Los Junkers (Ju) 87, conocidos como los Stuka, lideraban los ataques de la Blitzkrieg (guerra relámpago), que fueron decisivos en la campaña occidental en 1940. Los bombarderos en picada Stuka brindaban apoyo cercano a las fuerzas alemanas en tierra. Destruían los puntos fuertes del enemigo, las flotas aéreas y los campos de aterrizaje, además de sembrar el pánico en las retaguardias. Si bien los Stuka eran lentos y fácilmente derribados por los soldados aliados, probaron tener efectos devastadores en las invasiones alemanas a Polonia y Europa occidental, donde Alemania ostentaba superioridad aérea. Los bombarderos en picada Stuka causaban terror entre las fuerzas terrestres aliadas, que luego lograban reconocer el rugido característico de los bombarderos en picada. Esta secuencia filmada de un documental informativo alemán (tanto de aire como de tierra) muestra la destrucción que causaban los ataques de los Stuka durante la campaña occidental en Flandes.
La batalla decisiva continúa en el oeste. Las fuerzas terrestres y aéreas trabajan mancomunadamente para destruir al enemigo. Los ataques de nuestras tropas encierran en círculo a los ejércitos francés, inglés y belga en Flandes y en el norte de Francia. Los Stukas despegan hacia sus misiones. Donde sea que ataquen, propagan el miedo y la destrucción. En las primeras operaciones a gran escala, la fuerza aérea alemana apuntaba al frente de batalla enemigo en los campos de aterrizaje. Las vías de escape eran convertidas en campos de cráteres debido a nuestros bombardeos. Las fuerzas armadas alemanas anuncian diariamente que un gran número de aviones enemigos han sido destruidos en tierra. Los ataques reiterados también destruyen sistemáticamente los hangares enemigos y sus dependencias. Aquí se puede ver la destrucción masiva que dejaban los ataques de nuestros bombarderos. Las rutas de transporte del enemigo son otro objetivo importante. Volando sobre las rutas de reunión enemiga, debajo de nosotros, una columna avanza. Las bombas caen justo sobre el objetivo. A una altura baja de vuelo, volamos sobre las rutas de conexiones del enemigo, que es sorprendido por el ataque. No hay intentos de resistencia en este punto. Los tanques enemigos yacen destruidos en la ruta. Una imagen de destrucción completa. En estos pueblos, la defensa enemiga era más fuerte. Nuestra fuerza aérea tenía que intervenir aquí también y hacía bien su trabajo. Se suponía que las demoliciones debían detener nuestro avance. Una casa entera podía caber en este cráter. Los ataques relámpago de las fuerzas armadas alemanas no escatimaban en devastar ciudades alemanas.
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