La Unión Soviética (URSS)

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se instituyó formalmente como estado en 1922. La Unión Soviética —como se le conoce— era una dictadura comunista con sede en Moscú. Durante la Segunda Guerra Mundial, la URSS estuvo gobernada por el dictador Josef Stalin. 

La Unión Soviética fue resultado del colapso del Imperio Ruso y de la guerra civil rusa (1917–1922). En febrero de 1917, estalló una revolución popular en la que se derrocó al zar ruso. El régimen imperial fue reemplazado por un gobierno provisional. A esta revolución le siguió un golpe de estado en octubre de 1917, en el cual Vladimir Lenin y el Partido Bolchevique tomaron el poder. En 1918, el Partido Bolchevique cambió de nombre a Partido Comunista. El golpe bolchevique condujo a una guerra civil que llevó al control comunista de la mayor parte del antiguo Imperio Ruso. El territorio soviético incluía los países de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, entre otros.

La URSS intentó activamente fomentar una revolución comunista mundial en nombre de la clase obrera internacional. Hubo movimientos comunistas en casi todos los países industrializados del mundo. Muchos de estos movimientos voltearon hacia la Unión Soviética, que en ese entonces era el único estado comunista, en busca de liderazgo. Los comunistas pretendían eliminar todas las distinciones de nacionalidad, clases sociales y diferencias económicas entre las personas. También trataron de abolir las instituciones religiosas. Como era de esperarse que las élites poderosas de la sociedad no renunciaran voluntariamente al control, los comunistas abogaron por una revolución violenta. Después de la Primera Guerra Mundial, se produjeron levantamientos comunistas violentos en Alemania, así como en algunos otros estados europeos. En consecuencia, la Unión Soviética estaba considerada como una grave amenaza en todo el mundo, especialmente entre los miembros de las religiones establecidas, las clases media y alta, los partidarios de la democracia liberal, los capitalistas, los nacionalistas y los fascistas. 

La Unión Soviética en la visión del mundo de los nazis

Desde la fundación del movimiento nazi en Alemania, la Unión Soviética fue considerada como un enemigo con el que era inevitable un enfrentamiento. La opinión nazi de la Unión Soviética se basaba en tres principios de la ideología racista nazi

  • Hitler veía los territorios de la Unión Soviética como un Lebensraum ("espacio vital") destinado a los alemanes. Creía que Alemania tenía que conquistar estas tierras y poblarlas con alemanes para que la “raza” alemana ganara la constante batalla por la supervivencia entre las razas.
  • Los nazis sostenían que los judíos habían creado el comunismo bolchevique y que lo estaban utilizando para lograr el dominio mundial. En consecuencia, a menudo se referían al comunismo como “judeo-bolchevismo”. Veían la conquista de la Unión Soviética como un paso necesario para destruir la influencia judía en el mundo.
  • Los nazis creían que los eslavos y otros grupos étnicos de la Unión Soviética eran racialmente inferiores, y que por naturaleza eran enemigos de la “raza” alemana. 

Durante los primeros seis años del régimen, los nazis utilizaron su propaganda para atacar brutalmente a la Unión Soviética. En privado, Hitler hablaba reiteradamente de un futuro conflicto. A pesar de esto, en 1939 la Alemania nazi se embarcó en una política estratégica temporal de cooperación con la Unión Soviética. Este aparente cambio temporal reflejaba la decisión táctica de Hitler de asegurar su flanco oriental mientras Alemania destruía Polonia y derrotaba a Gran Bretaña y a Francia. 

Relaciones entre Alemania y la Unión Soviética de 1939 a 1941

Europa del Este después del Pacto Alemán-Soviético, 1939-1940

Durante el verano de 1939, el Japón imperial y la Unión Soviética estaban librando una guerra no declarada en Manchuria, así que, en agosto de ese año, Stalin le dio la bienvenida al ofrecimiento alemán de entablar un pacto. Al igual que Hitler, Stalin quería evitar involucrarse en una guerra de dos frentes. Además, esperaba que la guerra entre Alemania, Gran Bretaña y Francia debilitara a las tres naciones y las dejara vulnerables ante los levantamientos comunistas dirigidos y apoyados por la Unión Soviética.  

El 23 de agosto de 1939, la Alemania nazi y la Unión Soviética firmaron el pacto alemán-soviético. Este acuerdo también se conoce como el Pacto Ribbentrop-Molotov (llamado así por los dos ministros de relaciones exteriores que lo negociaron). El pacto tenía dos partes, una pública y otra secreta. La parte pública consistía en un pacto de no agresión en el que los dos países se comprometían a no atacarse durante 10 años. Y en un protocolo secreto, los signatarios dividieron Europa oriental en esferas de influencia alemana y soviética, y acordaron la división de Polonia. 

El pacto alemán-soviético permitió que Alemania atacara a Polonia el 1° de septiembre de 1939 sin temor a la intervención soviética. Dos días después, Gran Bretaña y Francia —que habían garantizado cinco meses antes la protección de las fronteras de Polonia— le declararon la guerra a Alemania. Estos acontecimientos marcaron el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

De conformidad con el protocolo secreto del pacto, el ejército soviético ocupó y se anexó Polonia oriental en el otoño de 1939. El 30 de noviembre de 1939, la Unión Soviética atacó Finlandia. Después de una guerra de cuatro meses, los soviéticos se anexaron los territorios fronterizos finlandeses, en particular los cercanos a Leningrado (San Petersburgo). En el verano de 1940, ocuparon e incorporaron los estados bálticos y tomaron las provincias rumanas de Bukovina del norte y Bessarabia.

Alemania se prepara para atacar

Para julio de 1940, Alemania ya había ocupado Dinamarca, Noruega, Bélgica y los Países Bajos, y también había derrotado a Francia. Hitler decidió que había llegado el momento de vencer a la Unión Soviética, a pesar de que Gran Bretaña seguía luchando. Hitler y sus líderes militares creían que Alemania derrotaría rápidamente a la Unión Soviética y luego tendría una posición inconquistable en el continente europeo. 

Los diplomáticos alemanes trabajaron para asegurar los lazos de Alemania en el sureste de Europa. En noviembre de 1940, Hungría, Rumania y Eslovaquia se unieron a Alemania e Italia en la Alianza del Eje. El 18 de diciembre de 1940, Hitler firmó la Directiva 21 (cuyo nombre en código era Operación Barbarroja), la primera orden operativa para la invasión de la Unión Soviética. Durante la primavera de 1941, inició los planes de invasión con sus aliados de Europa oriental. 

La invasión alemana de la Unión Soviética

Hitler y sus asesores militares planearon la Operación Barbarroja como una Blitzkrieg (guerra relámpago) que derrotaría al Ejército Rojo soviético en cuestión de semanas. El plan original era que la invasión empezara en mayo, pero se pospuso un mes para que Alemania pudiera asegurar su flanco sur al conquistar a Grecia y Yugoslavia.

Las fuerzas alemanas invadieron los territorios controlados por los soviéticos el 22 de junio de 1941, menos de dos años después de la firma del pacto alemán-soviético. La Operación Barbarroja se considera la operación militar más grande en la historia de las guerras. A los tres grupos del ejército que contaban con más de tres millones de soldados alemanes, pronto se les unió más de medio millón de tropas de los aliados de Alemania (Finlandia, Rumania, Hungría, Italia, Eslovaquia y Croacia). Atacaron a la Unión Soviética a lo largo de un amplio frente, desde el Mar Báltico en el norte hasta el Mar Negro en el sur. 

Durante meses, Stalin se había negado a reconocer las advertencias de Gran Bretaña y Estados Unidos de que Alemania estaba a punto de invadir la Unión Soviética. Así fue que Alemania logró una sorpresa táctica casi completa, y al principio los ejércitos soviéticos se vieron avasallados. Millones de soldados soviéticos fueron rodeados. Se les aisló de las provisiones y los refuerzos, y se vieron obligados a rendirse. Después de tan solo tres semanas de lucha, Hitler y sus asesores militares estaban confiados de que la victoria total sobre la Unión Soviética estaba al alcance. 

Guerra de aniquilación 

Una columna de refugiados en la Unión Soviética, tras la invasión alemana del territorio soviético el 22 de junio de 1941.

Hitler y las fuerzas armadas alemanas planearon la campaña contra la Unión Soviética como una “guerra de aniquilación” (Vernichtungskrieg) contra el gobierno comunista “judeo-bolchevique” y los ciudadanos soviéticos, en especial los judíos. Los líderes de las Wehrmacht (las fuerzas armadas alemanas) dieron instrucciones a los soldados para que ignoraran las reglas de guerra en las que se protegía a los civiles, y para que se encargaran de todos los enemigos “sin piedad”. 

Los estrategas alemanes decidieron que el ejército alemán viviría de los recursos de la tierra en lugar de recibir provisiones de Alemania, aunque reconocían que esta política provocaría que murieran de hambre decenas de millones de civiles. 

Las Wehrmacht establecieron el castigo colectivo de los civiles en represalia por los actos de resistencia. A menudo, esto implicaba incendiar pueblos enteros y asesinar a sus habitantes.

Fusilamientos masivos detrás del frente oriental

Durante la preparación para la guerra de aniquilación, los oficiales del Alto Comando del Ejército (Oberkommando des Heeres, OKH) y la Oficina Principal de Seguridad del Reich (Reichssicherheitshauptamt, RSHA) negociaron acuerdos para desplegar las SS Einsatzgruppen a fin de llevar a cabo fusilamientos masivos de judíos, comunistas y otras personas consideradas peligrosas para el establecimiento a largo plazo de un régimen alemán en territorio soviético. Las Einsatzgruppen eran fuerzas especiales de la Policía de Seguridad (Sicherheitspolizei, Sipo) y del Servicio de Seguridad (Sicherheitsdienst, SD). Conocidas a menudo como “unidades móviles de matanza”, operaban inmediatamente detrás de las líneas del frente. Junto con otras unidades de las SS y la policía, y con el apoyo de las Wehrmacht y de los auxiliares locales, para finales de 1941 las Einsatzgruppen habían asesinado a tiros a más de medio millón de civiles. La gran mayoría de las víctimas eran hombres, mujeres y niños judíos. El asesinato masivo sistemático de los judíos durante la invasión de la Unión Soviética marcó el inicio de las políticas de la “solución final” de la Alemania nazi para aniquilar a los judíos de Europa.

Asesinato en masa de prisioneros de guerra soviéticos

Las políticas de aniquilación de Alemania incluían a los soldados soviéticos que se habían rendido. Las Wehrmacht encerraron a millones de prisioneros de guerra soviéticos en campos improvisados donde casi no había albergue, comida ni agua. La hambruna y las epidemias causaron estragos rápidamente. Las Wehrmacht también entregaron a cientos de miles de prisioneros de guerra soviéticos a las SS. Las SS ejecutaban a los prisioneros de guerra soviéticos o los hacían trabajar hasta la muerte en campos de concentración. Para febrero de 1942, menos de ocho meses después del inicio de la invasión, dos millones de soldados soviéticos habían muerto en cautiverio alemán.

El estancamiento del frente

Para principios de septiembre de 1941, las fuerzas alemanas habían llegado a las puertas de Leningrado por el norte. Habían tomado Smolensk en el centro y Dnepropetrovsk en el sur. A principios de diciembre, las unidades alemanas llegaron a las afueras de Moscú, pero con la llegada del invierno, el avance alemán se estancó. 

Después de meses de campaña, el ejército alemán estaba exhausto. Los estrategas alemanes, que habían confiado en una rápida derrota soviética, no habían equipado a sus tropas para combatir en invierno. Además, el rápido avance alemán provocó que las fuerzas dejaran atrás sus líneas de suministro, las cuales eran vulnerables debido a las grandes distancias que los separaban (Moscú está a casi 1,000 millas al este de Berlín).

En diciembre de 1941, la Unión Soviética lanzó un importante contraataque contra el centro del frente, con el cual hizo retroceder a los alemanes de Moscú en medio del caos. Los alemanes repelieron las ofensivas soviéticas posteriores en el norte y el sur del frente, pero tardaron casi dos meses en estabilizarlo al este de la ciudad de Smolensk. Entonces se reagruparon, y planearon volver a la ofensiva. 

La campaña de Blitzkrieg no logró su objetivo. Sin embargo, los líderes alemanes seguían confiando en que la Unión Soviética estaba al borde del colapso. Suponían que el país casi había agotado sus recursos. Además, creían que los ciudadanos descontentos de la Unión Soviética no estarían dispuestos a sacrificar sus vidas por el régimen de Stalin. De hecho, algunas personas de los territorios ocupados por las Wehrmacht al principio dieron la bienvenida a los alemanes como libertadores. 

Pero durante el invierno de 1941-1942, los soviéticos desalojaron las fábricas del este y aumentaron en forma masiva la producción de aviones, tanques y otras armas. Gran Bretaña y Estados Unidos apoyaron estos esfuerzos con envíos de materiales. Mientras tanto, las políticas alemanas de asesinatos en masa dieron credibilidad a los argumentos de Stalin de que la sobrevivencia de los ciudadanos soviéticos dependía de repeler a los invasores alemanes. Además, a los soldados del Ejército Rojo que emprendían la retirada los ejecutaba la NKVD, la policía secreta soviética. Frente a la perspectiva de morir de hambre en un campo alemán si se rendían o enfrentarse a un pelotón de fusilamiento si emprendían la retirada, los soldados soviéticos por lo general prefirieron luchar hasta la muerte. 

El frente oriental de 1942 a 1944

Tanques y equipaje de los alemanes hundidos en el barro durante la campaña militar en la frontera oriental.

1942-1943

En el verano de 1942, los alemanes y sus aliados lanzaron un ataque masivo en el sur y el sureste, dirigido al centro industrial de Stalingrado en el río Volga y a los campos petrolíferos del Cáucaso. Los líderes militares alemanes creían que, al apoderarse de los campos petrolíferos, paralizarían el esfuerzo bélico soviético y se asegurarían de que Alemania e Italia tuvieran suficiente combustible para continuar la ofensiva en todos los frentes y en el mar. Para Hitler, tomar la ciudad que llevaba el nombre de Josef Stalin sería una enorme victoria, tanto psicológica como estratégica. 

En septiembre de 1942, Alemania había alcanzado la cúspide de su éxito militar. Dominaba Europa desde Francia en el oeste hasta el río Volga en el este, y desde el círculo polar ártico en Noruega hasta el norte de África. En los tres años transcurridos desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Alemania no había sufrido ni una sola derrota militar importante.

Pero en noviembre hubo dos cambios importantes. El 8 de noviembre, cuando parecía que las fuerzas alemanas estaban a punto de tomar Stalingrado, las fuerzas británicas y estadounidenses desembarcaron en el norte de África. Para enfrentarlas, Hitler transfirió tropas, armamentos y aviones desde el frente oriental. El 19 de noviembre, el ejército soviético lanzó una contraofensiva masiva contra las fuerzas alemanas y rumanas que intentaban conquistar Stalingrado. En menos de una semana, las fuerzas soviéticas tenían rodeado a su enemigo, incluído todo el Sexto Ejército alemán. Los dos meses siguientes fueron de feroces combates, en los cuales ambos bandos sufrieron cuantiosas bajas. Los soldados alemanes sobrevivientes se rindieron entre el 31 de enero y el 2 de febrero de 1943.

La derrota alemana, y la muerte o captura de un cuarto de millón de soldados en Stalingrado, impactaron al pueblo alemán y sacudieron su fe en que Alemania ganaría la guerra. La campaña en el frente oriental había agotado drásticamente la mano de obra y el armamento de los alemanes. Mientras tanto, la campaña de bombardeos de los aliados occidentales estaba paralizando los esfuerzos alemanes por rearmarse y reduciendo a escombros las ciudades alemanas. 

1943-1944 

En julio de 1943, los alemanes lanzaron otra gran ofensiva en Kursk, Rusia. Los soviéticos estaban bien enterados de los planes alemanes y derrotaron a sus fuerzas en tan solo unos días. Al mismo tiempo, los aliados occidentales desembarcaron en Sicilia. Su llegada obligó a los alemanes a enviar tropas a pelear en un nuevo frente. A partir de este momento, las fuerzas alemanas empezaron a retirarse ininterrumpidamente del frente oriental. Ya nunca más lograrían reanudar la ofensiva. 

Para finales de 1943, las fuerzas soviéticas habían expulsado a las fuerzas alemanas de la mayor parte de Ucrania, y prácticamente de toda Rusia y de Bielorrusia oriental. Poco después de que los aliados occidentales desembarcaran con éxito en Normandía, Francia, en junio de 1944, los soviéticos lanzaron otra gran ofensiva. En esta exitosa campaña, el Ejército Rojo tomó el control del resto de Bielorrusia y de Ucrania, de la mayoría de los estados bálticos y de Polonia oriental. Para agosto de 1944, las tropas soviéticas habían cruzado la frontera alemana hacia Prusia Oriental (una provincia alemana ubicada entre la Polonia de entreguerras y Lituania).

La rendición alemana

La derrota de la Alemania nazi, 1942-1945

En enero de 1945, una nueva ofensiva llevó a las fuerzas soviéticas al río Oder, ya en la propia Alemania, a unas 100 millas de Berlín.

A mediados de abril de 1945, el ejército soviético lanzó su ataque final contra la Alemania nazi. El 13 de abril capturaron Viena y el 21 de abril rodearon Berlín. El 25 de abril, las patrullas soviéticas de avanzada se encontraron con las tropas estadounidenses en Torgau, en el río Elba, en Alemania central, con lo que en efecto dividieron el país por la mitad. Después de más de una semana de intensos combates en las calles de Berlín, las unidades soviéticas se acercaron al búnker del comando central de Hitler. El 30 de abril de 1945, Hitler se suicidó. Berlín se rindió a las fuerzas soviéticas el 2 de mayo de 1945.

El 8 de mayo de 1945, las fuerzas armadas alemanas se rindieron incondicionalmente en el oeste y el 9 de mayo en el este. El 9 de mayo, el ejército soviético entró en Praga, la última gran ciudad que todavía estaba ocupada por unidades alemanas. Los aliados occidentales proclamaron el 8 de mayo de 1945 como el Día de la Victoria en Europa (Día V-E).

En el frente oriental de la Alemania nazi lucharon y murieron más personas que en todas las demás campañas de la Segunda Guerra Mundial juntas.