El "St. Louis", con más de 900 refugiados judíos a bordo, espera en el puerto de Hamburgo.

En mayo de 1939, varios barcos, incluido el buque de pasajeros St. Louis, transportaron a refugiados judíos que huían de la Alemania nazi (incluidas las recién anexadas Austria, Bohemia y Moravia) a La Habana, Cuba. El Orduña, el Flandre y el Orinoco fueron tres de los barcos que transportaron a refugiados en busca de un lugar seguro. Estos barcos llegaron al puerto de La Habana, pero no todos sus pasajeros recibieron permiso para desembarcar. 

Orduña

El 27 de mayo de 1939, el mismo día en que el St. Louis arribó al puerto de La Habana, también llegó el Orduña, de la British Pacific Steamship Navigation Company, transportando a 120 judíos austriacos, checos y alemanes. Las autoridades cubanas permitieron que 48 pasajeros del Orduña que contaban con permisos de desembarque entraran a Cuba, pero se negaron a permitir el desembarco de los 72 pasajeros restantes. El Orduña zarpó de nuevo el 29 de mayo con destino a Sudamérica, pero sin tener la certeza de que a los pasajeros se les permitiría desembarcar en algún puerto. Dos días después, a través de un radiograma, los pasajeros apelaron al presidente Franklin D. Roosevelt para obtener ayuda de Estados Unidos, señalando que 67 de los 72 refugiados restantes tenían declaraciones juradas o números de registro para inmigrar a Estados Unidos y que habían pensado esperar en Cuba mientras se expedían sus visas de entrada.

Durante semanas, el Orduña buscó un puerto seguro que aceptara a los refugiados. Después de cruzar el Canal de Panamá, el barco hizo escalas breves en puertos de Colombia, Ecuador y Perú. Mientras estaba en Ecuador, un representante del Comité para la Distribución Conjunta (Joint Distribution Committee, JDC) consiguió refugio para cuatro de los 72 judíos. Al mismo tiempo, el capitán del Orduña se comunicó con el rabino Nathan Witkin, Jr., un representante de la Junta de Bienestar Judío, con sede en Estados Unidos, que estaba destacamentada en la Zona del Canal controlada por ese país. Con el apoyo de la British Pacific Steamship Navigation Company y del JDC, Witkin logró que los 68 refugiados restantes fueran transferidos en Lima, Perú, al barco británico Orbita, que iba en camino a Europa a través del Canal de Panamá.

Witkin persuadió entonces a las autoridades estadounidenses de la Zona del Canal para que permitieran que los pasajeros refugiados del Orbita desembarcaran en Balboa, una ciudad que está cerca del extremo del Pacífico de la Zona. Una vez en Balboa, siete refugiados judíos obtuvieron visas de entrada a Chile y partieron hacia ese país. Los 55 restantes se quedaron en Balboa, en el Fuerte Amador, donde se encuentra la estación de cuarentena de la Zona del Canal, hasta finales de septiembre de 1940. Con la ayuda del JDC y de la Sociedad de Ayuda al Inmigrante Hebreo con sede en Nueva York, el rabino Witkin dispuso el traslado a Estados Unidos de los 55 refugiados y de 79 refugiados adicionales que habían permanecido en el Fuerte Amador desde mayo de 1939, en el buque de transporte estadounidense American Legion.

Flandre

El éxito en encontrar refugio en Estados Unidos para los pasajeros del Orduña no se comparó con el de otros refugiados judíos que llegaron al puerto de La Habana en 1939. A finales de mayo de 1939, el buque francés Flandre transportó a 104 pasajeros judíos alemanes, austriacos y checos a La Habana. Al igual que en los casos del St. Louis y el Orduña, los funcionarios cubanos no permitieron el desembarco de los pasajeros del Flandre, y el barco zarpó hacia México. Durante la segunda semana de junio, el Flandre solicitó permiso para el desembarco de sus pasajeros refugiados en varios puertos mexicanos, pero no tuvo éxito. Poco tiempo después, los judíos a bordo del Flandre fueron obligados a regresar a Francia, donde posteriormente fueron admitidos para ser recluidos por el gobierno francés.

Orinoco

Documentos migratorios de Cuba

En forma similar, el 27 de mayo el Orinoco, barco gemelo del St. Louis, partió de Hamburgo transportando 200 pasajeros con destino a Cuba. Cuando el capitán del Orinoco recibió información sobre las dificultades en La Habana, desvió el barco a aguas en las afueras de Cherbourg, Francia, donde permaneció durante días. El trato de los cubanos hacia los refugiados del St. Louis, y en menor grado hacia los pasajeros del Flandre y del Orduña, atrajo el escrutinio internacional sobre los procedimientos de inmigración de Cuba. Sin embargo, ni el gobierno británico ni el gobierno francés estaban preparados para aceptar a los refugiados del Orinoco. El gobierno de Estados Unidos intervino entonces, pero con poco entusiasmo. Las autoridades estadounidenses tampoco aceptaron a los refugiados, aunque los diplomáticos estadounidenses en Londres presionaron al embajador alemán para que diera garantías de que las autoridades alemanas no perseguirían a los refugiados del Orinoco tras su regreso al Reich alemán. Con esta dudosa garantía, los 200 refugiados regresaron a Alemania en junio de 1939. Se desconoce qué fue de ellos.