British prime minister Neville Chamberlain (left), German chancellor Adolf Hitler (center), and French premier Edouard Daladier (right) ...

La política británica de apaciguamiento respecto a Hitler y la Alemania nazi

El apaciguamiento es una estrategia diplomática en la cual se hacen concesiones a una potencia extranjera agresiva para evitar la guerra. Se asocia con el primer ministro británico Neville Chamberlain, quien ocupó el cargo de 1937 a 1940. En la década de 1930, su gobierno ejerció una política de apaciguamiento hacia la Alemania nazi. Hoy se considera que el apaciguamiento fue en general un fracaso, ya que no impidió la Segunda Guerra Mundial.

Hechos clave

  • 1

    El apaciguamiento era una estrategia pragmática. Reflejaba las inquietudes internas de Gran Bretaña y la filosofía diplomática de la década de 1930.

  • 2

    El acuerdo de Munich es el ejemplo más conocido de apaciguamiento. Fue firmado por Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia en 1938.

  • 3

    La estrategia no detuvo a Adolf Hitler y a los nazis. Estaban decididos a conquistar territorio y hacer la guerra.

El apaciguamiento es una estrategia diplomática que implica hacer concesiones ante una potencia extranjera agresiva con el fin de evitar la guerra. El ejemplo más conocido de apaciguamiento es la política exterior británica hacia la Alemania nazi en la década de 1930. En la memoria de la población, el apaciguamiento se asocia principalmente con el primer ministro británico Neville Chamberlain (quien ocupó el cargo de 1937 a 1940). Sin embargo, el apaciguamiento hacia la Alemania nazi fue también la política que emplearon sus predecesores James Ramsay MacDonald (1929–1935) y Stanley Baldwin (1935–1937). 

En la década de 1930, los líderes británicos ejercieron esta política de apaciguamiento porque querían evitar una segunda guerra mundial. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) había devastado a Europa y causado millones de muertes. Debido a las catastróficas pérdidas de tiempos de guerra, Gran Bretaña no estaba psicológica, económica ni militarmente preparada para otra guerra en Europa. 

La política británica hacia los nazis era especialmente importante debido a la posición internacional de Gran Bretaña. En las décadas de 1920 y 1930, Gran Bretaña era una de las grandes potencias del mundo, si no es que la mayor. El 25% de la población del mundo estaba gobernada por el Imperio Británico. Y en la década de 1930, el 20% del territorio mundial estaba bajo su control. 

La amenaza nazi a la paz europea 

Como dirigente de la Alemania nazi (1933-1945), Adolf Hitler ejerció una agresiva política exterior e ignoró las fronteras y los acuerdos internacionales que se habían establecido después de la Primera Guerra Mundial. 

Los nazis querían revocar el tratado de Versalles para restablecer la condición de Alemania como gran potencia. Con este tratado, los enemigos de Alemania habían intentado imponerle límites a su poderío económico y militar. Consideraban que Alemania había sido responsable por la Primera Guerra Mundial y la obligaron a pagar indemnizaciones de guerra. Con el tratado también se redujo el territorio de Alemania y se limitó el tamaño de sus fuerzas armadas. Los nazis planeaban reconstruir estas fuerzas y recuperar sus territorios, pero Hitler y los nazis pensaban ir mucho más allá que tan solo revocar el tratado de Versalles. Querían unificar a todos los alemanes en un imperio nazi y expandirse adquiriendo “espacio vital” (Lebensraum) en Europa oriental. 

Para 1933, Hitler expresaba claramente sus ideas en cuanto a política exterior en sus discursos y escritos. Sin embargo, en los primeros años del régimen nazi, trató de presentarse como un líder pacífico. 

Conocimiento británico de las ideas nazis sobre política exterior 

Para 1933, el gobierno británico ya tenía conocimiento de las ideas de Hitler sobre la guerra y la política exterior. En abril de ese año, el embajador británico en Alemania envió un mensaje a Londres, en el cual resumía Mein Kampf, el tratado político y autobiografía de Hitler. En este informe quedó en claro el deseo de Hitler de recurrir a la guerra y al poderío militar para trazar de nuevo el mapa de Europa. 

Los funcionarios británicos no sabían si tomar en serio el manifiesto de Hitler ni cómo responder a él. Algunos especulaban que las prioridades de Hitler cambiarían al asumir las responsabilidades de gobernar. Notablemente, Neville Chamberlain creía que el gobierno británico podría negociar con Hitler de buena fe. Chamberlain esperaba que al apaciguar a Hitler (es decir, al acceder a algunas de sus exigencias), los nazis no recurrirían a la guerra. 

Otros le advirtieron que no podía confiar en Hitler empleando las normas comunes de la diplomacia internacional. La más notable de estas voces de oposición era la de Winston Churchill, prominente figura política y miembro del parlamento en la década de 1930. Churchill hizo repetidas advertencias en público sobre los peligros que Hitler y el fascismo representaban para Gran Bretaña. 

¿Por qué Gran Bretaña optó por el apaciguamiento a principios de la década de 1930?

Hubo varios factores que impulsaron al gobierno británico a ejercer una política de apaciguamiento y tratar de evitar una guerra a toda costa. Entre los factores más importantes estaban las inquietudes internas, la política imperial y otras consideraciones geopolíticas. 

Inquietudes internas en Gran Bretaña

La política británica de apaciguamiento fue en parte un reflejo de sus propios problemas internos, entre ellos los problemas económicos, y del sentimiento antibélico. En la década de 1930, la gran depresión, que en Gran Bretaña se conoció como la “gran crisis”, hizo que se disparara el desempleo. Las dificultades económicas provocaron manifestaciones y demostraciones en las calles. 

En Gran Bretaña, el sentimiento antibélico y el apoyo a la política de apaciguamiento estaban muy difundidos. Los segmentos más poderosos de la sociedad británica apoyaban el apaciguamiento. Estos incluían a influyentes líderes de negocios y a la familia real. La British Broadcasting Company (BBC) y el periódico The Times apoyaban públicamente esta política. La mayoría de los dirigentes del partido conservador también la apoyaban, con la notable excepción de Winston Churchill. 

Política imperial británica

La política imperial británica también dio forma a las actitudes del gobierno británico hacia la guerra y el apaciguamiento. La riqueza, el poderío y la identidad de Gran Bretaña dependían del imperio, el cual incluía dominios y colonias. Durante la Primera Guerra Mundial, los británicos habían dependido de su imperio para obtener recursos y tropas. Si estallaba otra guerra mundial, los británicos necesitarían su imperio para ganarla, pero en la década de 1930, el apoyo del imperio no era tan seguro como lo había sido al estallar la Primera Guerra Mundial. 

En esa época, a los políticos británicos les preocupaba que una guerra amenazara las relaciones de Gran Bretaña con sus dominios, los cuales incluían Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Después de la Primera Guerra Mundial, a esos dominios se les había otorgado un importante grado de independencia dentro del Imperio Británico. Los políticos no estaban seguros del apoyo unánime de los dominios en caso de otra guerra mundial. 

También les preocupaba que una guerra pudiera provocar movimientos de descolonización en las que en esa época eran colonias británicas, entre las cuales se encontraban Barbados, India, Jamaica y Nigeria. Desde la perspectiva de los británicos, la descolonización sería desastrosa. Esto llevaría a la pérdida de las colonias, sus recursos y sus materias primas. Además, el gobierno británico temía que si perdía una guerra, también perdería sus colonias en los acuerdos de paz de la postguerra. 

Otras consideraciones geopolíticas

La política británica de apaciguamiento fue también una reacción al panorama diplomático de la década de 1930. Cada uno de los países más sólidos en ese tiempo (o sea, Estados Unidos, Italia, la Unión Soviética y Francia) tenía sus propias consideraciones de política interna y de geopolítica. Además, la Liga de las Naciones, que había sido creada para prevenir la guerra, resultó incompetente ante la agresión de la Alemania nazi y la Italia fascista. 

El apaciguamiento británico de los nazis ante el rearme alemán, 1933-1937

De 1933 a 1937, el gobierno británico aplicó la política de apaciguamiento en respuesta al rearme de la Alemania nazi. A partir del otoño de 1933, los nazis tomaron una serie de medidas que indicaban que no tenían intención de acatar los tratados existentes ni de aceptar el orden mundial posterior a la Primera Guerra Mundial. En 1933, la Alemania nazi se retiró de una conferencia internacional de desarme y de la Liga de las Naciones. En 1935, el régimen nazi anunció públicamente la creación de la fuerza aérea alemana (Luftwaffe) y la reinstauración del servicio militar obligatorio. Entonces, en 1936, los nazis remilitarizaron la región de Renania al oeste de Alemania, en la frontera con Francia. 

Muchos miembros de la comunidad internacional se alarmaron por las acciones de los nazis y se sintieron preocupados por las intenciones de Hitler en el futuro. Sin embargo, no había consenso respecto a cómo responder a la política exterior de Hitler. 

Durante los períodos del primer ministro laborista Ramsay MacDonald (1929-1935), y después del conservador Stanley Baldwin (1935-1937), el gobierno británico decidió no sancionar ni castigar a Alemania por violar los acuerdos internacionales. Más bien, trató de negociar con los alemanes. En junio de 1935, Gran Bretaña firmó el acuerdo naval anglogermano con la Alemania nazi. En ese acuerdo, se autorizó a Alemania a mantener una fuerza naval mucho mayor que la que se le había permitido en las condiciones del tratado de Versalles. Los líderes británicos esperaban que este acuerdo previniera una carrera armamentista naval entre Gran Bretaña y Alemania.

Las provisiones del Tratado de Versailles de 1919 prohibió a Alemania (vencido en la Primera Guerra Mundial) de apostar fuerzas armadas en una zona desmilitarizada en la Renania -- una región en Alemania occidental bordeando Francia, Bélgica, y parte de Holanda. Este tratado estipuló que las fuerzas Aliadas -- incluyendo tropas estadounidenses -- ocuparan la región. En una violación flagrante del tratado, el 7 de marzo de 1936, Hitler ordenó a las tropas alemanes de reocupar la región. Hitler jugó que las potencias occidentales no intervendrían. Su acción trajo condena de Gran Bretaña y Francia, pero ninguna nación intervino para imponer el tratado. Esta película muestra las fuerzas alemanas entrando a la Renania.

Créditos:
  • UCLA Film and Television Archive

Neville Chamberlain y el apaciguamiento de la agresión territorial nazi, 1938

Neville Chamberlain se convirtió en primer ministro en mayo de 1937. Esperaba enfocarse en las problemáticas internas más que en las internacionales. Sin embargo, Chamberlain no logró evitar la política exterior durante mucho tiempo.

Alemania se anexa Austria

En marzo de 1938, la Alemania nazi se anexó Austria en una flagrante violación de los tratados de paz posteriores a la Primera Guerra Mundial. La anexión de Austria puso de relieve el total desprecio de los nazis por la soberanía y las fronteras de sus vecinos. A pesar de ello, la comunidad internacional la aceptó como un hecho consumado. Ningún gobierno intervino. La comunidad internacional esperaba que el expansionismo alemán terminara ahí. 

Hubo algunos que condenaron la decisión de no intervenir en Austria. En un discurso ante la Cámara de los Comunes en marzo de 1938, Churchill advirtió que la anexión de Austria era solo el primer acto de agresión territorial de los nazis, y agregó: 

No puede exagerarse la gravedad [de la anexión de Austria]. Europa se enfrenta a un programa de agresión, primorosamente deliberado y calculado, que se va desarrollando etapa por etapa y solo existe una opción abierta... someterse, como Austria, o tomar medidas eficaces... La resistencia será difícil... empero, estoy convencido [de que el gobierno decidirá actuar]... para preservar la paz de Europa y, si esta no puede preservarse, entonces para preservar la libertad de las naciones de Europa. Si fuéramos a diferirla... ¿a cuántos amigos alejaríamos, a cuántos posibles aliados veríamos caer?

En los meses siguientes, Churchill empezó a abogar en pro de una alianza de defensa militar entre las naciones europeas. Para muchos, la oposición de Churchill al apaciguamiento y sus repetidas advertencias contra Hitler parecían paranoicas y de línea dura. Su insistencia en que Gran Bretaña debía prepararse para la guerra no lo congració con sus compañeros del partido conservador, los cuales apoyaban a Chamberlain.

La crisis en la región de los Sudetes

Todas las esperanzas de que Alemania se detendría en Austria se desvanecieron casi de inmediato. Hitler puso la mira en los Sudetes, una región de Checoslovaquia en la que la mayoría de los pobladores hablaba alemán. En el verano de 1938, los nazis inventaron una crisis en los Sudetes. Afirmaron falsamente que el gobierno checoslovaco estaba oprimiendo a los alemanes de la región. En realidad, los nazis querían anexarse los Sudetes y estaban buscando una excusa para ocupar la región. Hitler amenazó con declarar la guerra si los checoslovacos se negaban a cederle el territorio a Alemania. 

Los británicos consideraron que el conflicto germano-checoslovaco era una crisis internacional. Austria había estado diplomáticamente aislada cuando la Alemania nazi se la anexó. En cambio, Checoslovaquia tenía importantes alianzas con Francia y la Unión Soviética. De esta forma, la crisis de los Sudetes tenía el potencial de desatar una guerra europea o incluso mundial. 

Chamberlain negocia con Hitler

En septiembre de 1938, Europa parecía estar al borde de la guerra. Fue en ese momento que Chamberlain se involucró personalmente. El 15 de septiembre de 1938, voló a la residencia vacacional de Hitler en Berchtesgaden para negociar términos con el líder alemán. La meta de Chamberlain era alcanzar una solución diplomática para evitar la guerra. 

Sin embargo, el asunto siguió sin resolverse. Entonces, Chamberlain y Hitler volvieron a reunirse el 22 y 23 de septiembre. En la segunda reunión, Hitler le dijo a Chamberlain que Alemania ocuparía los Sudetes para el 1° de octubre, con o sin un acuerdo internacional. 

El 27 de septiembre, Chamberlain dio un discurso por la radio, en el cual explicó su postura respecto a las negociaciones y el destino de los Sudetes. 

“¡Qué horrible, fantástico e increíble es que tuviéramos que cavar trincheras y ponernos máscaras antigás a causa de una disputa en un país lejano, entre pueblos de los que no sabemos nada!... Por mucho que simpaticemos con una pequeña nación que se enfrenta a un vecino grande y poderoso, bajo ninguna circunstancia podemos comprometernos a involucrar a todo el Imperio Británico en una guerra tan solo por su causa. Si tenemos que pelear, deberá ser por cuestiones de mucho más peso que esa”.

El acuerdo de Munich, 29 y 30 de septiembre de 1938

El 29 y el 30 de septiembre de 1938 se celebró una conferencia internacional en Munich. Los asistentes fueron Chamberlain, Hitler, el primer ministro francés Édouard Daladier y el dictador italiano Benito Mussolini. El gobierno checoslovaco no fue incluido en las negociaciones. En Munich, Chamberlain y los demás aceptaron que Checoslovaquia le cediera la región de los Sudetes a Alemania a partir del 1° de octubre. A cambio de las concesiones de los Sudetes, Hitler renunciaría a cualquier reclamación sobre el resto de Checoslovaquia. La guerra se había evitado por el momento. Los británicos, los franceses y los italianos ignoraron abiertamente la soberanía de Checoslovaquia en aras de evitar la guerra.

El acuerdo de Munich fue el acto de apaciguamiento más importante que Gran Bretaña ha ejecutado hasta la fecha.

British prime minister Neville Chamberlain (left), German chancellor Adolf Hitler (center), and French premier Edouard Daladier (right) ...

El primer ministro británico Neville Chamberlain (izquierda), el canciller alemán Adolf Hitler (centro) y el primer ministro francés Edouard Daladier (derecha) se reúnen en Munich para decidir la suerte de Checoslovaquia. Alemania, 30 de septiembre de 1938.

Créditos:
  • Yad Vashem Photo Archives

Neville Chamberlain: “Paz para nuestros tiempos”

Chamberlain regresó triunfante de la reunión en Munich. En Londres, proclamó con famosas palabras lo siguiente: 

“Mis buenos amigos, por segunda vez en nuestra historia, un primer ministro británico regresa de Alemania trayendo consigo paz con honor. Creo que esta es paz para nuestros tiempos”.

En ocasiones, las palabras de Chamberlain se citan equivocadamente como “paz en nuestros tiempos”.

Winston Churchill condena el acuerdo de Munich

El optimismo de Chamberlain no dejó de ser refutado. En un discurso ante la Cámara de los Comunes el 5 de octubre de 1938, Winston Churchill condenó el acuerdo de Munich. Se refirió a él como una “derrota total y absoluta” para Gran Bretaña y el resto de Europa. Aun más, Churchill declaró que la política británica de apaciguamiento había “comprometido profundamente, y quizás puesto en peligro fatal, la seguridad e incluso la independencia de Gran Bretaña y Francia”.

El fracaso del acuerdo de Munich y el final del apaciguamiento

Con el acuerdo de Munich no logró detenerse la agresión territorial de Alemania. En marzo de 1939, la Alemania nazi desmanteló Checoslovaquia y ocupó su territorio, incluida Praga. Según la retórica de Hitler, quedó claro que el siguiente objetivo de los nazis sería Polonia, vecina de Alemania hacia el este. 

La invasión nazi del territorio checo cambió la política exterior de Gran Bretaña. El gobierno británico comenzó a prepararse lentamente para lo que ahora parecía ser una guerra inevitable. En mayo de 1939, el parlamento británico aprobó la ley de entrenamiento militar, con la cual se instituyó el servicio militar obligatorio limitado. 

La Gran Bretaña también reforzó su compromiso con sus aliados de Europa. Poco después de que la Alemania nazi ocupara Praga, los gobiernos británico y francés ofrecieron garantías oficiales de ayudar a proteger la soberanía de Polonia. A finales de agosto de 1939, los gobiernos británico y polaco firmaron un acuerdo para reforzar este compromiso. Los británicos prometieron acudir en ayuda de Polonia en caso de un ataque por parte de una potencia extranjera agresiva. Este acuerdo se firmó tan solo unos días antes de que la Alemania nazi invadiera Polonia. 

Gran Bretaña le declara la guerra a la Alemania nazi

El 1º de septiembre de 1939, la Alemania nazi invadió Polonia. A pesar del recién firmado acuerdo anglo-polaco, el gobierno británico intentó primero negociar por la vía diplomática en un último esfuerzo por evitar ir a la guerra. Los nazis ignoraron estas propuestas diplomáticas. 

El 3 de septiembre, los gobiernos de Gran Bretaña y Francia le declararon la guerra a Alemania. Estas declaraciones convirtieron la invasión alemana de Polonia en una guerra más extensa, conocida como la Segunda Guerra Mundial. Ese mismo día, el parlamento británico aprobó una ley para instituir el servicio militar obligatorio general. Chamberlain se dirigió al pueblo británico en un discurso por la radio: 

Pueden imaginar qué golpe tan amargo es para mí que haya fracasado mi larga batalla por alcanzar la paz. Sin embargo, no creo que hubiera podido hacer algo más, ni algo diferente, que hubiera tenido más éxito.

Hasta el último momento habría sido bastante posible alcanzar un acuerdo pacífico y honorable entre Alemania y Polonia. Pero Hitler se rehusó por completo. Evidentemente ya había decidido atacar a Polonia, sin importar lo que pasara... Sus acciones muestran convincentemente que no hay ninguna posibilidad de esperar que este hombre llegue a renunciar jamás a su costumbre de recurrir a la fuerza para hacer su voluntad. Solo se le puede detener por la fuerza.

El gobierno británico se movilizó para la guerra tan pronto como le fue posible, tanto en el país como por todo el imperio. También estableció un bloqueo naval contra Alemania. A pesar del hecho de que Alemania y la Gran Bretaña estaban oficialmente en guerra, solo hubo encuentros limitados entre sus fuerzas armadas. En consecuencia, este período se conoce como la “guerra falsa” o la “guerra aburrida”. 

La guerra falsa terminó de hecho en mayo de 1940, cuando Alemania invadió Bélgica, Francia y los Países Bajos. En septiembre de 1939, los británicos habían enviado a Francia una fuerza militar, conocida como la Fuerza Expedicionaria Británica (British Expeditionary Force, BEF). En mayo de 1940, esta fuerza peleó contra los alemanes al lado de los ejércitos de Bélgica, Francia y los Países Bajos. Con el tiempo, la Fuerza Expedicionaria Británica se retiró a Dunquerque y posteriormente fue evacuada.

Neville Chamberlain renunció al puesto de primer ministro en mayo de 1940 a causa de su mala salud. En noviembre de ese mismo año, murió de cáncer. Al renunciar Chamberlain, Winston Churchill asumió el cargo de primer ministro de Gran Bretaña en tiempos de guerra. Guio a su país durante la batalla de Gran Bretaña, incluido el bombardeo de Londres conocido como el Blitz. Estableció la política británica de tiempos de guerra y manejó las alianzas con Estados Unidos y la Unión Soviética.

En los siguientes cinco años, los británicos combatieron contra los nazis y sus aliados en Europa, África del Norte y el Medio Oriente. Las potencias aliadas (incluidos los británicos) derrotaron finalmente a la Alemania nazi en mayo de 1945. 

El apaciguamiento en retrospectiva

Las catástrofes de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto le han dado forma al concepto de apaciguamiento en todo el mundo. Esta estrategia suele considerarse un fracaso tanto práctico como moral. 

En la actualidad, con base en los archivos de documentos, sabemos que el apaciguamiento de Hitler estaba prácticamente destinado a fracasar. Hitler y los nazis se empeñaron en librar una guerra ofensiva y conquistar territorio. Pero es importante recordar que quienes condenan a Chamberlain hablan con el beneficio de la retrospectiva. Chamberlain, quien murió en 1940, no habría podido imaginar la escala de las atrocidades cometidas por los nazis y otros durante la Segunda Guerra Mundial.

Notas

  1. Footnote reference1.

    Estados Unidos había adoptado una política exterior de aislacionismo. La Italia fascista estaba estrechamente alineada con la Alemania nazi. La Unión Soviética era un país comunista. Existía en relativo aislamiento respecto a la comunidad internacional y mantenía una relación tensa con la Gran Bretaña. Además, los británicos temían la propagación del comunismo. A Francia le interesaba defenderse de una Alemania militarmente fuerte. Sin embargo, los británicos no estaban de acuerdo con el método francés porque Francia quería adoptar una línea dura contra Alemania, y Gran Bretaña temía que esto condujera a la guerra.

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