Ruanda: la primera condena por genocidio
En la época de los juicios de Nuremberg, no existía el concepto legal de “genocidio”. El 2 de septiembre de 1998, el Tribunal Criminal Internacional para Ruanda (un tribunal creado por las Naciones Unidas) emitió la primera condena mundial por el crimen definido como genocidio después de un juicio ante un tribunal internacional. Un hombre llamado Jean-Paul Akayesu fue declarado culpable de genocidio y crímenes contra la humanidad por participar y supervisar determinados actos mientras se desempeñaba como alcalde de la ciudad ruandesa de Taba.
El joven Akayesu, nacido en la comuna de Taba en 1953, era miembro activo del equipo de fútbol local, además de padre de cinco hijos y maestro. Era un líder respetado en su comunidad, considerado un hombre de alta moralidad, inteligencia e integridad.
En 1991, Akayesu incursionó activamente en la política y fue elegido presidente local del Movimiento Republicano Democrático (MDR), un partido de la oposición. Aunque al principio se mostraba reacio a ocupar cargos públicos, fue elegido bourgmestre (alcalde) de Taba, un cargo que ocupó desde abril de 1993 hasta junio de 1994.
Como alcalde, Akayesu era líder de la comunidad, y la población lo trataba con respeto y deferencia. Supervisó la economía local, controló a la policía, administró justicia y en general encabezó la vida social en la ciudad.
Después del comienzo del genocidio ruandés, el 7 de abril de 1994, Akayesu mantuvo inicialmente a su pueblo fuera del exterminio masivo; no le permitía a la milicia realizar operaciones en ese lugar y protegía a la población tutsi. Pero después de la reunión de líderes del gobierno interino (quienes habían planeado y orquestado el genocidio) celebrada el 18 de abril, se produjo un cambio sustancial en la ciudad y aparentemente en Akayesu. Al parecer, había calculado que su futuro político y social dependía de su colaboración con las fuerzas que llevaban adelante el genocidio. Akayesu cambió su traje por una chaqueta militar, y adoptó literalmente la violencia como su modus operandi: testigos lo vieron incitar a los habitantes de la ciudad para que formaran parte de las matanzas y para convertir en lugares de tortura, violación y asesinato sitios que habían servido de asilos seguros.
Como los vientos de la guerra cambiaron, Akayesu escapó a Zaire (actualmente República Democrática del Congo) y luego a Zambia, donde fue arrestado en octubre de 1995. En un juicio llevado a cabo ante el Tribunal Criminal Internacional para Ruanda se lo declaró culpable de genocidio, la primera condena de ese tipo en una corte internacional y la primera vez que la violación fue considerada un componente de genocidio. Akayesu cumple condena perpetua en una prisión de Malí.