Eva se vio poco afectada por la guerra hasta 1944, cuando los alemanes ocuparon Budapest. El padre de Eva era un hombre prominente en la comunidad judía, y la familia pudo conservar su apartamento en un edificio marcado con la estrella judía (una edificación designada para judíos). En octubre, los padres de Eva consiguieron documentos de protección con la ayuda de Raoul Wallenberg, pero la familia decidió no quedarse en una casa sueca que les brindaba seguridad. Se escondieron cerca de Budapest hasta que los soviéticos liberaron Budapest en 1945.
Y en octubre, los edificios judíos ya no fueron suficientes para proteger a las personas que vivían en ellos. Mis padres consiguieron los papeles de protección de Wallenberg. Raoul Wallenberg, súbdito del rey de Suecia, consiguió proteger y salvar a mucha gente. Había casas suecas designadas, protectorados, donde ellos decían que los judíos podían salvarse. Pasamos una noche en una casa de esas, y en ella había cientos y cientos y cientos de personas. No sé cuántas. Pero mis padres decidieron que había demasiados judíos bajo un mismo techo y que si los alemanes en algún momento decidían que querían deshacerse de un buen número a la vez, sería mejor que nosotros estuviéramos en algún otro lugar donde no fuera tan obvio que estábamos juntos. Creo que esa noche que nos fuimos de nuestra casa, en octubre, fue la primera vez que de verdad me sentí asustada. También creo que esa experiencia influyó en mí durante un largo tiempo cuando yo ya era una joven adulta. Sentía mucho apego por una almohada que llevaba conmigo. No teníamos maletas, porque debíamos viajar ligeros de equipaje. Todos nosotros llevábamos varias capas de ropa, para mantenernos calientes y para tener ropa de cambio, y además yo llevaba mi almohada. También tenía el pelo muy, muy largo. Tenía unas trenzas muy largas que me cortaron por si acaso no teníamos acceso a instalaciones sanitarias y también para evitar que se me pegaran los piojos. Recuerdo que les pregunté a mis padres dónde íbamos a dormir esa noche. Y me dijeron que no sabían, sólo teníamos la esperanza de que alguien nos acogiera. Y entonces les dije que teníamos que tener una cama. Necesitamos dormir. Eso realmente me trastornó y, como ya dije, me tomó mucho tiempo superarlo. Siempre quiero saber dónde voy a dormir. No puedo salir sin más. Tengo que saber dónde estará mi cama. Fuimos a la casa de alguien que nos acogió por una noche, esa noche, y allí de nuevo todo el mundo susurraba y yo estaba realmente asustada.
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