David Bayer
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Transcripción
David Bayer:
Tenía 16 años cuando los alemanes entraron en mi pueblo, y antes de eso era un muchacho feliz, con una familia agradable. Mi padre tenía una fábrica de zapatos, en la que trabajaban 15 o 16 personas. Mi hermana tenía 18 años, mi hermano 12 y mi hermanita 8. Mi padre tenía unos 42 años y mi madre como 41. Teníamos una casa bonita, un jardín y todo lo demás, y yo iba a la escuela, jugaba al fútbol, montaba en bicicleta y llevaba una vida agradable.
Cuando llegaron los alemanes, todo cambió. Vivíamos en una zona con una sección cristiana y frente a una iglesia, porque mi padre necesitaba más espacio para la fábrica, así que por eso vivíamos ahí, con nuestro patio trasero y nuestra tienda.
Había muchas fábricas de zapatos, muchos sastres, muchos relojeros y todo tipo de artesanos. Y en el área había granjas, el área cerca de mi pueblo natal. Todos los agricultores venían una vez por semana para comerciar con la gente judía.
Eran muy amables; no teníamos problemas. Había una colonia de alemanes étnicos que vivían no muy lejos, y éramos muy amigos de ellos. Y no teníamos ningún problema. Nosotros vivíamos nuestras vidas y ellos las suyas, y así era. Pero los alemanes cambiaron toda la situación.
Bill Benson:
Y una vez que llegaron, las cosas cambiaron drásticamente, ¿verdad?
David Bayer:
Todo cambió radicalmente. Cuando los alemanes llegaron, tuvimos que huir. Corrimos hacia el bosque. Todo el mundo salió corriendo porque bombardearon la ciudad y hubo muchos disparos. Y cuando volvimos, encontramos a los alemanes saqueando nuestra casa, llevándose todo lo que podían, hasta la vajilla.
Y buscaban zapatos, cuero, maquinaria, todo lo que pudieran llevarse. Volvimos después de unos días de estar en el bosque, y había alemanes en nuestra casa. Y mi madre lloró porque un alemán tiró una caja de platos de Pascua y los rompió, de una estantería, lo rompió todo, y lo que no rompió, se lo llevó.
Bill Benson:
Y esos platos habían sido de la familia...
David Bayer:
Llevaban ahí cientos de años.
Bill Benson:
Cientos de años.
David Bayer:
Ya sabes, platos de porcelana y plata. Los alemanes se fueron riéndose; se burlaban de nosotros. Un alemán hasta le preguntó a mi padre: “¿Cómo es que nadie quiere a los judíos?”
Y yo estaba junto a mi padre. Mi padre dijo: “Porque no devolvemos los golpes”.
Hizo un gesto como así, y yo me asusté mucho, pensé que mi padre iba a golpear a ese alemán. Pero [como] él dijo, no devolvemos los golpes. Y por eso no nos quieren. Y nunca devolvimos los golpes. Mi abuelo solía decirme, si me peleaba en la escuela: no lo hagas, pon la otra mejilla. Eso es lo que siempre te dicen.
Y este era el problema que teníamos. Éramos inocentes; no habíamos hecho nada. Solo éramos religiosos, creíamos en Dios, rezábamos todos los sábados, ya sabes, teníamos una buena vida religiosa. Entonces, los alemanes empezaron a entrar en nuestra casa, pusieron una estrella de David en nuestra puerta; como vivíamos en una zona cristiana, querían saber que vivíamos ahí.
Y entonces un día entraron, un alemán entró, y me sacó —había varios, pero uno me agarró— me sacó de la casa para que hiciera algo de trabajo para ellos. Y había un montón de soldados alemanes detrás de una iglesia, y querían que sacara una batería de debajo del camión.
Nunca había tenido un camión; nunca había visto un auto en mi pueblo. Teníamos caballos y carretas. Y no sabía cómo hacerlo. Me sangraban las manos. Ya hacía frío, había nieve en el suelo y tuve que tumbarme en el lodo para sacar la batería. Y ellos estaban ahí parados y se reían, tomando fotos.
Finalmente saqué la batería, y el ácido se derramó sobre mí y me quemó toda la ropa, hasta la piel. Yo lloré; gritaba y lloraba. Y ellos tomaban fotos y se reían. La humillación era... podría haberme muerto ahí y habría sido más feliz.
Por último, les supliqué, les dije: “Déjenme ir a casa. Volveré; me cambiaré de ropa”. Pero no me dejaron ir. Cuando oscureció me dijeron que me fuera; sin comida, sin nada. Mi madre estaba en casa, llorando mientras me esperaba.
Biografía
David Bayer nació el 27 de septiembre de 1922, hijo de Manes y Sarah Bayer, en Kozienice (Polonia). Manes tenía una fábrica de zapatos que abastecía a tiendas de toda Polonia, y Sarah se ocupaba de la casa y ayudaba en la fábrica. David era el segundo de cuatro hermanos de una familia judía practicante; se pasaba el día yendo a la escuela, practicando deportes y trabajando en la fábrica de su padre.
Los alemanes capturaron Kozienice el 9 de septiembre de 1939, ocho días después de la invasión de Polonia. Durante el bombardeo, los Bayer se ocultaron en un bosque cercano. Al regresar, descubrieron que el ejército alemán había destruido o confiscado la mayor parte de sus pertenencias, incluida la vajilla de Pascua que Sarah había heredado. De la noche a la mañana, los nazis con sus políticas antisemitas despojaron a los judíos polacos de su ciudadanía, confiscaron sus negocios y establecieron un toque de queda. La fábrica de Manes fue confiscada, y David fue arrestado por hacer fila para comprar pan después del inicio del toque de queda. Su hermana mayor, Rose, sobornó a un guardia y consiguió su liberación.
En 1940, los Bayer fueron obligados a vivir en el ghetto de Kozienice. David se ofreció de voluntario para trabajar como peón en una finca polaca cercana a cambio de comida, antes de trabajar como criado y traductor para un oficial de la Gestapo. Después, lo pusieron a trabajar en un proyecto de construcción de un canal de riego. El 27 de septiembre de 1942, la mayoría de los habitantes del ghetto (incluida la familia Bayer) fueron deportados al centro de exterminio de Treblinka, situado en la Polonia ocupada por los alemanes, donde fueron asesinados. David logró evitar la deportación porque se había escabullido del lugar donde trabajaba para robar comida de los campos locales. Varios días después volvió de contrabando a Kozienice y trabajó con un puñado de judíos que quedaban para limpiar el ghetto.
En diciembre de 1942, los aproximadamente 35 judíos que quedaban en Kozienice fueron deportados al campo de trabajo de Pionki, donde pusieron a David a trabajar en una fábrica de pólvora. Ahí, David sufrió un accidente, una explosión que le quemó la cara, las manos y los pies. En 1944, los prisioneros fueron enviados a Auschwitz-Birkenau. Seleccionaron a David para hacer trabajos forzados y le tatuaron el número de prisionero “B74”. David fue enviado a trabajar a las minas de carbón de Jaworzno en Neu-Dachs, un subcampo de Auschwitz. En enero de 1945, Jaworzno fue evacuada y los prisioneros fueron enviados a una marcha de la muerte. Tras una breve estancia en Blechhammer, otro subcampo de Auschwitz, David escapó al bosque, donde fue liberado por soldados rusos. Pesaba solamente 70 libras.
Después de su liberación, David se dirigió al campo de personas desplazadas de Foehrenwald, en el sector estadounidense de la Alemania ocupada por los Aliados. En 1947 se mudó a Panamá y de ahí a Palestina para luchar en la guerra de independencia de Israel (1948). Después de la guerra, David regresó a Panamá y vivió ahí hasta 1955, cuando emigró a Estados Unidos. Se instaló en el área de Washington DC y fue propietario de una licorería hasta 1992. David se casó con Adele Abramowitz en 1958 y tuvo dos hijos. Fue voluntario en el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos.