Franz y su familia eran testigos de Jehová. Alemania anexó Austria en 1938. Después que empezó la Segunda Guerra Mundial, el padre de Franz fue ejecutado porque, como testigo de Jehová, se oponía a la guerra. En 1940, Franz se negó a recibir entrenamiento militar y a saludar la bandera nazi. Fue encarcelado, interrogado por la Gestapo (la policía secreta estatal alemán) en Graz, y sentenciado a cinco años de trabajos forzados en un campo de Alemania. Franz fue liberado por las fuerzas estadounidenses en 1945.
Berthold era hijo único. Creció en Paderborn, una localidad ubicada en una región mayormente católica del oeste de Alemania. Paderborn estaba cerca de Bad Lippspringe, donde había una congregación de testigos de Jehová comprometidos con la tarea misionera. A principios de 1933, los nazis declararon ilegales las actividades de los testigos de Jehová.
1933-39: Cuando tenía 4 años, mis padres se convirtieron a testigos de Jehová y comencé a asistir con ellos a las reuniones secretas de estudio de la Biblia. En 1936, comencé a ir a la escuela pública. Mamá fue arrestada en 1939 y enviada al campo de concentración de Ravensbrueck. Cuando tenía 9 años, papá me mandó a vivir con mi tío a Berlín; sin embargo, tres meses después lo obligaron a entregarme a las autoridades. Poco después, lo encarcelaron por negarse a prestar servicio en el ejército.
1940-44: Los alemanes me enviaron a vivir a una pequeña granja con una pareja que no tenía hijos. En la mañana asistía a clases y luego realizaba el trabajo de la granja. Podía escribir una carta cada seis meses a mamá o a papá. Pero en 1943 no me permitieron escribirles más. Solo podía esperar y orar para que siguieran con vida. Aunque no tenía contacto con otros testigos de Jehová, mi fe en Jehová y las enseñanzas de la Biblia me ayudaron a vencer mi soledad y mi incertidumbre.
Berthold se reunió nuevamente con sus padres en 1945 cuando tenía 15 años, y la familia unida reanudó su vida como testigos de Jehová. Tiempo más tarde, Berthold se mudó a Estados Unidos.
Friedrich-Paul nació en la antigua ciudad comercial de Lübeck, en el norte de Alemania. Tenía 11 años cuando su padre perdió la vida en la Primera Guerra Mundial. Cuando su madre murió, dos tías ancianas se hicieron cardo de él y de su hermana Ina. Después de graduarse de la escuela, Friedrich-Paul se capacitó para ser comerciante.
1933-39: en enero de 1937, las SS arrestaron a 230 hombres de Lübeck de conformidad con el párrafo 175 del código penal nazi enmendado, en el cual se prohibían las relaciones sexuales entre hombres. Friedrich-Paul fue encarcelado durante 10 meses. En 1938, lo arrestaron de nuevo, lo humillaron y lo torturaron. Por fin, los nazis lo liberaron, pero solo con la condición de que accediera a ser castrado. Friedrich-Paul se sometió a la operación.
1940-44: debido a la naturaleza de esa operación, a Friedrich-Paul lo rechazaron por estar "físicamente incapacitado" cuando se presentó al servicio militar en 1940. En 1943 lo detuvieron de nuevo, esta vez por ser monárquico, es decir, partidario del antiguo Kaiser Wilhelm II. Los nazis lo encarcelaron como preso político en el campo de concentración de Neuengamme.
Después de la guerra, Friedrich-Paul vivió en Hamburgo.
Si bien los judíos eran el blanco principal del odio nazi, no eran el único grupo perseguido. Otras personas y grupos eran considerados "indeseables" y "enemigos del estado". Una vez que silenciaron las voces de los oponentes políticos, los nazis aumentaron la violencia contra otros "marginados".
Al igual que los judíos, los romaníes (gitanos) fueron perseguidos por los nazis por "no ser arios" y ser racialmente "inferiores". Los romaníes habían vivido en Alemania desde el siglo XV y habían enfrentado allí la discriminación durante siglos. También habían sido víctimas de la discriminación oficial mucho antes del año 1933. Bajo el régimen nazi, las familias romaníes (gitanas) de las ciudades principales fueron arrestadas, se les tomaron las huellas digitales, se les fotografió y se les obligó a vivir en campos especiales controlados por guardias policiales.
Los testigos de Jehová, miembros de un pequeño grupo cristiano, fueron victimizados no por razones raciales sino por sus creencias, que les prohibían ingresar en el ejército o demostrar obediencia a cualquier gobierno mediante el saludo a la bandera o, en el caso de la Alemania nazi, levantar el brazo en el saludo "¡Heil, Hitler!". Al poco tiempo de que Hitler llegara al poder, los testigos de Jehová fueron enviados a campos de concentración. Aquellos que permanecieron libres perdieron sus trabajos, los beneficios sociales y por desempleo y todos sus derechos civiles. A pesar de esto, los testigos de Jehová continuaron con sus reuniones, su predicación y con la distribución de panfletos religiosos.
Por otro lado, los homosexuales fueron victimizados por los nazis por razones conductuales. Los nazis consideraban las relaciones homosexuales como conductas "anormales" y "poco varoniles", que al no producir descendencia amenazaban las políticas nazis de alentar la reproducción de los "arios". Poco después de que Hitler llegara al poder, las tropas de asalto (SA) comenzaron a atacar los clubes de homosexuales. Muchos homosexuales fueron arrestados y encarcelados en campos de concentración. Docenas de adolescentes se encontraban en este grupo.
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