Vista del Estadio Olímpico, eje del Campo Deportivo del Reich en Berlín.

Antecedentes

Poco después de que Adolf Hitler tomó el poder en Alemania en 1933, los observadores de los Estados Unidos y otras democracias occidentales comenzaron a deliberar sobre la posibilidad de boicotear los Juegos Olímpicos de 1936. Mientras Hitler veía las Olimpiadas como una oportunidad para demostrar la superioridad de lo que consideraba la “raza maestra”, los observadores ajenos a Alemania cuestionaban la moralidad de apoyar los Juegos Olímpicos organizados por el régimen nazi. Esto suscitó debates sobre si participar o no en este evento deportivo internacional. Para los afroamericanos, este debate tenía una dimensión adicional, debido a que ya se enfrentaban al racismo en su país, y ahora tendrían que decidir si representarían a los Estados Unidos en un país dominado por una dictadura racista.

Discriminación en casa

En la década de 1930, los negros sufrían discriminación en la mayoría de los ámbitos de la vida estadounidense. Las leyes de “Jim Crow”, diseñadas para mantener impotente y segregada a la población negra, prohibían el acceso de los afroamericanos a muchos tipos de empleos y a lugares públicos como restaurantes, hoteles y otras instalaciones. En el sur en particular, los negros vivían con el temor de la violencia por motivos raciales. Esta discriminación se extendía también a numerosas instituciones. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas armadas de los Estados Unidos estuvieron segregadas. La discriminación racial también era frecuente en los deportes. Las oportunidades para los atletas negros eran limitadas tanto a nivel universitario como profesional.

El debate del boicot y los atletas afroamericanos

Desde 1933 se iniciaron movimientos en los Estados Unidos y otros países para boicotear los Juegos Olímpicos de 1936 en la Alemania nazi.

Durante el debate sobre el boicot, los atletas afroamericanos se enfrentaron a la presión de adoptar una postura moral contra el nazismo. Tras haber entrenado con éxito para convertirse en atletas olímpicos, algunos atletas afroamericanos resentían que se les pidiera que protestaran por la discriminación contra los atletas judíos en Alemania, mientras que los Estados Unidos tenían sus propias leyes segregacionistas de Jim Crow, que prevalecían en todos los ámbitos.

Los corredores Helen Stephens y Jesse Owens, miembros del equipo olímpico estadounidense, en los Juegos Olímpicos de Berlín.

Por lo tanto, los atletas afroamericanos se encontraban en una posición única con respecto al debate sobre el boicot. Por un lado, los Juegos Olímpicos ofrecían a los atletas estadounidenses negros la oportunidad de demostrar su talento y romper los estereotipos raciales en el país y en el extranjero. Por otro lado, había preocupación respecto a la forma en que los atletas olímpicos negros serían tratados a su llegada a los Juegos en la Alemania nazi. Sin embargo, estas preocupaciones se disiparon rápidamente. En junio de 1933, debido a la presión del Comité Olímpico Internacional, el Comité Olímpico Alemán prometió que Alemania se apegaría a los Estatutos Olímpicos. Estos estatutos prohibían toda la discriminación en el deporte.

Una vez disipada esta preocupación por la seguridad de los atletas negros en la Alemania nazi, muchos periódicos afroamericanos se opusieron al boicot de los Juegos Olímpicos de 1936. Los periodistas negros criticaron a los partidarios del boicot de los Juegos Olímpicos por su hipocresía: ¿cómo podían hablar tanto de la discriminación contra los atletas en el extranjero sin abordar el problema de la discriminación contra los atletas en el país? También señalaron que todos los atletas olímpicos negros provenían de universidades del norte, que atendían principalmente a estudiantes blancos. Decían que esto demostraba la inferioridad del equipo y las instalaciones de entrenamiento de las universidades tradicionalmente negras, donde la mayoría de los estudiantes afroamericanos recibía su educación en la década de 1930.

Los escritores de periódicos como The Philadelphia Tribune y el Chicago Defender argumentaron que las victorias de los atletas negros debilitarían el racismo y el énfasis en la supremacía “aria” en el corazón de los planteamientos raciales nazis. También esperaban que dichas victorias fomentaran un nuevo sentido de orgullo negro en casa. El Chicago Defender informó, el 14 de diciembre de 1935, que las estrellas afroamericanas del atletismo Eulace Peacock, Jesse Owens y Ralph Metcalfe favorecían la participación en las Olimpiadas porque consideraban que sus victorias servirían para repudiar las teorías raciales nazis (Peacock no pudo participar en los juegos debido a que sufrió una lesión).

Sin embargo, las opiniones de los afroamericanos sobre este asunto no eran unánimes. Algunos periódicos propiedad de negros y la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (National Association for the Advancement of Colored People, NAACP) se oponían firmemente a las políticas racistas del régimen nazi. Ya para 1933, la NAACP había expresado su preocupación acerca de la participación de los atletas negros en las Olimpiadas de Berlín. Incluso en agosto de 1935, el New York Amsterdam News seguía alentando a los atletas negros para que boicotearan los Juegos.

En diciembre de 1935, Walter White, secretario de la NAACP, expresó su oposición a los Juegos en una carta a Jesse Owens que redactó, pero que nunca envió. En esta carta, White instaba a Owens a boicotear los Juegos Olímpicos de 1936, y le decía:

“...tengo la firme convicción de que el tema de la participación en las Olimpiadas de 1936, si se celebran en Alemania bajo el régimen actual, trasciende todas las demás cuestiones. Creo firmemente que la participación de los atletas americanos, y en especial de los de nuestra propia raza, que ha sufrido más que cualquier otra por el odio racial americano, causaría un daño irreparable”.
– Carta que Walter White,
secretario de la NAACP,
redactó pero nunca envió a Jesse Owens, atleta olímpico.
4 de diciembre de 1935

White también planteó el tema del aumento del antisemitismo y el creciente prejuicio anticatólico y antinegro en los Estados Unidos. Expresó además su temor de que los Estados Unidos se encaminaran hacia una dictadura fascista si no se detenía a los Hitlers del mundo.

Al parecer, White nunca le envió esta carta a Owens; sin embargo, sus palabras constituyen un registro histórico de los dilemas morales y éticos a los que se enfrentaban los atletas afroamericanos de la época.

Atletas afroamericanos en las Olimpiadas de 1936

El corredor olímpico Jesse Owens y otros atletas olímpicos compiten en la duodécima eliminatoria de la primera competencia de ...

Al final, 18 afroamericanos (16 hombres y 2 mujeres) compitieron en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, el triple de los que habían competido en los Juegos de Los Ángeles en 1932. El aumento en la cantidad de atletas negros que compitieron refleja la migración de los negros a las ciudades del norte a partir de la década de 1910. También fue resultado del creciente interés de las universidades del norte por reclutar a atletas negros. 

Los atletas afroamericanos del equipo olímpico de los EE. UU. en 1936 llevaron a casa 14 medallas: 8 de oro, 4 de plata y 2 de bronce.

Medallistas afroamericanos
David Albritton Salto de altura, plata
Cornelius Johnson Salto de altura, oro
James LuValle Carrera de 400 metros, bronce
Ralph Metcalfe Carrera de relevos 4 x 100 metros, oro
Carrera de 100 metros, plata
Jesse Owens Carrera de 100 metros, oro
Carrera de 200 metros, oro
Salto de distancia, oro
Carrera de relevos 4 x 100 metros, oro
Frederick Pollard, Jr. Carrera de 110 metros con obstáculos, bronce
Matthew Robinson Carrera de 200 metros, plata
Archibald Williams Carrera de 400 metros, oro
Jack Wilson Boxeo en peso gallo, plata
John Woodruff Carrera de 800 metros, oro

Continúa la discriminación después de las Olimpiadas

Si bien las victorias olímpicas de 1936 fueron motivo de orgullo para las comunidades afroamericanas de los Estados Unidos y un paso para aliviar la discriminación en los deportes estadounidenses, no tuvieron un impacto inmediato en la vida cotidiana de los atletas negros del país ni en las relaciones raciales estadounidenses en general. Después de las Olimpiadas, los atletas regresaron a un país segregado por raza, a una nación donde eran tratados como ciudadanos de “segunda clase”. Un análisis de la prensa de la época, especialmente en el sur, indica que el éxito de los atletas olímpicos afroamericanos fue minimizado o ignorado.

El corredor estadounidense Jesse Owens inicia la carrera de 200 metros en la que estableció una nueva marca olímpica, al cruzar ...

Además, las victorias olímpicas no se convirtieron en oportunidades profesionales. Como escribió Jesse Owens, el atleta más célebre del equipo olímpico de los EE. UU. en 1936, en su autobiografía de 1972 I Have Changed:

“Cuando volví a casa después de las Olimpiadas de 1936 con mis cuatro medallas, se hizo cada vez más evidente que todos me iban a dar palmadas en la espalda, querían darme la mano o llevarme a su suite. Pero nadie iba a ofrecerme un trabajo”.
—Jesse Owens, 1972

A pesar de este racismo generalizado, el debate sobre el boicot antes de las Olimpiadas y las claras victorias de los atletas afroamericanos en los Juegos tuvieron un impacto a largo plazo. Específicamente, el debate sobre el boicot llamó la atención hacia la discriminación racial a través del prisma de los deportes, mientras que las victorias olímpicas de figuras tan célebres como Jesse Owens y Mack Robinson inspiraron a los futuros atletas olímpicos negros.