar la guerra. El 19 de abril de 1943, representantes estadounidenses y británicos se reunieron en Bermuda para encontrar soluciones a los problemas generales de los refugiados en tiempo de guerra, pero ninguno de los gobiernos inició programas de rescate. El 28 de julio de 1943, el mensajero clandestino polaco Jan Karski notificó al presidente Franklin D. Roosevelt acerca de informes de asesinatos en masa que había recibido de líderes judíos del gueto de Varsovia y el gueto de tránsito de Izbica. Sin embargo, las autoridades estadounidenses no iniciaron acciones para rescatar o proporcionar asilo seguro a los refugiados antes de 1944, cuando se instauró el Consejo de Refugiados de Guerra.

El 22 de enero de 1944, Roosevelt, presionado por los judíos estadounidenses y por su propio secretario del Tesoro, Henry Morgenthau Jr., instituyó el Consejo de Refugiados de Guerra (War Refugee Board, WRB) como una agencia independiente a fin de facilitar el rescate de los refugiados en peligro. En agosto de 1944, el WRB y el Ministerio del Interior de los Estados Unidos fundaron el Centro de refugiados de Fort Ontario en Oswego, Nueva York. El lugar sirvió de albergue para 983 refugiados de Yugoslavia que habían logrado llegar a Italia. Dos tercios de los residentes del Centro de refugiados eran judíos. Cuando se fundó el WRB, sin embargo, cuatro quintos de los judíos que morirían en el Holocausto ya habían muerto. No obstante, los esfuerzos del Consejo de Refugiados de Guerra contribuyeron al rescate de aproximadamente 200.000 judíos.

OTRAS INSTITUCIONES ESTADOUNIDENSES
Además de las acciones del gobierno estadounidense, se ha criticado públicamente la conducta de otras instituciones estadounidenses durante la era del Holocausto. Una de esas instituciones es la conformada por los medios de comunicación estadounidense, que no siempre publicaron los informes completos de las atrocidades nazis y no otorgaron al asesinato masivo de judíos europeos la atención que merecía. Por ejemplo, el New York Times, el principal periódico de la nación cuya cobertura de noticias sistemáticamente restó importancia al asesinato de judíos.

BOMBARDEO DE AUSCHWITZ
Finalmente han surgido controversias acerca de la decisión de no bombardear el centro de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Durante la primavera de 1944, los aliados recibieron información más explícita acerca del proceso de asesinato masivo en cámaras de gas llevado a cabo en Auschwitz-Birkenau. A partir de fines de la primavera, algunos líderes judíos les rogaron, sin éxito, a los funcionarios del gobierno de Estados Unidos que bombardearan las cámaras de gas y los rieles de ferrocarril que conducían al campo de concentración.

Incluso después de que las fuerzas aéreas angloamericanas desarrollaron la capacidad para atacar blancos en Silesia (donde se encontraba Auschwitz) en 1944, las autoridades estadounidenses decidieron no bombardear las cámaras de gas ni las líneas de ferrocarril utilizadas para trasladar prisioneros a Birkenau. Los funcionarios estadounidenses explicaron esta decisión en parte con el argumento técnico de que los aviones estadounidenses no tenían la capacidad para llevar a cabo asaltos aéreos en esos blancos con la precisión suficiente y en parte con el argumento estratégico de que los Aliados tenían la función de bombardear exclusivamente blancos militares a fin de ganar la guerra lo más rápidamente posible. Desde finales de la década de 1960, la decisión de los Aliados de no bombardear las cámaras de gas o los rieles de ferrocarril que se dirigían a Birkenau ha dado origen a enérgicos y amargos debates entre los intelectuales y entre el público general de los Estados Unidos.

PERSONAS DESPLAZADAS
Entre 1945 y 1951, los Estados Unidos (junto con Gran Bretaña) se convirtieron en tutores de más de un millón de personas desplazadas (DP) en Alemania, Austria, Italia y Checoslovaquia, incluyendo a 250.000 judíos en el período pico de finales de 1945. La Administración de las Naciones Unidas de Socorro y Reconstrucción y diversas agencias privadas de socorro ayudaron a las potencias aliadas occidentales a enfrentar este inmenso desafío. Hasta septiembre de 1945, desplazados judíos y no judíos vivieron juntos en los mismos campos. A veces esto obligaba a las víctimas judías del Holocausto a vivir con sus antiguos perpetradores o con otros no judíos con ideologías antisemitas que les recordaban dolorosamente al Holocausto. Los desplazados judíos que, en su mayoría, se sentían inseguros, protestaban contra estas condiciones de vida y contra el trato que recibían por parte de los militares estadounidenses, que permitían el ingreso de la policía alemana a los campos para buscar contrabando.

Estas prácticas reflejaban la indiferencia de los aliados de la posguerra ante la difícil situación psicológica de los deportados judíos europeos. Las protestas contra la forma en que el personal militar estadounidense trataba a los judíos en los campos de desplazados en Bavaria indujeron al presidente Harry S Truman a enviar a Earl Harrison, Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Pennsylvania, a la zona de ocupación estadounidense en Alemania para investigar. El informe elaborado por Harrison, presentado en agosto de 1945, instó a Truman a ordenar la separación de los judíos de los no judíos y el trato más considerado hacia los sobrevivientes judíos. Las autoridades estadounidenses facilitaron mejoras importantes en las condiciones de vida al permitir que las agencias de socorro judías administraran los campos y al otorgar mayor autonomía a los concejos de desplazados.

Después de la Guerra, el presidente Truman privilegió las iniciativas por relajar las restricciones inmigratorias estadounidenses en favor de los desplazados judíos. Un decreto ejecutivo de diciembre de 1945 permitió el ingreso de 16.000 judíos a los Estados Unidos entre 1946 y 1948. Con la aprobación de la Ley de Personas Desplazadas en 1948, las autoridades estadounidenses concedieron aproximadamente 400.000 visas a inmigrantes fuera del sistema de cupos. Los desplazados judíos recibieron 80.000 de esas visas.