Los ferrocarriles alemanes y el Holocausto
La Conferencia de Wannsee tuvo lugar el 20 de enero de 1942, en Berlín, a fin de coordinar la implementación de la propuesta "Solución final". En Wannsee, las SS calcularon que la “solución final” -la cual ya había comenzado- involucraría en última instancia a once millones de judíos europeos. Los artífices nazis vislumbraron la inclusión de judíos que vivían en países neutrales o sin ocupación, como Irlanda, Suecia, Turquía y Gran Bretaña.
La red ferroviaria europea desempeñó un papel crucial en la implementación de la "solución final". Los judíos de Alemania y de la Europa bajo su ocupación eran deportados en ferrocarril a campos de exterminio en la Polonia ocupada por los alemanes, donde eran asesinados. Los alemanes intentaban ocultar sus intenciones mortíferas llamando a estas deportaciones "reasentamiento en el Este". A las víctimas se les decía que se las trasladaba a campos de trabajo, pero, en realidad, desde 1942, la deportación significaba el viaje a centros de exterminio para la mayoría de los judíos.
Las deportaciones a esta escala exigían la coordinación de numerosos ministerios del gobierno alemán y organizaciones estatales, que incluían la Oficina Principal de Seguridad del Reich (RSHA), el Ministerio de Transporte y la Oficina de Relaciones Exteriores. La RSHA coordinaba y dirigía las deportaciones, el Ministerio de Transporte organizaba los itinerarios de los trenes, y la Oficina de Relaciones Exteriores negociaba con los Estados aliados de Alemania la entrega de sus judíos.
Los alemanes usaban vagones de carga y de pasajeros para las deportaciones. No les daban agua ni alimento a los deportados, aún cuando los transportes debían esperar días en ramales ferroviarios a que pasaran otros trenes. Los deportados que estaban en vagones de carga sellados sufrían de calor intenso en verano, de temperaturas heladas en invierno y del hedor de orina y excremento. Más allá de un balde, no se les ofrecía nada más para las necesidades sanitarias. Sin comida ni agua, muchos deportados morían antes de que los trenes llegaran a su destino. Guardias armados le disparaban a quien intentaba huir. Entre el otoño de 1941 y el de 1944, millones de personas fueron transportadas en ferrocarril a los campos de exterminio y otros centros similares en la Polonia y la Unión Soviética bajo ocupación.