Martin Weiss

“Cuando llegamos a Auschwitz, fue durante la noche, como a las 12... Si alguna vez has visto el caos, o si puedes imaginarte el infierno, debe haber sido así. Porque todos trataban de aferrarse a sus hijos; trataban de aferrarse unos a otros”. Escuche a Martin Weiss describir su llegada a Auschwitz-Birkenau. Conozca algunas de sus experiencias, acciones y las decisiones que se vio obligado a tomar durante el Holocausto.

Audio

Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos - Colecciones - Martin Weiss

Transcripción

Martin Weiss:
Bueno, había de 125 a 135 personas por vagón. Tienes que recordar que había jóvenes, viejos... Yo tenía un tío que tenía tifoidea... Eh, no... tenía tuberculosis y estaba en un sanatorio. Pues lo recogieron en una camilla y se lo llevaron. No quisieron dejarlo. Y lo enviaron a...

Bill Benson:
Y lo enviaron a Auschwitz.

Martin Weiss:
Bueno, murió justo antes de que lo enviaran, pero lo importante es que no dejaban a nadie. Y así era la situación. Y lo que pasó fue que... nos pusieron en un tren. Repito, nos pusieron en un tren con 125 a 135 por vagón, con estos bultos. No había baños, ni agua, ni comida. Y durante tres días y tres noches estuvimos en un tren.

Finalmente llegamos a Polonia. Y entonces, francamente, nos asustamos mucho porque nos enteramos de todo lo que estaba pasando en Polonia, y la razón... Vimos a través de la rendija de la puerta los nombres de las ciudades y también oímos que hablaban en polaco afuera. Así que la gente sabía que estábamos en un problema serio.

Pero nunca oímos hablar de Auschwitz hasta que llegamos ahí. Cuando llegamos a Auschwitz, fue durante la noche, como a las 12... No sé, a alguna hora, era tarde por la noche, las 12 de la noche. En fin, abrieron las puertas y había reflectores que nos rodeaban. Y nos bajamos del tren. Si alguna vez has visto el caos, o si puedes imaginarte el infierno, debe haber sido así. Porque todos trataban de aferrarse a sus hijos; trataban de aferrarse unos a otros. Y mientras tanto, había gente con esa ropa a rayas que ves en el Museo, la que usaban los presos, que fue la primera vez que los vimos, caminando con grandes palos, gritando y gritando “¡Schnell, schnell!” “¡Fuera!” y “¡Muévanse, muévanse rápido!” Así que todo el mundo trataba de sujetarse y todos estaban muertos de miedo. Y los reflectores, como dije, te deslumbraban.

Pero mientras tanto, tenían guardias con el dedo en el gatillo, digo, y perros de la policía alemana que nos rodeaban. Y hasta la fecha no sé por qué, ya que estaba todo encerrado en un patio con vallas electrificadas. Y nadie podía correr a ningún sitio.

Pero cuando... en cuanto nos bajamos, empezaron a separarnos, hombres y mujeres y así. Y luego tuvimos que ir a una fila. Todo tenía que moverse muy muy rápido, a gran velocidad. Y estos tipos con los palos iban por ahí, obligando a eso. Y la Gestapo estaba supervisando eso. Y todos ellos, fueran desagradables o no, tenían que actuar de manera desagradable. Y algunos lo eran, otros solo actuaban de esa manera. Sin embargo, separaron a los hombres de las mujeres. Luego teníamos que formar una fila, y el oficial estaba parado ahí y hacía así, izquierda o derecha. Si ibas a la izquierda, ibas a la muerte. Si ibas a la derecha, ibas a trabajar. Y así, básicamente, fue nuestra iniciación o nuestra primera experiencia en Auschwitz.

Y, por supuesto, nunca habíamos oído hablar de los crematorios. Nunca habíamos oído nada así. Ni siquiera estaba en nuestro vocabulario, simplemente no existía. En fin, pasamos, nos eligieron... mi padre, algunos de mis familiares y muchas otras personas de mi pueblo. Pasamos por la fila. Yo no era tan grande. Tenía tan solo unos 15 años; en realidad era pequeño para mi edad. Resultó que fui el único de los chicos de mi edad que pasó.

De 30 a 35 muchachos, todos ellos murieron la primera noche que llegamos a Auschwitz. Y creo que la razón fue que me puse como dos o tres chamarras porque nos hablaron de trabajo, así que quise aparentar que era más grande y de alguna manera pasé. Y de hecho, en realidad fue solo cuestión de suerte.

Así que pasamos por las duchas. O antes de ir ahí... OK, nos separaron y nos eligieron para trabajar. Así que nos agruparon y todos los demás fueron a otro lado. Y mientras estábamos ahí, me di cuenta de que había un pequeño espacio vacío entre nosotros y había un grupo de gente, y vi a mi madre y a mis dos hermanas pequeñas al otro lado. Así que le dije a mi padre: “Mira, voy a cruzar corriendo este espacio y me iré con mi madre porque podré conseguir algo de comida o algo así”. Porque mis hermanas eran demasiado jóvenes para poder hacerlo y así podría ayudarles.

Así que mi padre dijo OK, e intenté cruzar corriendo el espacio. Y un hombre con un bastón y uniforme a rayas viene y me agarra y me dice: “¡Vuelve ahí, no puedes ir para allá!” Como dije, muy desagradable. Volví y me quejé con mi padre: “¿Te imaginas? Descubrí que era un prisionero. Y actuaba así”.

En resumen, pasamos por las duchas, salimos por el otro lado y nos cortaron todo el pelo. A los hombres adultos incluso tomaban una navaja y les afeitaban todo el vello corporal. Eso era para evitar que tuvieran piojos, nos dijeron. Salimos por el otro lado. También había ropa a rayas; nos dieron ropa a rayas. Y nos llevaron a las barracas. Y eran barracas grandes, casi como hechas para caballos. Tenían algo en el medio como para atar los caballos y esas cosas. De todos modos, eran grandes barracas con literas. Metían a 12 personas en una litera, aunque no lo creas, teníamos que dormir ahí.

Salimos... oh, a la mañana siguiente... oh no, cuando llegamos a las barracas, antes de entrar a las barracas, estaba por amanecer. De pronto, vimos estas grandes llamas que salían de debajo de un montón de pinos. Pero las llamas se elevaban muy alto en el cielo. Y también podíamos oler la carne quemándose. Y entonces vimos las chimeneas, las cinco grandes chimeneas de las que salía humo negro. Y de pronto, en ese momento alguien descubrió lo que era y nos contaron lo que había pasado.

A la mañana siguiente, cuando vimos los incendios, nos dimos cuenta de que todas nuestras familias estaban siendo incineradas.

Biografía

Martin "Marty" Weiss nació con el nombre de Meier Weiss el 28 de enero de 1929 en Veľká Poľana, Checoslovaquia, hijo de Jacob y Golda Weiss. Jacob era agricultor de subsistencia y distribuidor de carne, y Golda estaba dedicada a su hogar judío ortodoxo y a criar a sus nueve hijos (Mendl, Issac, Ellen, Cilia, Moshe, Hannah, Marty, Esther y Monica). Checoslovaquia se había convertido en una democracia independiente después de la Primera Guerra Mundial, y los miembros de la familia Weiss eran orgullosos ciudadanos de la recién creada nación.

En 1938 y 1939, la Alemania nazi y otros países desmantelaron Checoslovaquia y se anexionaron y ocuparon gran parte de su territorio. Hungría tomó el control de la parte sureste de Eslovaquia, donde vivían Marty y su familia. Los húngaros aplicaron leyes antisemitas que eran similares a las leyes raciales de Nuremberg y definían racialmente a los judíos de Hungría, quienes perdieron la igualdad de derechos como ciudadanos, y las oportunidades económicas para ellos se restringieron. El régimen húngaro también obligaba a los hombres judíos, incluidos los dos hermanos mayores de Marty, Mendl e Issac, a servir en batallones de trabajos forzados. A partir de 1941, decenas de miles de hombres judíos fueron enviados al frente oriental, donde la gran mayoría murió en condiciones peligrosas y mortíferas. Aunque los derechos de los judíos para dedicarse al comercio y poseer negocios estaban fuertemente restringidos, Jacob se las arregló para conservar su licencia comercial. Siguió ganando dinero, ya que por las noches sacrificaba animales de acuerdo con sus rituales, los cuales habían sido prohibidos por el gobierno, y vendía la carne en el mercado negro.

En marzo de 1944, la Alemania nazi ocupó a su aliada Hungría y promulgó medidas antisemitas aún más restrictivas, incluida la obligación de que los judíos llevaran una insignia con una estrella amarilla en la ropa. A partir de abril de 1944, los alemanes y sus colaboradores húngaros obligaron a cientos de miles de judíos húngaros a vivir en ghettos. Los Weiss fueron encarcelados en el ghetto de Munkács durante varias semanas. En el ghetto, los guardias húngaros obligaban a los Weiss y a otros a mover ladrillos a mano de un lado a otro en una fábrica ladrillera y luego de vuelta. Esta tarea inútil pero agotadora era un acto de tortura y humillación. Durante un período de dos meses a partir de mayo de 1944, cerca de 440,000 judíos fueron deportados de Hungría. La mayoría fueron enviados al centro de exterminio de Auschwitz-Birkenau, incluidos Marty y la mayor parte de su familia, quienes fueron deportados a Auschwitz en mayo de 1944. Cuando llegaron, el transporte fue sometido a un proceso de selección en el que un pequeño porcentaje fue seleccionado para realizar trabajos forzados. Marty, su hermano Moshe, sus hermanas Cilia y Hannah, su padre Jacob y dos tíos fueron seleccionados para hacer trabajos forzados. Las SS nazis asesinaron a su madre Golda y a sus dos hermanas menores Esther y Monica en las cámaras de gas, junto con otros miembros de su familia. 

Marty y Jacob fueron trasladados entonces al campo de concentración de Mauthausen, donde los obligaron a trabajar en las canteras de piedra, y luego a Melk, un subcampo de Mauthausen. En Melk, los alemanes obligaban a los prisioneros a excavar túneles en las laderas de las montañas. Jacob murió de agotamiento e inanición. Con el avance de los Aliados por Alemania en la primavera de 1945, las SS nazis desalojaron el campo de Melk. Marty y otros reclusos fueron enviados de vuelta al campo principal. Entonces, a Marty lo obligaron a participar en una marcha de la muerte de Mauthausen a Gunskirchen, un subcampo de Mauthausen situado en un bosque, con condiciones extremadamente primitivas y de hacinamiento. El ejército estadounidense lo liberó de Gunskirchen el 5 de mayo de 1945.

Después de su liberación, Marty regresó a Checoslovaquia. Ahí se reunió con Cilia, a quien los británicos habían liberado de Bergen-Belsen en abril de 1945. Se enteró por Cilia de que su hermana Hannah había muerto en los campos. Cilia se casó con otro sobreviviente, Fred Moss. Marty también se reunió con su hermano mayor, Mendl, quien había sobrevivido a la guerra en un batallón de trabajadores húngaros. Los hermanos localizaron a su hermana Ellen, quien había emigrado a Estados Unidos en 1939. Ellen ayudó a conseguir visas de migración a Estados Unidos para Marty, Mendl, Cilia y Fred, y todos llegaron a Nueva York en julio de 1946. Más tarde se enteraron del destino de sus otros hermanos. Issac había sobrevivido a su servicio en los batallones de trabajadores húngaros. Moshe sobrevivió a los campos, pero murió poco después de la liberación en circunstancias poco claras. De los once miembros de la familia directa de Marty, cinco sobrevivieron al Holocausto

Marty sirvió en el ejército de Estados Unidos durante la guerra de Corea antes de entrar en el negocio de los alimentos en 1955. En 1957 se casó con Joan Merlis y tuvieron dos hijos. Marty comenzó a trabajar como voluntario en el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos en 1998.

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