La sala del tribunal de Núremberg
¿Por qué Núremberg?
Durante el verano de 1945, el SHAEF (Cuartel General Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas) y la organización que lo sucedió, USFET (Fuerzas Estadounidenses en el Teatro de Operaciones Europeo) realizaron un estudio de posibles lugares donde establecer el Tribunal Militar Internacional (IMT). Se llegó a la conclusión de que debía elegirse Núremberg. A pesar de que más de tres cuartos de la ciudad quedaron reducidos a escombros, Núremberg contaba con las únicas instalaciones que permanecían intactas (el Palacio de Justicia) con capacidad suficiente para el juicio.
Tras recorrer la ciudad y el Palacio de Justicia, que albergaba 20 salas de tribunales y una prisión para 1200 prisioneros, los delegados de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética recomendaron a sus respectivos gobiernos que Núremberg era el lugar indicado para el primer Tribunal Militar Internacional.
El mayor general I. T. Nikitchenko, el líder de la delegación rusa que luego se desempeñó como juez representante ruso durante el Tribunal Militar Internacional, también estuvo de acuerdo, con la condición de que Berlín fuera elegida sede del tribunal. Jackson, representante de la delegación estadounidense y fiscal jefe por los Estados Unidos durante el Tribunal Militar Internacional, también aprobó esta propuesta, pero esperaba que Berlín fuera simplemente un lugar simbólico. El 18 de octubre de 1945, se llevó a cabo la primera sesión oficial del tribunal en Berlín, donde los fiscales formularon las acusaciones. Luego el tribunal se trasladó a Núremberg.
Construcción de la sala del tribunal y del caso
El principal objetivo de la reconstrucción del Palacio de Justicia era la sala del tribunal principal, cuyo tamaño se duplicó a fin de satisfacer las necesidades del juicio. Para ello, se derribó una pared y se elevó la altura del techo. También se construyó una tribuna para los visitantes y otra para los periodistas, con una capacidad de 250 representantes de la prensa internacional. A su vez, fue fundamental la instalación de equipos y cableado para el sistema de traducción simultánea.
Traducción en la sala del tribunal
El juicio de Núremberg fue una experiencia precoz de la traducción simultánea. El estatuto del Tribunal Militar Internacional establecía que los acusados tenían derecho a un juicio justo y que debían traducirse todos los procedimientos a los idiomas que los acusados entendieran. Debido a las complejidades del juicio, el objeto del juicio y los distintos idiomas que hablaban los abogados defensores, los fiscales y los jueces, se decidió que lo óptimo sería usar un sistema de traducción simultánea.
IBM desarrolló un sistema de traducción basado en el sistema Filene-Finlay y en otro sistema desarrollado anteriormente y usado en la Sociedad de las Naciones en 1931. En la vieja versión, los discursos eran pretraducidos y luego leídos simultáneamente en varios idiomas. Sin embargo, ese sistema no permitía traducir los intercambios imprevistos que generalmente se producen durante un juicio. En Núremberg, el sistema de traducción tenía cinco canales. El primer canal contenía las transmisiones textuales del orador. Los otros canales eran inglés, ruso, francés y alemán. Cada participante del juicio tenía auriculares y podía seleccionar el canal de su preferencia. Había seis micrófonos ubicados en la sala del tribunal: uno por cada juez, el estrado de los testigos y el podio del orador.
Tres equipos de intérpretes trabajaron bajo la dirección del coronel Leon Dostert y del comandante Alfred Steer. Dos equipos se turnaban en la sala de tribunal, mientras el tercer equipo de reserva se sentaba en otra habitación y escuchaba los procedimientos. Un cuarto equipo de traductores auxiliares estaba disponible para otros idiomas tales como yidis y polaco. Además, otros dos intérpretes se sentaban en un banco detrás de los jueces.
En el juicio se fijó un límite de 60 palabras por minuto (igual a la velocidad de dictado), pero este método era cuatro veces más rápido que la interpretación consecutiva, para la cual el orador debe hacer pausas frecuentes. Un monitor que operaba un interruptor de control en la sección de interpretación encendía una luz amarilla para avisarle al orador si hablaba muy rápido, o una luz roja para indicarle que debía detenerse y repetir lo que había dicho.
IMB proporcionó la nueva tecnología gratuitamente para el juicio, con la condición de que el gobierno estadounidense pagara los costos de envío e instalación. Gracias al éxito del sistema utilizado en Núremberg, posteriormente IMB pudo vender el sistema para su uso en las Naciones Unidas.