La familia de Ernest tenía una fábrica que hacía matzah, el pan ácimo que se come durante la Pascua judía. En febrero de 1939, tres meses después de la "Kristallnacht" (el pogrom de la "noche de los vidrios rotos"), Ernest y su madre huyeron a Shanghai, uno de los pocos lugares seguros para los refugiados en donde no pedían visas. Su padre y su hermana se quedaron atrás, en Alemania, y perecieron durante el Holocausto. Un hermano consiguió escapar a Inglaterra. Ernest y su madre encontraron trabajo en Shanghai. En 1947, vino a Estados Unidos con su esposa, a la que había conocido en Shanghai, donde se casaron.
Era un ghetto, rodeado de alambre de púas. Participábamos en un servicio de voluntariado llamado Pao Chia, bajo supervisión japonesa. Eh... de autodefensa... una especie de autoprotección. Usaban brazaletes y tenían que estar en las salidas y entradas del ghetto para impedir que saliera alguien no autorizado. En ese momento, las condiciones eran tales que el ghetto estaba controlado por un japonés muy cruel y sádico llamado Ghoya. Era paranoico, un psicópata, y se llamaba a sí mismo "el rey de los judíos". Estaba bajo las órdenes de Kobota, que era uno de esos oficiales que mencioné anteriormente. Hay... podría hablar una hora sobre Ghoya y todo lo que hacía. Era tan... tenía tal complejo de inferioridad que, a los que todavía teníamos un trabajo fuera, nos hacía esperar un día haciendo cola fuera de su oficina para obtener un pase. Nos podíamos ir, salir del ghetto siempre que consiguiéramos un pase de él. Este podía ser válido por un día o un mes para ciertas áreas de la ciudad, todo dependía de él. Y debíamos regresar al ghetto a una cierta hora del día. Y... eh... nos decía, empezaba a interrogarnos: "Ah, tu inglés es demasiado bueno. No hay pase." O bien: "No hablas inglés, no hay pase." Y si alguien no le caía bien saltaba, se paraba sobre el escritorio y le pegaba una cachetada. Y si alguien le caía muy mal, lo mandaba por una noche al búnker [barracas de castigo]. Una noche en el búnker era una sentencia de muerte, porque este estaba lleno de fiebre tifoidea. Fiebre tifoidea, y si la persona lograba salir del búnker al día siguiente, en aproximadamente una semana o dos estaría enferma... y todos ya sabían que te quedaban unas dos semanas de vida.
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