La ocupación alemana de Polonia fue excepcionalmente brutal.

Los nazis consideraban racialmente inferiores a los polacos. Después de la derrota militar de Polonia a manos de Alemania en septiembre de 1939, los alemanes iniciaron una campaña de terror dirigida a destruir la nación y la cultura polacas y a reducir a los polacos a una población de campesinos y obreros sin líderes, dedicados a trabajar para sus amos alemanes.

En las semanas posteriores al ataque alemán contra Polonia, las SS, la policía y las unidades militares asesinaron a miles de civiles polacos, incluidos muchos miembros de la nobleza, el clero y la clase intelectual polacas. En la primavera de 1940, las autoridades de ocupación alemanas lanzaron el AB-Aktion, un plan para eliminar sistemáticamente a los polacos considerados miembros de la “clase dirigente”. El objetivo era eliminar a los polacos que se pensaba que eran los más capaces de organizar una resistencia contra el dominio alemán, y someter a la población polaca por medio de un régimen de terror. Los alemanes asesinaron a miles de maestros, sacerdotes y otros intelectuales en matanzas masivas. Los funcionarios nazis enviaron a miles más al recién construido campo de concentración de Auschwitz, a Stuthof y a otros campos de concentración en Alemania, donde los polacos no judíos constituyeron la mayoría de los prisioneros hasta marzo de 1942.

Hitler tenía la intención de “alemanizar” a Polonia, reemplazando a la población polaca con colonizadores alemanes. Solo se mantendría a los polacos que fueran necesarios para las labores básicas; al resto los expulsarían o los asesinarían. Como un primer paso, los gobernadores de los territorios anexados (como Arthur Greiser en el Warthegau y Albert Forster en Danzig-Prusia Occidental) deportaron por la fuerza a cientos de miles de polacos hacia el Generalgouvernement. Más de 500.000 alemanes étnicos se asentaron entonces en estos territorios. Entre 1942 y 1943, las unidades de las SS y de la policía llevaron a cabo acciones de germanización en la región del Generalgouvernement conocida como Zamosc, expulsando por la fuerza a unos 100.000 civiles polacos, incluidos 30.000 niños. Dividieron a las familias, a muchas víctimas las enviaron a campos de concentración o a trabajos forzados, y a más de 4.000 niños los enviaron al Reich por ser aptos para la alemanización. En total, por lo menos 20.000 niños polacos fueron separados de sus familias; a estos niños los transfirieron al Reich y los sometieron a las políticas de “alemanización”.

Sin embargo, mientras la guerra duró, Alemania requirió de la mano de obra polaca. Los funcionarios nazis impusieron una obligación laboral sobre cualquier polaco sano, que llegó a incluir a niños hasta de 12 años de edad. Las autoridades alemanas dictaban el lugar y la forma de empleo para los polacos, y podían reclutarlos para trabajar en el Reich. La policía recogía a los polacos de las calles y los trenes, de los mercados y las iglesias, y en redadas en aldeas y vecindarios para completar las cuotas laborales. Los funcionarios alemanes enviaban a los polacos que trataban de evadir el reclutamiento laboral a campos de concentración, y castigaban a sus familias. Entre 1939 y 1945, por lo menos 1,5 millones de ciudadanos polacos fueron deportados al territorio alemán para hacer trabajos forzados. También encarcelaron a cientos de miles en campos de concentración nazis.

Fuimos, por supuesto, sobrevivientes de un período en el que cualquier persona sana de más de 14 años de edad tenía que trabajar 10 horas diarias durante 6 días por semana. De lo contrario nos enviarían a Alemania a los campos de trabajos forzados, o a trabajar en las fábricas de la maquinaria de guerra alemana.
Wallace Witkowski, en una descripción de las difíciles condiciones de vida de los no judíos en Polonia

Los funcionarios nazis aplicaron medidas de represalias indiscriminadas en respuesta a las actividades de la resistencia. Respondieron a los ataques contra los alemanes con arrestos masivos y ejecuciones de civiles, y con frecuencia los mantenían como rehenes para asesinarlos en represalia por las operaciones de la resistencia. Las operaciones alemanas de “pacificación” en las zonas de actividad de los partisanos incluyeron la expulsión masiva de civiles, a muchos de los cuales enviaron a campos de concentración.

En Francia se estableció un gobierno polaco en el exilio dirigido por Wladyslaw Sikorski, el cual se trasladó a Londres después de la caída de esa nación. En suelo polaco, estaba representado por la “Delegatura” clandestina, que tenía como una de sus funciones la coordinación de las actividades del Ejército Nacional de Polonia (Armia Krajowa). La resistencia polaca organizó un enorme levantamiento contra los alemanes en agosto de 1944 en Varsovia. La rebelión tuvo una duración de dos meses, pero finalmente fue aplastada por los alemanes. En ese levantamiento, más de 200.000 polacos fueron asesinados.

No es tarea fácil calcular la cantidad de personas que fueron asesinadas como resultado de las políticas nazis. Se calcula que los nazis asesinaron a entre 1,8 y 1,9 millones de civiles polacos no judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Además, los alemanes asesinaron por los menos a 3 millones de judíos ciudadanos de Polonia.