La propaganda nazi
Los nazis utilizaron eficazmente la propaganda para obtener el apoyo de millones de alemanes durante la democracia, y posteriormente durante la dictadura, con el fin de facilitar la persecución, la guerra y hasta el genocidio. Los estereotipos e imágenes de la propaganda nazi no eran nuevos, pero el público al que estaban dirigidos ya estaba familiarizado con ellos.
Hechos clave
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Los nazis eran habilidosos propagandistas que usaron técnicas sofisticadas de publicidad y la tecnología más moderna de la época para diseminar sus mensajes.
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Una vez que subió al poder, Adolf Hitler creó un Ministerio de Ilustración Pública y Propaganda para darle forma a la opinión y a la conducta del público alemán.
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La propaganda nazi jugó un papel integral en el avance de la persecución y finalmente de la destrucción de los judíos de Europa, ya que incitó el odio y fomentó un clima de indiferencia por su destino.
En 1924, Adolf Hitler escribió que la tarea de la propaganda...
“no consiste en hacer un estudio objetivo de la verdad, en la medida en que favorece al enemigo para luego exponerla ante las masas con justicia académica; su tarea es servir a nuestro propio derecho, siempre y de manera inmutable”.
La comunicación del mensaje nazi
Después de que los nazis tomaron el poder en 1933, Hitler estableció un Ministerio del Reich para Ilustración Pública y Propaganda, a cargo de Joseph Goebbels. La meta del ministerio era asegurar que el mensaje nazi se comunicara con éxito por medio del arte, la música, el teatro, la cinematografía, los libros, la radio, los materiales educativos y la prensa.
Había varios públicos para la propaganda nazi. A los alemanes se les recordaba la lucha contra los enemigos extranjeros y la subversión de los judíos. Durante los períodos que precedían a la promulgación de leyes o a la implementación de medidas ejecutivas en contra de los judíos, las campañas de propaganda creaban una atmósfera tolerante de la violencia contra los judíos, en particular en 1935 (antes de las leyes raciales de Nuremberg, que se promulgaron en septiembre) y en 1938 (antes del aluvión de leyes económicas antisemitas que siguió a la Kristallnacht). La propaganda también fomentaba la pasividad y la aceptación de las medidas propuestas contra los judíos, ya que estas parecían mostrar que el gobierno nazi intervenía y “restablecía el orden”.
La discriminación real y percibida contra los alemanes étnicos de los países de la Europa Oriental que ganaron territorio a costa de Alemania después de la Primera Guerra Mundial, como Checoslovaquia y Polonia , fue tema de propaganda nazi. Esta propaganda intentaba provocar la lealtad política y la denominada conciencia racial entre las poblaciones étnicas alemanas. También intentaba engañar a los gobiernos extranjeros, incluidas las grandes potencias europeas, para convencerlos de que la Alemania nazi solo estaba haciendo exigencias razonables de concesiones y anexos.
Después de la invasión alemana a la Unión Soviética, la propaganda nazi dirigida a los civiles de Alemania y a los soldados, policías y auxiliares no alemanes que prestaban servicio en los territorios ocupados enfatizó los temas que relacionaban al comunismo soviético con el judaísmo europeo, y presentó a Alemania como defensora de la cultura “occidental” contra la amenaza “judeo-bolchevique”, pintando una imagen apocalíptica de lo que ocurriría si los soviéticos ganaban la guerra. Esto sucedió, en particular, después de la derrota catastrófica de los alemanes en Stalingrado en febrero de 1943. Estos temas pueden haber sido útiles para inducir a los alemanes nazis y no nazis, así como a sus colaboradores locales, a seguir luchando hasta el fin.
La función de la cinematografía
Las películas en particular jugaron un papel importante en la diseminación del antisemitismo, la superioridad del poderío militar alemán y la maldad intrínseca de los enemigos como los definía la ideología nazi. Las películas nazis representaban a los judíos como criaturas “subhumanas” que se infiltraban en la sociedad aria. Por ejemplo, El judío eterno (1940), dirigida por Fritz Hippler, describía a los judíos como parásitos culturales vagabundos, consumidos por el sexo y el dinero. Algunas películas, como El triunfo de la voluntad (1935) de Leni Riefenstahl, glorificaban a Hitler y el movimiento nacional socialista. Otros dos trabajos de Riefenstahl, El festival de las naciones y El festival de la belleza (1938), presentaban los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín y fomentaban el orgullo nacional por el éxito del régimen nazi en las Olimpiadas.
La función de los periódicos
Los diarios en Alemania, sobre todo Der Stürmer (El atacante), imprimían tiras cómicas que usaban caricaturas antisemitas para representar a los judíos. Después de que los alemanes iniciaron la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia en septiembre de 1939, el régimen nazi utilizó la propaganda para inculcar en los ciudadanos y soldados alemanes que los judíos eran no solo subhumanos, sino también peligrosos enemigos del Reich alemán. El régimen intentaba obtener apoyo, o por lo menos aceptación, respecto a las políticas dirigidas a expulsar permanentemente a los judíos de las zonas de asentamiento alemanas.
Encubrimiento de las atrocidades y del asesinato masivo
Durante la implementación del asesinato masivo de los judíos europeos por medio de la “solución final”, los oficiales de las SS a cargo de los centros de exterminio obligaban a las víctimas del Holocausto a mantener el engaño necesario para deportar a los judíos de Alemania y la Europa ocupada sin que hubiera dificultades. Los oficiales de los campos de concentración y de los centros de exterminio forzaban a los prisioneros, muchos de los cuales serían asesinados en las cámaras de gas, a enviar postales a sus casas diciendo que los trataban bien y que vivían en buenas condiciones. De esta forma, las autoridades de los campos usaban la propaganda para cubrir las atrocidades y el asesinato masivo.
En junio de 1944, la policía de seguridad alemana permitió que un equipo de la Cruz Roja Internacional inspeccionara el campo gueto de Theresienstadt, que se encontraba en el Protectorado de Bohemia y Moravia (en la actual Republica Checa). Las SS y la policía fundaron Theresienstadt en noviembre de 1941 como un instrumento de propaganda para el consumo interno del Reich alemán. El campo gueto se usó como una explicación para los alemanes que estaban confundidos por la deportación de judíos alemanes y austríacos ancianos, veteranos de guerra discapacitados o artistas y músicos famosos a nivel local, quienes eran enviados hacia “el Este” para “trabajar”. En preparación para la visita de 1944, el gueto se sometió a un programa de “embellecimiento”. Después de la inspección, los oficiales de las SS que estaban a cargo del protectorado produjeron un filme en el que usaron a los residentes del gueto como demostración del trato benévolo que supuestamente disfrutaban los “residentes” judíos de Theresienstadt. Cuando terminaron el filme, los oficiales de las SS deportaron a la mayoría del “elenco” al centro de exterminio de Auschwitz-Birkenau.
Movilización de la población
El régimen nazi utilizó eficazmente la propaganda para movilizar a la población alemana en apoyo de sus guerras de conquista hasta el final del régimen. De la misma forma, la propaganda nazi fue esencial para motivar a quienes implementaban el asesinato masivo de los judíos europeos y de otras víctimas del régimen nazi. También sirvió para asegurar la aceptación de millones de otras personas, como testigos inocentes, de la persecución racial y el asesinato masivo.